Ronda
Es cierto que la relación de Madonna con España ha sido muy estrecha. Su amistad con el director de cine Pedro Almodóvar y con el actor Antonio Banderas le animó a recorrer el país en más de un ocasión. Sin embargo, ninguna de ellas generó tanto impacto como cuando lo hizo para grabar el videoclip de Take a bow: quería hacerlo en Ronda, vestida de torera y aguardando a su gran amor en la grada para demostrarle a Alan Parker que ella también podía interpretar a Evita en el cine.
Su presencia en la ciudad malagueña provocó un lógico revuelo entre sus habitantes, no tanto por su presencia sino por sus intenciones profesionales: rodar las escenas centrales en la plaza de toros, pero se encontró con el rechazo de la Real Maestranza de Caballería, cuyos miembros consideraron poco menos que una profanación que el bicentenario coso fuese escenario de las provocativas actuaciones de la cantante. Por lo que, finamente, tuvo que trasladarse a Antequera para llevarlo a cabo, donde interpretó el típico papel de mujer enamorada de un diestro que, al final, comprende que la verdadera pasión de su amado son los toros y ella no lo es.
Al acecho
En aquellos días, además, la diva del pop jugó al despiste con los paparazzis al cambiarse de la Fonda Real al Parador Nacional y al contratar a una doble. Algo que le permitió, entre otras cosas, camuflarse y disfrutar de algunos de los encantos de ambas ciudades. La estrategia funcionó bastante bien y, posteriormente, dio las valoraciones de los lugares que había visitado. De Ronda destaca, por ejemplo, el Puente Nuevo. Con casi 300 años de antigüedad, esta emblemática travesía de piedra sirve como nexo de unión entre dos desfiladeros no aptos para personas con vértigo. La vista desde abajo es sencillamente espectacular. Muy cerca se sitúan los baños árabes y la judería, que permiten introducirse un poco mas en la tradición de la ciudad.
El Museo del Bandolero resulta un bello homenaje a esa parte de la historia andaluza no tan conocida por la gente. Cuenta con más de 1.300 piezas sobre el fenómeno social del bandolerismo, desde pistolas o navajas a trajes típicos y óleos o acuarelas. Y, finalmente, la Plaza de Toros es otro de los atractivos clave de este destino: ha sido escenario de las típicas corridas goyescas año tras año y está considerada como una de las cunas de la tauromaquia española, albergando un bello museo taurino bajo sus tendidos de sombra.
Por su parte, el conjunto histórico de Antequera está compuesto por más de medio centenar de monumentos y edificios que datan desde la Edad del Bronce, como demuestran el Dolmen de la Cueva de Menga, el de Viera y el del Romeral. Coronada por el castillo y por la basílica de Santa María, por su casco antiguo se suceden colegiatas, iglesias, conventos, palacios, arcos, puertas, ermitas, casas señoriales y una alcazaba. De entre todos sobresale el palacio de Nájera (siglo XVIII), que hoy es el Museo Municipal, el convento de las Catalinas o el palacio de los Marqueses de la Peña, de estilo mudéjar y renacentista. Resulta también recomendable acercarse al paraje natural de El Torcal, conocido por las caprichosas formas que los diversos agentes erosivos han ido modelando en sus rocas calizas, constituyendo un destacado ejemplo de paisaje kárstico. Sin olvidar, claro está el ruedo que permitió a la famosa y extravagante cantante continuar con su particular cruzada musical.
Quizá, aquel recuerdo grabado a fuego del éxito comercial que le produjo, ya que fue su canción con más semanas en el puesto número uno del Billboard Hot 100, le llevó de nuevo a calzarse la torerita en Living for love, de su disco Rebel heart, un videoclip donde recupera la capa y las luces, pero no la polémica espada en manos de una vegetariana recalcitrante y una defensora confesa de todos los animales.