“Operación Himmler”: la gran mentira que desató la Segunda Guerra Mundial
Un día antes de que la Alemania nazi invadiera Polonia, el ejército de Hitler llevaba a cabo un montaje para “justificar” dicho asalto
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Todo gran conflicto lleva consigo una infinidad de mentiras, engaños o manipulaciones, que de manera general se suelen resumir en el término propaganda, pero que merecen de un análisis y profundidad mayores. El engaño fue herramienta común en numerosas estrategias, en especial, de la Segunda Guerra Mundial. Destaca en este sentido Fortitude, la operación en clave de mentiras que pusieron en marcha Inglaterra y Estados Unidos, con el fin de convencer a los alemanes de que la invasión de Francia se iba a realizar por el puerto de Calais, en lugar de por el planeado desembarco en Normandía. Este fue, como tantos otros, un conflicto en el que la propaganda era pan de cada día, la manipulación era ya tan común como los bombardeos, hasta el punto de que se trató de una guerra desatada por un engaño: hoy se cumplen 83 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó con la invasión de la Alemania nazi a Polonia.
La principal traición y la más imperdonable que llevó a cabo el país dirigido por Adolf Hitler fue el de la violación del Tratado de Versalles, con cuya firma una cincuentena de países se comprometían a la paz, una vez terminó la Primera Guerra Mundial. No obstante, esto no fue más que una tapadera, una gran mentira para Alemania, país que no tardó en desencadenar otra época horrible de conflictos, incluso justificando su invasión como algo necesario. Según palabras del propio Hitler el 1 de septiembre de 1939 frente al Reichstag alemán: “Esta noche, soldados regulares polacos han disparado por primera vez contra nuestro territorio”.
Todo comenzó el 31 de agosto de 1939, cuando, bajo el nombre de “Operación Himmler”, miembros de las SS alemanas irrumpieron en una emisora de radio alemana de la frontera de Gleiwitz, haciéndose pasar por alborotadores polacos. A través de esta estrategia, dirigida por Alfred Helmut Naujocks, la Alemania nazi buscaba invadir Polonia sin previa declaración de guerra. Y para ello se dirigieron a la herramienta más eficaz que se conoce: un medio de comunicación de masas. En dicha radio, conectaron un micrófono, por el que obligaron a un intérprete asegurar que la emisora estaba en manos polacas. Asimismo, como “prueba” del ataque, los nazis asesinaron y vistieron con uniformes polacos a prisioneros del campo de concentración de Dachau.
“Actuad con brutalidad”
Lo que ocurrió aquel día fue, por tanto, una obra de arte de la propaganda, un auténtico montaje que le sirvió a Hitler para “justificar” su invasión al día siguiente de Polonia, aunque ya había anunciado este movimiento días antes a la cúpula del ejército alemán: “Aniquilación de Polonia en primer término. No tengáis piedad. Actuad con brutalidad”. De hecho, no fue hasta los juicios de Núremberg cuando se supo realmente que aquel asalto a la radio de Gleiwitz fue un engaño a gran escala por parte de los nazis.
De esta manera, aquel 1 de septiembre de 1939 el rumbo del mundo volvía a cambiar de manera visceral, pues Hitler cumplió su deseo de invadir y acabar con Polonia, para que días más tarde Gran Bretaña y Francia le declarasen la guerra. La Segunda Guerra Mundial había comenzado, y con ella una serie de años de horror, miedo, aniquilación y destrucción total, siendo aún hoy una de las contiendas más sangrientas y monstruosas de la historia de la humanidad.