Una pastilla, 45 minutos de sueño y a vivir la vida
Fabrice Murgia desembarca en Madrid durante este fin de semana con una fábula distópica sobre los efectos del capitalismo
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Anda que no fardaban los de «Matrix» con eso de tomarse una pirula roja o azul y pasar de un mundo a otro, de la realidad a la ficción. Cinta de Wachowski en la que Neo y compañía eran capaces de aprovechar el tiempo como nadie. Un sueñecito y, casi al instante, ya sabían kung fu como si del mejor maestro chino se tratase. ¡Eso sí que era eficiencia! La misma que ahora trae a Madrid (a la sala grande del María Guerrero) el belga Fabrice Murgia de la mano de Laurent Gaudé, autor de «La última noche del mundo».
En resumen, una fábula distópica en la que tomarse una pastilla es suficiente para dormir solo 45 minutos al día y poder disfrutar al 100% de las otras 23 horas y cuarto. «Ojalá fuéramos los primeros en tomarla», fantasea Murgia, aquí director y prota de la pieza. ¿Para qué? Lo tiene claro: «Para escribir más historias y tener el doble de tiempo para hacer lo que quieres. Una vida no es suficiente para nosotros. Es ridículo, pero todos tendríamos una buena excusa para tomarlo», dice un hombre que duerme «poco, poco» y que vuelve a trabajar con Gaudé después de la ópera «Daral Shaga» de 2014.
Pero «La última noche del mundo» no es solo fantasía, es, sobre todo, una reflexión sobre los efectos del capitalismo y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para mantener el frenesí de la vida actual. Pues, como reconoce el director, «ya existe» esa pastilla «mágica»: «Tomamos medicamentos para dormir, para despertar y para distraernos del mundo. Solo que son drogas sin efectos psicotrópicos». Así, el montaje habla de un mundo sin noche, donde el ser humano, ayudado por la ciencia, pone fin a su necesidad fisiológica de dormir. «La vida activa, furiosa e implacable corre por las venas de una humanidad todopoderosa y alegre», presentan de lo que para unos es una «fantasía» y para otros una «pesadilla». Los dos artistas ponen sobre la mesa lo que consideran un tema «tabú», aseguran: «Un planeta activo las 24 horas del día con el pretexto de que el día se queda corto y de que ha llegado el momento de vivir el tiempo de otra manera».
Para trasladar la acción a ese «terrible», definen, destino de una sociedad sin descanso, se han imaginado a una pareja, Gabor (Murgia) y Lou (Nancy Nkusi). Él se compromete en cuerpo y alma a fabricar esta píldora «fatal»; y ella trata en vano de hacerle tomar conciencia de lo que está haciendo. La última noche para la humanidad, pero, quizá, también para la pareja. Lou desaparece y así comienza una investigación enturbiada por la falta de sueño y los intereses de un capitalismo desenfrenado. «La idea de la pastilla es buena, para acabar con el desempleo, trabajar cuando se quiera y tener más ratos libres, pero la lógica neoliberal convierte las buenas intenciones en un “siempre más”».
Para Murgia, hace ya tiempo que perdimos el control de la velocidad de nuestras vidas. «Puede haber un punto de inflexión en la era industrial, pero la llegada de internet nos transporta a otro espacio-tiempo. Nos permite estar aquí y allí y, a su vez, en ninguna parte». Una mezcolanza de sensaciones encontradas en las que el belga tiene fe en la juventud, en quienes confía para «volver a algún tipo de tiempo de calidad en el que se recupere el lugar para las cosas esenciales». Hasta estas reflexiones les llevó el ensayo de Jonathan Crary, «24/7: Capitalismo tardío y el fin del sueño». «Fundamental», dicen de un texto que examina las devastadoras consecuencias de los procesos productivos del capitalismo del siglo XXI sobre la capacidad de atención del individuo y la sociedad. «El descanso de la noche tiende a desaparecer», puntualiza Murgia, también director del Théâtre National Wallonie-Bruxelles.
Y es que hasta en «La epopeya de Gilgamesh» el héroe mesopotámico quiso liberarse del ciclo del sueño y trató de permanecer despierto más de seis días para ser inmortal. Siglos después, Gaudé se pregunta «si estamos a punto de triunfar donde él fracasó. ¿Seremos una humanidad eterna y, a la vez, exhausta?».
- Dónde: Teatro María Guerrero (sala grande), Madrid. Cuándo: hasta el domingo. Cuánto: de 6 a 25 euros.