Investigación
Las muertes de la DANA cuando el agua se ha ido
Un estudio sobre inundaciones en 35 países revela que el pico de defunciones por enfermedades se da a los 25 días y sigue hasta 60 días después del evento extremo
Lo sucedido en Valencia con la DANA del 29 de octubre dispara aún más la preocupación por los eventos meteorológicos extremos. Y si bien, la gota fría es un fenómeno propio de esta zona del Mediterráneo, la creciente frecuencia de las DANAs y la intensificación de las lluvias asociadas a ellas están estrechamente ligadas al cambio climático.
En este contexto, un equipo de científicos de la Universidad de Monash, en Australia, tras analizar las inundaciones registradas en 761 comunidades de 35 países entre 2000 y 2019 (entre ellos España), ha descubierto que las personas afectadas por una inundación tienen un riesgo significativamente mayor de morir entre las tres y seis semanas después del desastre, incluso después de que la inundación causada por las lluvias torrenciales se haya disipado.
En concreto, el estudio, publicado en «BMJ» cuando las últimas inundaciones de Nueva York, concluye que el riesgo de morir por todas las causas, incluidas las cardiovasculares y las respiratorias, alcanzaba un pico a los 25 días de la exposición a la inundación que persistía hasta los 60 días (50 en el caso de la mortalidad cardiovascular) después del día de la inundación.
El estudio encontró que las defunciones aumentaron un 2,1% en el caso de las muertes por todas las causas, un 2,6% para las cardiovasculares y un 4,9% para las respiratorias.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron un total de 47,6 millones de fallecimientos por todas las causas, incluidas 11,1 millones de muertes cardiovasculares y 4,9 millones de muertes respiratorias.
Las asociaciones entre inundaciones y mortalidad fueron más fuertes en los países de bajos ingresos y una alta proporción de personas mayores.
En las comunidades afectadas por inundaciones, hasta el 0,10% de las muertes por todas las causas, el 0,18% de las muertes cardiovasculares y el 0,41% de las respiratorias se atribuyeron a este motivo.
Las inundaciones representan casi la mitad (43%) de todos los desastres naturales y se prevé que aumenten en gravedad, duración y frecuencia en el contexto del cambio climático.
De cumplirse lo reportado en este estudio, dirigido por los profesores Shanshan Li y Yuming Guo de la Facultad de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad de Monash, en colaboración con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, el pico de muertes tras las inundaciones de la DANA se alcanzaría el 23 de noviembre y continuaría hasta el 28 de diciembre (hasta el 18 de diciembre en el caso de las cardiovasculares).
Después de una inundación, las muertes por causas naturales pueden ser provocadas por la contaminación de los alimentos y el agua, la exposición a patógenos (es decir, hongos, bacterias y virus), el acceso limitado a los servicios de salud y el deterioro psicológico.
Según el profesor Guo, los proveedores de atención médica deben ser conscientes de los mayores riesgos para la salud después de las inundaciones, en particular en las comunidades vulnerables y cuando hay inundaciones persistentes, ya que los impactos en la salud se acumularán: «Deben estar preparados para el aumento repentino de las demandas de los servicios de salud para reducir las muertes evitables por causas naturales». Y los políticos «deberían priorizar la preparación integral para los desastres para reducir las muertes atribuibles a inundaciones, incluidas las medidas de adaptación al cambio climático debido al aumento previsto de las inundaciones a nivel mundial», añade.
«Este estudio denota que se deberían mejorar las estrategias de respuesta a estos desastres y, de ese modo, reducir el número de muertes evitables», explica José María Baldasano, catedrático emérito de Ingeniería Ambiental (UPC) y Premio Rey Jaime I de Medio Ambiente. Máxime cuando «las lluvias torrenciales y las inundaciones extremas han aumentado más del 50% en la última década y se producen a un ritmo cuatro veces superior al del año 1980, así como su severidad, como lo refleja un informe del Consejo Asesor Científico de las Academias Europeas», añade Baldasano.
