Nao Albet y Marcel Borràs: morir de éxito antes de su ruptura
Irrumpen en Madrid durante el último fin de semana del Festival de Otoño para homenajearse a sí mismos (y no se ponen ni "coloraos"); además, amenazan con que esta sea su última gamberrada juntos, aunque eso todavía está por ver...
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Nao Albet y Marcel Borràs (en ese orden por una norma no escrita) son los canallitas de la escena contemporánea española y eso no tiene remedio. Lo último que han subido a escena lo vienen rumiando desde hace una década, y hace un par de años ya hablaron de ello por estos lares. Un "sinsentido" que no conocían ni sus madres, aunque ellos las tuvieran muy presentes: "Subirlas al escenario y morrearnos con ellas para hablar del complejo de Edipo", dijeron entonces. ¿Cumplieron? "Habrá que ir al teatro para saberlo...", invitan en otro proyecto que empieza entre coñas y termina encima del escenario.
Esta vez, la excusa del montaje ha sido "nuestra ruptura" tras quince años de trabajos conjuntos. Creérsela más o menos ya es cuestión del espectador... o del paso del tiempo, que demostrará si todo era (o no) un farol de los suyos. La pregunta de la veracidad de la separación es recurrente, inevitable, y ellos, unas veces ríen; otras se ponen serios; y otras, directamente callan. Lo que no es un espejismo es el ejercicio de ego supino en el que se han metido. "Es tan personal que dudamos si la gente entraría o no", cuenta Albet. "Pero hemos comprobado que, aunque no conozcan nuestra trayectoria, entran igual. Siguen la historia".
El otro riesgo de la nueva pieza, De Nao Albet i Marcel Borràs, era salirse de los fuegos de artificio de sus recientes Falsestuff o de su Atraco en Agbanäspach. Aquí, aseguran, se presentan desde la austeridad de salir solos a escena. Dos actores (ellos), dos sillas y un texto. "Sin vestuario ni nada". La sencillez de su palabra y sus propias vidas. Porque uno de los puntos a los que disparan en esta ocasión es a la "autoficción", tan extendido por los tiempos...: "Queremos reventarlo. Está de moda y es muy cansino. Parece nuevo y siempre se ha hecho. Todo el mundo lo hace". La autoficción nace de un imposible al comprobar que la autobiografía es incompatible con la verdad total, con la objetividad pura, porque uno solo puede dar un punto de vista sobre sí mismo. La ventaja de Nao y Marcel es que son dos y el uno puede contar al otro, contrarrestando las tentaciones ficcionales a favor. Juegan con esa realidad-ficción del futuro al pasado, más todo lo que queda en medio: de un año por llegar en el que, ya mayores, se reencuentran en un hospital tras décadas sin verse porque uno de ellos va a morir de cáncer de ego; a un pasado adolescente en el que se conocieron a bordo de un crucero.
Su "caradurismo" los lleva a ir de frente. No hay escondite posible para sus gamberradas y no se ocultan: "Esto es un 'egotrip'. Es una 'autofelatio'". Un homenaje a sí mismos que nadie pone en duda. Solo hay que ver la ficha del espectáculo para comprobarlo: dramaturgia, dirección, interpretación, ayudantía, escenografía, iluminación, vestuario, caracterización, espacio sonoro, artes marciales, documentación, vídeo, asesoramiento de movimiento... Todo lo firman ellos. Sin intrusos que alteren el orden de la pareja. Solo en la producción, en la pasta, han dejado que alguien les eche una mano: Teatro Nacional de Cataluña y Temporada Alta, donde la pieza se ha presentado antes de su llegada a Madrid dentro del Festival de Otoño (Teatro de la Abadía, 25 y 26 de noviembre).
"El ego es lo único capaz de separar a dos artistas porque cada uno tiene el suyo y, por mucha terapia que le pongas, siempre hay un afán de triunfar por encima del otro, de ser uno para dejar de ser parte de dos". Discuten sobre el ego: "Puede ser el mejor acompañante de un artista", dice uno; "no, es el peor", responde el otro. Y comienzan un debate sobre el "yo" entre ellos que salpica a Drake y a "un pintor que se quede en casa sin enseñar sus cuadros".
Las separaciones siempre son morbosas y Nao y Marcel lo han sabido explotar. La venta de entradas no ha sido ningún problema para ellos en los últimos tiempos, van sobrados de fieles, pero esta vez han descubierto que ese posible "último" trabajo juntos es un plus. "No fue la razón por lo que lo hicimos, pero vendemos a tope. Si decidimos seguir, diremos siempre que es la última", anticipa Borràs.