Sentencia

Dominique Pelicot, condenado a 20 años de cárcel, la pena máxima, por las violaciones múltiples a su mujer

Los otros 50 acusados han sido hallados culpables de distintos delitos. Seis de ellos quedarán en libertad porque las penas están exentas de cumplimiento o porque han cumplido parte de ellas en detención provisional

Dominique Pelicot ha sido condenado este jueves a 20 años de prisión, la pena máxima, por las violaciones a su exmujer, Gisèle Pelicot, a la que drogó para dejarla inconsciente y abusar de ella durante una década. Pelicot, quien organizó las agresiones junto con medio centenar de hombres que encontró a través de internet, fue declarado culpable de violación agravada y de todos los delitos de los que estaba acusado.

El juez encargado del caso ha considerado que el declarado autor no solo es culpable de los delitos de violación agravada contra su exmujer, sino también de tomar imágenes indecentes de su hija, Caroline, y de sus nueras, Aurore y Céline. La sentencia del Tribunal de Aviñón establece que Dominique Pelicot deberá cumplir al menos dos tercios de su condena antes de poder optar a libertad condicional.

Entre los 50 acusados restantes hay hombres con edades que van de los 27 a los 74 años, de todas las clases sociales y profesiones, como bomberos, camioneros, periodistas, enfermeros, militares o también jubilados. El tribunal de Aviñón ha declarado que todos son culpables de distintos delitos, aunque en algunos casos ha rebajado el nivel penal respecto a los cargos solicitados por la Fiscalía.

Seis de ellos quedarán en libertad porque las penas están exentas de cumplimiento o porque han cumplido parte de ellas en detención provisional. Ahora, todas las partes tienen diez días para determinar si recurren la sentencia, lo que conllevaría un nuevo juicio en el Tribunal de Apelación de Nimes con jurado popular.

Durante el juicio, algunos de los imputados reconocieron su culpabilidad, mientras que otros recalcaron que creían que la propia Pelicot había consentido mantener relaciones sexuales y alegaron que fue Dominique quien los "influyó" para que cometieran las violaciones, un extremo que ha sido negado por el principal acusado, quien ha insistido en todo momento en que los demás "estaban al corriente de todo".

Dominique Pelicot, quien ya había confesado los delitos, pidió perdón esta semana a su exmujer, Gisèle Pelicot, y a su familia durante su último alegato. Sin embargo, la acusación ha insistido en que "los excesos de Pelicot no iban dirigidos únicamente a su mujer" ha denunciado que la propia víctima ha tenido que "soportar insinuaciones de una supuesta complicidad". "Uno no nace con una perversión, uno se vuelve pervertido. Yo era un abuelo normal, como todos los demás, hasta que me salí del camino", reconoció ante los cinco jueces del tribunal.

Durante su comparecencia ante el tribunal, Gisèle Pelicot relató de manera desgarradora cómo se enteró, por boca de la Policía, de la sumisión química a la que fue sometida durante años, que daba pie a "escenas de barbarie" en los que ella era "una muñeca de trapo, una bolsa de basura" a merced de medio centenar de hombres.

La vista comenzó este jueves, a las 9.47 (8.47 GMT), en medio de una gran expectación y fuertes medidas de seguridad. Gisèle Pelicot llegó minutos antes con aspecto calmado, pese a la muchedumbre que la esperaba a la puerta del tribunal penal de Aviñón. La mujer, de 72 años, fue recibida con aplausos de decenas de personas que se acercaron este jueves para mostrarle su apoyo con pancartas en las que se leían leyendas como 'Gracias Gisèle'.

Gisèle Pelicot, de 72 años, ha transformado su dolor en una lucha pública por la justicia y el cambio social. Al decidir que el juicio fuera público, afirmó que su objetivo era "cambiar la vergüenza de bando". Su valentía la ha convertido en un símbolo feminista global y una de las mujeres más influyentes del año. Miles de personas en todo el mundo han salido a las calles para apoyarla, exigiendo justicia para las víctimas de violación y un cambio legislativo que ponga el consentimiento en el centro de las relaciones sexuales, como ya ocurre en países como España.