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“The Batman”: el Caballero Oscuro se deprime

Robert Pattinson debuta como Bruce Wayne para volver a una Gotham más oscura, turbia y adulta que nunca a las órdenes del director Matt Reeves
Jonathan OlleyJonathan Olley
La Razón

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Cuando se anunció que Robert Pattinson, el Edward Cullen de la saga «Crepúsculo», tomaría el relevo de Ben Affleck como Batman en la adaptación guionizada y dirigida por Matt Reeves («Monstruoso», «El amanecer del planeta de los simios»), no fueron pocos los que se lanzaron con sorna a la yugular del actor que, superado el trauma de la novela juvenil, ya había demostrado su buen hacer a las órdenes de maestros como David Cronenberg, Claire Denis o Christopher Nolan. Brillo al sol y colmillos postizos atrás, Pattinson no solo aceptaba la responsabilidad de sumarse a una lista en la que ya figuraban Michael Keaton o Christian Bale, sino que además lo hacía en un clima, el de Warner Bros. y DC Comics, lejos de lo ideal tras las discusiones del estudio con Zack Snyder y su fallida «Liga de la Justicia».
En «The Batman», junto a un reparto coral que completan Zoë Kravitz, Colin Farrell, Jeffrey Wright y un impresionante Paul Dano como villano principal, Pattinson no solo es capaz de imprimir su propia capa «emo» y depresiva al Caballero Oscuro, sino que también conecta con la pulsión anestésica de los adultos jóvenes para los que parece hecha la película. El nuevo Hombre Murciélago, al que vemos mirándose al espejo en busca de respuestas lejos de la confianza asociada a la filantropía «playboy» de anteriores rendiciones, es más oscuro y profundo. Parece obvio comparar el calado dramático de la nueva versión con la más reverenciada, la de 2009 de Nolan, pero la revisión de Reeves podría incluso mirar de tú a tú aquel filme.
Aunque la fatiga superheroica, tantas veces anunciada como enterrada, haga mella en un metraje infinito –la película sufre un bajón en su interludio para llegar hasta las tres horas–, lo cierto es que lo variopinto de su reparto consigue mantener el barco a flote y atrapar la atención del espectador alrededor de una historia poco original en el fondo, pero apabullante en la forma: con una estética sucia, Reeves hace de la propia película un misterio en el que cada pregunta lleva a otra. Es innegable la influencia de autores como David Fincher tanto en la trama como en la dirección de fotografía de Greig Fraser («Dune»). ¿Es «The Batman» una «Se7en» para la generación a la que no le asusta hablar de su salud mental? Eso queda a juicio del espectador, pero el esfuerzo es notable para que así sea.
Lo «emo» en el héroe
«Estaba muerto de miedo. De hecho, me llegó a paralizar en algún momento previo al rodaje. La gente no es consciente de lo que significa Batman y su mitología para mí», explicaba Reeves a la revista «Esquire» en una entrevista en la que también dejaba entrever las costuras que se confirman en su «The Batman»: «Hay mucha influencia del cine de los 70 y de los 80, pero si tuviera que reducir mi iconografía a algo en concreto sería a Nirvana». En efecto, la mítica banda de «grunge» liderada por el desaparecido Kurt Cobain (de lo «emo», lo superior) se deja sentir más allá de la música y la obviedad en un tono adulto, turbio y casi desequilibrado que también impregna el guion: ¿Es el Batman de Reeves el primer superhéroe de la gran pantalla con una pulsión sexual obvia? Pese a que la química con Kravitz (aquí, casi Catwoman) no termine de ser la ideal, por aquello de que la película tiene que seguir apelando al sello «teen» de este tipo de producciones, lo cierto es que lo humano del héroe que solo tenía dinero llena la película.
«Si la película no funciona, me planteo pasarme al porno», bromeó Pattinson cuando se confirmaba que sería el nuevo salvador de Gotham. Con una previsión de ingresos cercana a los 200 millones de dólares, es decir, el doble de lo que costó financiar la película, no parece que vaya a tener que cambiar de agente pronto y, además, «The Batman» podría por fin inaugurar una nueva época entre mallas y antifaces: la de unos superhéroes decadentes que den con la veta nihilista y cínica de la sociedad. El Batman desencantado de Pattinson y Reeves sabe a nuevo, entre cuero y montaje frenético, frente al sabor disfrutable pero conocido del amigo y vecino Spider-Man. Es complicado anticipar una recuperación completa del paciente DC Comics, pero, sin duda, «The Batman» parece el antidepresivo correcto.