Salud
Sin pastillas: dos neurólogos desvelan la clave para reducir los "ovillos" del alzhéimer
Los investigadores han obtenido resultados prometedores que sugieren que la actividad física reduce los depósitos de beta amiloide que dañan el cerebro
Estos días se habla mucho de Lecanemab, un fármaco contra el alzhéimer, que podría evitar que la beta amiloide dañe el cerebro. Esta proteína lleva siendo la diana a la que los científicos apuntan en los últimos años, en su trabajo por encontrar una terapia contra esta devastadora enfermedad caracterizada por la pérdida de memoria, y que afecta a más de 50 millones de personas en todo el mundo.
Investigaciones anteriores han descubierto que los pacientes con esta condición presentan una acumulación anormal de esta sustancia natural, la proteína beta amiloide, en el cerebro, que puede alterar la neurotransmisión. En la actualidad, la enfermedad no tiene cura. Sin embargo, los expertos cada vez están más cerca de descifrar su funcionamiento para idear nuevos tratamientos que puedan reducir o prevenir sus síntomas.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista científica Neuron, sugiere que la hormona irisina, inducida por el ejercicio, podría reducir la patología de placas y ovillos de la enfermedad de Alzheimer. Al frente se encuentran los investigadores que previamente desarrollaron los primeros modelos de cultivo de células humanas en 3D del alzhéimer.
Estos mostraron dos características principales de la enfermedad: la generación de depósitos de beta amiloide, seguida de ovillos de tau. Esta vez, han utilizado su modelo para investigar si la hormona muscular irisina inducida por la actividad física afecta a la patología beta amiloide.
Resultados prometedores
El equipo dirigido por el Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, ha obtenido resultados prometedores que sugieren que las terapias basadas en la irisina podrían ayudar a combatir la enfermedad de Alzheimer al demostrar que el ejercicio físico reduce los depósitos de beta amiloide en varios modelos de ratón con alzhéimer. Aunque, eso sí, indican que "los mecanismos implicados siguen siendo un misterio".
Según el trabajo, el ejercicio aumenta los niveles circulantes de la hormona irisina, derivada del músculo, que regula el metabolismo de la glucosa y los lípidos en el tejido adiposo y aumenta el gasto energético al acelerar el oscurecimiento del tejido adiposo blanco. También te puede interesar: El nuevo síntoma recién descubierto del alzhéimer que se produce en el estómago
Los estudios han revelado que la irisina está presente en cerebros humanos y de ratón, y que sus niveles se reducen en pacientes con alzhéimer y en modelos de ratón de la enfermedad.
Para comprobar si la irisina desempeña un papel causal en la relación entre el ejercicio y la reducción de la beta amiloide, los doctores Se Hoon Choi y Eun Hee Kim, de la Unidad de Investigación sobre Genética y Envejecimiento del citado hospital, junto con otros colegas investigadores, aplicaron la hormona a su modelo de cultivo celular tridimensional de la enfermedad de Alzheimer.
"En primer lugar, comprobamos que el tratamiento con irisina reducía notablemente la patología de la beta amiloide", explica Choi. "En segundo lugar, demostramos que este efecto de la irisina era atribuible a una mayor actividad de la neprilisina debido al aumento de los niveles de neprilisina secretada por unas células del cerebro llamadas astrocitos".
La neprilisina es una enzima que degrada la beta amiloide y que se ha observado que aumenta en los cerebros de ratones con alzhéimer expuestos a ejercicio u otras condiciones que reducen la beta amiloide.
Potencialmente útil como terapia
Los investigadores descubrieron aún más detalles sobre los mecanismos que explican la relación entre la irisina y la reducción de los niveles de beta amiloide. Por ejemplo, identificaron la integrina alfaV/beta5 como el receptor al que se une la irisina en los astrocitos para provocar que las células aumenten los niveles de neprilisina.
Además, descubrieron que la unión de la irisina a este receptor provoca una reducción de la señalización de vías en las que intervienen dos proteínas clave: la cinasa regulada por señales extracelulares (ERK) y el activador de señales de transcripción 3 (STAT3). La reducción de la señalización ERK-STAT3 fue crítica para la potenciación de la neprilisina inducida por la irisina.
Estudios anteriores han demostrado que, en ratones, la irisina inyectada en el torrente sanguíneo puede llegar al cerebro, lo que la hace potencialmente útil como terapia.
"Nuestros resultados indican que la irisina es un importante mediador de los aumentos de los niveles de neprilisina inducidos por el ejercicio, que conducen a una reducción de la carga de beta amiloide, lo que sugiere una nueva vía diana para terapias dirigidas a la prevención y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer", afirma Rudolph Tanzi, doctor, autor principal del estudio y director de la Unidad de Investigación sobre Genética y Envejecimiento.