Buscar Iniciar sesión

Shia LaBeouf, un santo según Ferrara

El americano se pone a las órdenes de Abel Ferrara para encarnar al Padre Pío en su último trabajo
Gregorio BorgiaAP
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

Creada:

Última actualización:

¡Shia LaBeouf, santo de los rebeldes! ¡Qué feliz idea la de Abel Ferrara! Y no podía ser más oportuna, precisamente cuando el actor norteamericano ha protagonizado titulares por sus rifirrafes con Olivia Wildeella afirmó en «Variety» haberlo despedido del rodaje de «No te preocupes, querida», que se estrena el próximo lunes en la Mostra; él demostró que mentía filtrando un vídeo que demostraba lo contrario– y está dispuesto a quitarse el disfraz de diablo para sangrar por sus pecados. Ferrara cuenta que LaBeouf se unió al proyecto de «Padre Pio» justo durante su proceso de conversión al catolicismo, y que meterse en el papel de Pio, nacido Francesco Forgione, cura que lucha contra sus demonios para transformarse en el ángel protector de la parroquia de San Giovanni Rotondo, le sirvió para descubrir su propio camino de redención. Las escenas de LaBeouf, en especial la que comparte con una feligresa interpretada por Asia Argento, parecen rodadas en estado de trance, con el actor rasgándose las vestiduras con una crudeza y una impudicia que la escrutadora cámara de Ferrara, tan amante de las penumbras del alma, filma entre velas temblorosas y clavos de Cristo.

Hombres de compasión

El encuentro de LaBeouf con Dios atraviesa el metraje de «Padre Pío», centrado en la lucha entre los campesinos de San Giovanni Rotondo, que vuelven de la Primera Guerra Mundial pobres y heridos, y los terratenientes que siguen dispuestos a explotar su fuerza de trabajo. La llegada del comunismo, y con ella de la conciencia de clase y de la necesidad de una revolución, enfrentan a los aldeanos con los señores feudales, hasta que las primeras elecciones celebradas después de la guerra para renovar la alcaldía hacen que la sangre llegue al río. La relación entre el catolicismo y el marxismo articula el esqueleto ideológico de la película, de un modo que la vincula directamente con la obra de Pier Paolo Pasolini, autor de «El evangelio según San Mateo» y objeto de un espléndido «biopic» de Ferrara. «Pasolini y Pio se han convertido en un trozo de la vida de Italia», explica el director de «Teniente corrupto».
«Fueron hombres llenos de compasión y de piedad. Si lees las cartas de Pio, te das cuenta de que era un gran poeta. Y para ambos era muy fuerte la conexión con la tierra, con la búsqueda de una vida simple». ¿Es «Padre Pio» una película pasoliniana? Paradójicamente, el via crucis individual y el colectivo no llegan a abrazarse, sus afectos son frágiles: es posible que todo lo que sabemos de LaBeouf –su historial de abusos sexuales y con el alcohol y su fama de actor de método problemático, pero también con nombres tan relevantes en su currículum como Lars Von Trier, Andrea Arnold o Kornél Mundruczó– pese más que la dimensión religiosa de su personaje, y debilite las ramificaciones políticas que derivan en una denuncia de la represión de los oprimidos en una masacre que, según Ferrara, dio paso al fascismo que desembocó en la Segunda Guerra Mundial.
Así las cosas, en «Padre Pio» conviven dos películas: una historia de redención personal (con milagro incluido) a la manera típica de Ferrara, y la reconstrucción dramatizada de un hecho histórico. No ayuda en absoluto a la credibilidad de esta última que todos los personajes, italianos del pueblo llano, hablen un inglés con variedad de acentos, sobre todo teniendo en cuenta que la puesta en escena de Ferrara tiende a un neorrealismo (digital) que exigiría una dirección más atenta a los localismos. Las dos películas, pues, entran en conflicto, pero el resultado, como casi siempre en el cine del director neoyorquino, es de una extrema singularidad.