Tribuna

¿Nos estamos preparando para otra pandemia?

Ante una nueva emergencia sanitaria del virus que fuera, todo parece indicar que nos encontraríamos tan desprotegidos como en 2020

Mascarillas reutilizables tendidas
Mascarillas reutilizables tendidasORESTIS PANAGIOTOUAgencia EFE

Han pasado ya cinco años desde aquel 8M que marcó el punto de inflexión en los inicios de la pandemia del covid, cuando pasamos del "aquí no pasa nada, serán a lo máximo unos cuantos casos", o el "se puede uno manifestar sin problemas, yo le diría a mi hijo que lo hiciera" a la catástrofe que se nos vino encima al día siguiente, ya sí reconocida por el Gobierno, aunque tarde y mal. El entonces ministro Salvador Illa, siempre que se le pedían explicaciones por alguno de los muchos desastres personalizados por su equipo respondía con un "tiempo habrá de evaluar…".

Como era de esperar, nunca hubo tiempo mientras él tuvo responsabilidades y, en abril de 2023, cuando ya nadie se quería acordar del tema, se publicó el informe "Evaluacovid-19. Evaluación del desempeño del Sistema Nacional de Salud español frente a la pandemia de covid-19".

Elaborado por un grupo "ad hoc" de cuatro expertos nombrados por Sanidad, y pulcramente presentado, el texto huyó de cualquier análisis crítico para nadie y pasó totalmente desapercibido, aparte de por su inanidad, por las ganas de todo el mundo de olvidar lo que representó la pandemia.

Este documento, junto con el llamado "Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia" una comisión del Congreso de los Diputados en la que participé, aún no sé muy bien para qué...– planteó una larga serie de recomendaciones y deseos que, vistos unos años después, parecen una carta a los Reyes Magos de un niño malo a quién los Reyes de la Administración han decidido premiar solo con carbón.

El mismo Evaluacovid-19 planteó nada menos que una hoja de ruta con 72 acciones que integran las 15 dimensiones de análisis del informe. Enumerar estas acciones, la mayoría incumplidas, sería tan estéril como recordar la trayectoria de los 4 ministros/as habidos en estos cinco años, de los que casi nadie sabría ni recordar su nombre.

Lo cierto es que, ante una nueva pandemia del virus que fuera, todo parece indicar que nos encontraríamos tan desprotegidos como en 2020.

Por centrarnos en algo potencialmente visible, podemos hablar de la nonata "Agencia Estatal de Salud Pública" (Aesap), teórico organismo que nos iba a librar de cualquier contingencia futura pero que, a día de hoy, cinco años después de la pandemia y 14 años desde que la Ley General de Salud Pública 33/2011 contemplara su creación, sigue durmiendo el sueño de los justos.

Este organismo mitológico que iba a arreglarlo todo, pero que nunca llega, me resulta cercano porque es la historia de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) hace casi 40 años. Tras un largo periodo de hibernación desde que se habla de ella en el BOE, pasaron varios gobiernos e infinitos ministros que no movieron un dedo hasta que vinieron mal dadas y hubo que sacar el proyecto del cajón.

Según las últimas noticias, el Congreso ha aprobado por mayoría absoluta el dictamen sobre el proyecto de Ley, para después pasar al Senado y, si todo sale bien, aprobarse a finales del presente curso. El problema de poco sirve una ley en el BOE para definir un organismo hasta que no se ponga en marcha, tenga sede, presupuestos, dirección, personal, etc.

Hasta ahora, lo único que se conoce es la decisión del gobierno central de que se ubique en cualquier sitio menos en Madrid, quizás para que tenga más mérito estar conectada con el Ministerio de Sanidad, de quien dependerá, y con los demás organismos estatales necesarios para su funcionamiento. Falta bastante hasta que esté funcionando, y eso si no hay elecciones por medio.

La creación de la Aesap era urgente durante la pandemia pero, cuando un problema deja de ser acuciante, la atención preferente también desaparece.

El hecho de que solo dos años después de que se creara la ONT, básicamente para calmar los exaltados ánimos de todo el mundo por la desastrosa situación previa, el ministro de turno preguntara a uno de sus colaboradores si "¿esto de la ONT es nuestro?", resulta suficientemente ilustrativo.

En fin, esperemos que el texto se apruebe, que haya presupuestos para dotarla y una sede para asentarla, que se encuentre una persona de consenso –no politizada– para dirigirla y que las autonomías no planteen conflictos por las muchas labores que van a tener que compartir para que todo funcione. Se supone que así estaremos mucho más preparados si viene otra pandemia. Cosas más raras se han visto.

*Rafael Matesanz es fundador y anterior director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)