Lotería de Navidad

El "Caso Escámez": la mayor estafa de la Lotería de Navidad y toda su historia

A lo largo de la historia del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad se han producido anomalías relacionadas con la estafa de aquellos que se aprovechan de la fe de las personas para sacar rédito económico. Pero este caso marcó un precedente en la historia

Una niña del Colegio de San Ildefonso coge uno de los números de la Lotería de Navidad. EFE/ Juan Carlos Hidalgo
Una niña del Colegio de San Ildefonso coge uno de los números de la Lotería de Navidad. EFE/ Juan Carlos HidalgoJUAN CARLOS HIDALGOAgencia EFE

Cada 22 de diciembre, la alegría navideña se apodera de las calles españolas para emitir un rayo de esperanza sobre el espíritu de aquellos que creen en el incesante poder de esta época del año. Es entonces cuando cobra importancia el lema de "compartir es extraordinario" y su intención se concibe como un deber ante la esperanza que arroja la celebración del Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad.

Todos soñamos con el instante en el que los "Niños de la Suerte" de San Ildefonso entonen los números de la combinación de ese décimo que con tanto anhelo guardamos en el bolsillo. Es por eso que en estas fechas tan señaladas no hay cabida para la maldad, o no debería.

No obstantes, siempre que se producen este tipo de acontecimientos, los desalmados que utilizan estos eventos para enriquecerse salen de debajo de las piedras. Y es que este tipo de estafas siguen vigentes durante nuestros días e incluso, con el auge de las tecnologías, se han intensificado y popularizado en los suburbios de la red.

Asimismo, la incomparecencia de un carácter legislativo que corte de raíz el problema endurece todavía más este tipo de situaciones. Por tanto, cada vez que compremos un boleto, ya sea para compartirlo o para uso propio, es necesario comprobar su veracidad y asegurarse de que no se trata de un posible caso de fraude.

En la historia que hoy traemos, sucedida en 1951 y con el franquismo ya consolidado en la sociedad española, se produjo uno de los mayores fraudes en la historia de la Lotería de Navidad. Y es que este timo supuso un antes y un después, puesto que, sus efectos tuvieron repercusión sobre más de 5.000 participantes pertenecientes a distintas provincias y localidades.

Como consecuencia directa de este suceso, el Estado tomó las medidas pertinentes para evitar que se repitiera en el tiempo prohibiendo a las Administraciones de Lotería vender participantes. No obstante, los particulares quedaron exentos de esta prohibición y la replica de dicha estafa fue inevitable en los próximos años.

El "Caso Escámez": la mayor estafa de la Lotería de Navidad

Durante el recorrido de la disciplina de estafar a los amantes de este sorteo encuentra sus vertientes en el contexto en el que se produce. Si bien hoy los ejemplos más significativos de estos robos se producen vía SMS, si nos remontamos años atrás a los inicios de dicha celebración encontramos otros métodos como la carta o los falsos videntes.

Sin embargo, hay un proceso que todavía perdura, el de los décimos falsos vendidos en mano. Efectivamente esta táctica es la que hoy nos concierne. El autor de esta acción es Miguel Escámez quien tenía dos administraciones en Sevilla que recibían el nombre de Doña Francisquita y La Europa.

El timador escogió dos número que tenía en venta y los multiplicó imprimiéndolos en masa. Estos eran vendidos a una peseta, un precio muy asequible para la época, y con un riesgo mínimo según el estafador, ya que las probabilidades de que salieran alguna de las dos combinaciones era casi irrisorio. No obstante, la Ley de Murphy se consumó. Las dos cifras elegidas por Escámez eran el 2703 y el 2704, dos sumas a su juicio aparentemente "feas" que "nadie imaginaba que salieran en el bombo". Pero, claro, con la celebración del sorteo sucedió lo inesperable y es que el devenir de dichos acontecimientos en realidad era algo inexorable.

El desenlace: justicia y cárcel para el estafador

Cuando la realidad salió a la luz, todos los sevillanos que habían adquirido dicho cartón mostraron su descontento con el autor del acto y este no tardó en notar el poder de la justicia sobre sus hombros. El premio que le había tocado a cada portador del décimo era de unas 7.500 pesetas y aquellos que sufrieron esta acción en sus propias carnes fueron más de 5.000 participantes. Finalmente, Miguel Escámez fue condenado con 22 años de prisión desglosados en 12 años por delito de falsedad y 10 por apropiación indebida. Aunque, los afectados pidieron la pena de muerte por los crímenes cometidos. Y sus cómplices también recibieron una pena de ocho años de cárcel.