Prevención

¿Por qué es necesario seguir vacunándose de la Covid-19? Los expertos lo aclaran

El SARS-CoV-2 puede provocar complicaciones graves en mayores y pacientes de riesgo

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La vacunación protege de efectos adversos gravesIcal

A pocas semanas de rememorar el quinto aniversario de los peores días de la pandemia de la Covid-19, aquella «pesadilla» parece haberse quedado en el recuerdo de una película. Sin embargo, la realidad es que el SARS-CoV-2 no se ha ido y continúa circulando. Y lo hace de manera amplia, tanto en los meses más fríos, cuando se propagan la mayoría de los virus respiratorios, como también durante otras épocas del año, sin una estacionalidad definida. Su capacidad de infectar, provocar enfermedades agudas graves y generar afecciones posteriores a la infección se mantiene más allá de las temporadas de otoño-invierno, por lo que el riesgo de contagiarse existe durante todo el año.

Buena prueba de ello es que, a pesar de que la severidad de las hospitalizaciones por SARS-CoV-2 ha disminuido respecto a la pandemia, estas continúan con dos picos observados en la temporada 2023-2024: uno en invierno y otro en verano. «De momento la covid no es estacional ni estable. La variable principal que determina la fluctuación de casos es la variante del virus emergente que acabe predominando», afirma el Dr. Antoni Trilla, jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona.

Los más vulnerables

En este escenario, el SARS-CoV-2, junto a otros virus como la gripe o el virus respiratorio sincitial (VRS), no son una cuestión trivial, sobre todo cuando hablamos de personas mayores de 60 años, quienes son más vulnerables a desarrollar complicaciones graves. «Sabemos que a partir de esa edad hay un mayor riesgo de hospitalizaciones, neumonía y fallecimiento a causa de la enfermedad por la inmunosenescencia, es decir, el deterioro del sistema inmune provocado por el envejecimiento. Y este riesgo resulta más alto en personas con patologías de base o crónicas, como cardiopatías, obesidad, asma, EPOC, diabetes, enfermedades neurológicas, etc.», advierte Iván Sanz, responsable científico y de vigilancia virológica del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. Las cifras así lo refrendan, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya que las personas de 65 años o más siguen siendo las más vulnerables a la enfermedad grave y la mortalidad por Covid-19. En concreto, este grupo ha representado más de la mitad de las hospitalizaciones registradas en el transcurso de la temporada 2023-2024, evidenciando su mayor riesgo frente al virus.

Desde abril de 2022, este grupo alcanza el 88% de los fallecimientos mensuales reportados por esta enfermedad en el mundo; y en 2024 superó los cinco millones de casos y las 70.000 muertes notificadas a la OMS. Una elevada tasa de casos, hospitalización y mortalidad que subraya la necesidad de mantener estrategias de prevención y vacunación en esta población de riesgo.

La constante evolución de este virus respiratorio, junto con la circulación de diferentes linajes, plantea desafíos continuos para las estrategias de prevención y control, especialmente en lo que respecta al diseño de vacunas y la vigilancia epidemiológica. «La población se expone a nuevas variantes del virus y va ajustando y/o reforzando la inmunidad, tanto humoral (anticuerpos que neutralizan patógenos extracelulares) como celular, (células que atacan otras células infectadas por patógenos). Sabemos que el componente humoral decae con el tiempo (meses) y el celular se mantiene más. Estos dos factores, combinados con el “paisaje inmunitario” (personas infectadas, vacunadas o ambas cosas) y la variante predominante son importantes para decidir la estrategia de vacunación, pues sabemos que la vacuna reduce significativamente el riesgo de ingresar o sufrir complicaciones graves, incluyendo la covid persistente, síntomas que pueden continuar o aparecer después de la fase aguda de la infección, y la mortalidad», explica Trilla.

Protección continua

La vacunación continua resulta crucial para prevenir brotes y proteger a los grupos más vulnerables, como también sigue desempeñando un papel fundamental en la prevención de formas graves. De hecho, las vacunas actuales basadas en variantes como la JN.1, reducen significativamente las manifestaciones clínicas graves, hospitalizaciones y muertes.

No obstante, a pesar de la persistencia del virus y sus riesgos, «las tasas de vacunación frente a la covid han disminuido porque hay una errónea percepción de poca gravedad», lamenta Sanz. De hecho, según datos de cierre del Covidmetro de Sanofi, la cobertura en mayores de 60 años ha sido del 38,7%, muy por debajo de los objetivos marcados por el Ministerio de Sanidad para este grupo diana (75%). «Hay que concienciar mejor de que es la estrategia más eficaz para proteger a la población», destaca Sanz.

El desafío adicional de la COVID-19 persistente

Un problema subestimado pero creciente es la covid persistente o «long covid», es decir, el desarrollo de síntomas tres meses después de la infección inicial por SARS-CoV-2, los cuales se mantienen durante al menos dos meses después de su aparición. Esta condición afecta al 10% de los casos, incluso en los más leves, y puede tener consecuencias duraderas en múltiples órganos, como corazón, pulmones o cerebro, además de impactar en la salud mental.

Por todo ello, dado que el SARS-CoV-2 está llamado a perpetuarse como un patógeno endémico, y con el fin de contrarrestar la disminución en las coberturas vacunales y proteger a una mayor parte de la población, las autoridades sanitarias recomiendan la coadministración de las vacunas contra la gripe y la Covid-19. «Esta estrategia tiene muchas ventajas para el usuario, porque facilita la administración, y no tiene ninguna contraindicación. Al contrario, varios estudios confirman que tiene la misma cantidad de protección y no rebaja la capacidad de luchar contra las dos enfermedades», afirma Sanz. En este sentido, los resultados del primer estudio de monitorización de las vacunaciones estacionales frente al SARS-COV-2 realizado por Sanofi erigen la vacuna antigripal como impulsora de la de la Covid-19.

En este campo la investigación no cesa. Por un lado, el desarrollo de nuevas vacunas frente a la Covid-19 con tecnologías mejoradas: se busca ofrecer una protección más duradera, mayor eficacia contra variantes emergentes, un perfil de seguridad optimizado y menos efectos secundarios. Estas innovaciones son cruciales para el futuro, ya que permitirían controlar la enfermedad a largo plazo y adaptarse a la evolución del virus. Por otro, ya se trabaja en una vacuna combinada de gripe-covid «que tendría potencialmente la ventaja de poder adaptarse más rápidamente a las posibles variaciones de ambos virus», asegura el Dr. Trilla. «Si en un solo pinchazo protegemos de ambas enfermedades, será un logro. Confío en que sea una realidad en 2030», augura Sanz.

Mientras, los expertos aconsejan vacunarse anualmente para tener un buen escudo inmunitario, sobre todo en los grupos de riesgo y en los mayores de 60 años.