Feria de Bilbao
Encabo, la madurez, ese momento
Falló con la espada una interesante faena al único toro bueno de Moreno Silva en Madrid
Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Moreno Silva, muy desiguales de presentación. El 1º, sin entrega, desentendido y con guasa; el 2º, de buen juego, noble y repetidor; el 3º, va y viene sin humillar y con sosería; el 4º, malo, sin humillar y para no confiarse; el 5º, movilidad sin ritmo ni entrega; y el 6º, violento y bruto. Un cuarto de entrada.
Luis Miguel Encabo, de blanco y oro, media, media, tres descabellos, aviso (saludos); media estocada (silencio). Marc Serrano, que confirmó alternativa, de gris plomo y oro, estocada corta, aviso (saludos); media, aviso, dos descabellos (silencio). Joselillo, de azul marino y oro, estocada, aviso (saludos); pinchazo, estocada (silencio).
«Soriano» apretó de salida, asustó y hasta desarmó a un Encabo que ya peina canas. Volvía a Madrid tres años después. Todo un veterano en la profesión y en esta plaza. Madrileño. De la tierra. En la arena clavó las zapatillas para imponerse a la ley del toro de Moreno Silva y dibujar un ramillete de verónicas que devolvieron de pronto los mejores recuerdos. Una evocación fugaz, rápida, honda de los olés de Madrid, que tan bien suenan. Que tan dentro quedan. Que retumban en algún lugar. Y a Encabo al rematar con el capote se le iluminó la cara. Cuántas piezas encajarían en su puzzle personal en ese mismo instante. Tenía buen tranco el toro, que de atrás amagó con estar justo, pero luego tomó el engaño con nobleza y repetición. Ahí estaba. Y ahí estuvo Luis Miguel Encabo. En la madurez de su toreo. Hubo una tanda diestra muy maciza. Otra menos. Y una de naturales de enmarcar. Momentos muy buenos, muy intensos, intercalados con tandas menos rotundas, el viento, la falta de fusión entre toro y torero... Pero entre una serie y otra estaban los remates y en esos siempre sumaba el torero de Alcalá. Como los ayudados por alto que ponían fin al trasteo. La faena de la tarde sin lugar a dudas, como «Soriano» fue el toro de la corrida. Y después de esto. De ver a Encabo en ese momento de madurez llegó la hora de la verdad, la de la muerte, la que siempre llega, pero esta vez cruzada para atravesar así el premio. El cuarto cumplió en el caballo y midió una barbaridad a la cuadrilla, como casi toda la corrida. No fue fácil ni con el capote ni con los palos. Medían por arriba. Fue el toro desagradable después. Tanteaba antes de entrar en el engaño, no humillaba y derrotaba. Tiró de oficio Encabo.
Marc Serrano confirmaba alternativa en Madrid y lo hizo con un pavo de despampanantes pitones. Exagerado. Luego la corrida bajó mucho de presentación y fue muy desigual. Anduvo digno con él, el de Moreno Silva se desplazaba en el engaño, sin humillar nada y desentendido. Entre tanto, sorprendió con dos o tres coladas de vértigo. El quinto fue de los que hizo pasar un mal rato a los banderilleros, después costaba verle, era difícil creer en él, pasaba por allí, tenía movilidad y era desigual. Serrano quiso dar con la tecla y lo intentó con firmeza.
Joselillo se llevó un lote difícil para apuntarse un tanto. El tercero iba y venía pero nada decía al pasar. Todo muy soso. Exprimió el de Valladolid todo lo que tenía y el sexto fue más la línea dura y áspera de la casa. Era un trago. Muy bruto el toro. Solventó Joselillo. Las oportunidades de la tarde habían estado contadas.
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