«En un estudio previo pero realizado sobre terremotos se ha visto que transcurrido un periodo de dos meses hay un pico de muertes cardiovasculares por estrés. Estar sin casa, sin vida, sin familia... ese estrés es el desencadenante. Ahora bien, al menos en ese estudio, pese a ese aumento, luego las cifras totales, al año, no son mayores, sino que se concentran en esos dos meses tras el desastre natural», explica el doctor Luis Rodríguez Padial, cardiólogo y presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
«Es –prosigue– como si a una persona con acumulación de placa ateromatosa en las arterias por el fuerte disgusto se le rompiera la placa. Ahora bien, algunos casos no se hubieran producido, pero el estudio concluye que al final el número de muertes cardiovasculares sería el mismo».
Prevención
En este contexto, el presidente de la SEC incide en lo importante que es la prevención: «Lo ideal es adoptar de forma más enérgica las medidas de prevención, de modo que si tienes el colesterol alto hay que tomar medicamento y cuidar dieta, hablar con tu médico por si te tiene que subir la dosis para bajar niveles de colesterol. Es decir, controlar factores que juegan un papel principal» en nuestra afección cardiovascular porque está el factor de estrés que no controlamos.
En este sentido, «es conveniente hacer dieta y ejercicio físico moderado para disminuir la ansiedad y el estrés y desde luego ir al psicólogo si se puede para aprender a relajarse», recomienda.
Limpiar la casa, las aceras y las calles de barro y lodo no cuenta como ejercicio físico, según este especialista, ya que «aunque no sabemos por qué hacer ejercicio físico mientras se trabaja no disminuye el riesgo cardiovascular, es decir, no es lo mismo que hacer ejercicio deportivo. Y tampoco lo es quitar barro, ya que seguramente mientras uno esté limpiando esté pensando en el disgusto que tiene y limpiará con estrés» y no tiene beneficios, o al menos no tantos, para el corazón, que hacer ejercicio físico como ocio.
En el caso del aumento de muertes respiratorias, la doctora Perla Valenzuela, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), explica que suele suceder en pacientes de riesgo y es por la mayor humedad presente en el ambiente, como se publicó en este suplemento el pasado domingo. Esto «precipita el riesgo para pacientes que ya tienen patología respiratoria de base, aumenta las agudizaciones de EPOC, de personas asmáticas y también las cardiopatías de aquellos que la tienen asociada», afirma la doctora, quien añade que también aumentan los virus respiratorios, sincitial respiratorio, influenza A y los rinovirus, lo que también precipita la agudización en estos pacientes».
En cuanto a la prevención, «lo aconsejable en el caso de estos pacientes con patología asociada de base es hacer solo salidas imprescindibles, ir con mascarilla al centro de salud u hospital, lavado de manos... En la medida de lo posible hay que mantener la medicación habitual. Si lo has perdido es prioritario conseguirlo de nuevo. Un paciente con EPOC leve puede prescindir un par de semanas de tratamiento, pero un paciente con EPOC moderado o grave ni 12 horas», explica la doctora que recuerda que «no tomar la medicación aumenta la dificultad respiratoria y hace que los bronquios estén más susceptibles a la entrada de los virus citados».
Un 92% más eventos desde 2010
►«Los eventos relacionados con el clima han aumentado un 92% desde 2010, según la compañía de seguros alemana Munich Re. Los valores de pérdidas y daños no son solo debidos a la crisis climática, sino también al aumento de población, al crecimiento económico y a los procesos de urbanización, especialmente en zonas inundables. Lo que enfatiza aún más la importancia de que la sociedad adapte su planificación ante estas nuevas condiciones extremas», incide Baldasano.
Máxime cuando, según este experto, la frecuencia de estos eventos «se está acelerando. Los procesos climáticos impulsores son el debilitamiento de la Corriente del Golfo y el comportamiento serpenteante de la corriente en chorro en el hemisferio norte por un mayor calentamiento del polo Norte. Esto último es la razón principal causante de los fenómenos de gota fría».
«La emisión de gases de efecto invernadero es la principal causa responsable de estos cambios tendenciales. Las emisiones de CO2 han crecido un 8% desde la firma del Acuerdo de París en 2015, según el informe del GCP. Y de seguir así hay un 50% de posibilidades de que se superen los 1,5ºC de forma constante en seis años, lo que acelerará aún más la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos», añade el catedrático emérito.
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