Medio Ambiente

La sostenibilidad no es "woke"

Seis de los mayores bancos estadounidenses han abandonado una iniciativa de Naciones Unidas para reducir la huella de carbono del sector financiero

El calentamiento global es causado por el hombre y es vertiginoso en términos geológicos.
El calentamiento global es causado por el hombre y es vertiginoso en términos geológicos.La RazónLa Razón

En los últimos meses de diciembre y enero, seis de los mayores bancos estadounidenses y cinco de los mayores bancos canadienses abandonaron la Net-Zero Banking Alliance, una iniciativa de Naciones Unidas para reducir la huella de carbono del sector financiero. La alianza, que llegó a contar con casi 150 bancos de 44 países (ahora son 134), comprometía a las entidades a establecer objetivos científicamente sostenibles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030, alineándose con el propósito de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 1,5ºC.

Tras los resultados de las elecciones en Estados Unidos, incluso antes de la toma de posesión y de la (nueva) salida del país del Acuerdo de París, los bancos Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo, junto con los canadienses TD Bank, Bank of Montreal, National Bank of Canada, Canadian Imperial Bank of Commerce y Scotiabank, decidieron abandonar este compromiso global, supuestamente por miedo a ser catalogados como “woke”.

Dos fenómenos explican esta decisión. Ambos, lamentablemente, requieren extranjerismos que suelo intentar evitar: el “anti-wokismo” (o “trumpismo”, como algunos ya lo llaman) y el “greenwashing”, u oportunismo verde.

El término woke surgió para describir el despertar (de ahí su nombre) ante desigualdades o prejuicios que gran parte de la población suele ignorar. Originalmente asociado al racismo y la injusticia social, más tarde se amplió a cuestiones como la protección del medioambiente, la igualdad de género o la orientación sexual.

Si bien este enfoque ha sido clave para visibilizar y denunciar injusticias sistémicas, en los últimos años el término ha adquirido una connotación negativa, utilizada por sus detractores para referirse a un supuesto exceso de “corrección política” o a un freno a la libertad de expresión.

Curiosamente, el creciente movimiento anti-woke está tomando proporciones mayores que aquello que critica—no es la primera vez que una reacción termina siendo más fuerte que la ofensa inicial...

En el caso de los bancos norteamericanos, la cuestión no era el riesgo de que los consideraran woke (algo que ya asumían), sino el temor a ser etiquetados como tal, es decir, el miedo a los críticos anti-woke. ¿No supone esto una restricción aún mayor a la libertad de expresión? ¿El temor a sufrir represalias por mostrar preocupación por el medioambiente?

Y, en cuanto a la coherencia de estos bancos, ¿qué podemos decir? Si analizamos el destino del dinero prestado o invertido por el sector bancario desde el Acuerdo de París, vemos que la inversión anual en combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural, fracking y deforestación) por parte de los 60 mayores bancos del mundo se ha reducido apenas un 2,6% entre 2016 y 2023. Siete de los nueve bancos que ahora han abandonado la alianza están entre los 12 mayores financiadores de estos sectores.

Entonces, ¿qué hacían bancos que continúan financiando este tipo de actividades en una alianza internacional para la reducción de emisiones?

La respuesta es simple: greenwashing.

Y su salida de la alianza, ¿qué nos dice? Que sienten que ya ni siquiera necesitan hacerlo. No tradujeron sus palabras en acciones, no adoptaron políticas de inversión que redujeran las emisiones de los proyectos que financian y, ahora, ni siquiera sienten la necesidad de aparentar que les importa. La situación en el sector financiero es tan preocupante que la huella de carbono del dinero en las cuentas bancarias de las mayores empresas de Estados Unidos equivale, de media, al 76% de su huella total de carbono. Y esto no afecta solo a las empresas. Se estima que por cada 283€ depositados en una cuenta bancaria se emite un kilogramo de CO₂, lo que significa que una familia con 10.000€ en el banco puede generar más emisiones de carbono a través de su cuenta que con el consumo energético de su hogar.

Todo esto para decir que la sostenibilidad no es woke, no es una moda ni un término que haya “perdido fuerza”. La sostenibilidad es un valor. Y ciertos valores, como el respeto, la integridad, la empatía o la responsabilidad son atemporales e incuestionables. La sostenibilidad es uno de ellos.

*Nuno Brito es CEO de Goparity