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¿Por qué Westfalia supuso el principio del fin del Imperio español y el inicio del nuevo orden internacional?

Aunque tras la firma del tratado en 1648 la Monarquía Hispánica siguió manteniendo buena parte de sus posesiones, ahí arranco un lento declive que se prolongó en el siglo XVIII y culminó con el fin de las posesiones en Hispanoamérica
Westfaelischer Friede in Muenster
Westfaelischer Friede in MuensterGerard Terborch 1648
La Razón

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El Tratado de Westfalia, firmado en 1648, marcó un punto de inflexión en la historia de Europa. Este conjunto de acuerdos puso fin a dos de los conflictos más devastadores del continente: la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648). Pero más allá de cerrar estas guerras, Westfalia representó un cambio estructural en la política internacional, dando lugar a un nuevo orden basado en la soberanía de los estados, debilitando la influencia de la Iglesia y estableciendo las bases del sistema internacional moderno.
Para España, que había sido la potencia dominante durante más de un siglo gracias a la expansión de los Habsburgo y su control sobre vastos territorios en Europa y América, este tratado significó el principio del fin de su hegemonía. A partir de este momento, la Monarquía Hispánica entró en un periodo de declive progresivo, cediendo terreno a otras potencias emergentes como Francia, Suecia y las Provincias Unidas (Holanda).
  • La hegemonía española antes del Tratado
Durante los siglos XVI y XVII, España fue la mayor potencia de Europa y del mundo. La Monarquía Hispánica, bajo los reinados de Carlos I y Felipe II, había alcanzado una extensión territorial sin precedentes, incluyendo:
  • La península ibérica y sus colonias en América
  • Italia (Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán)
  • Los Países Bajos y Flandes
  • El Franco Condado
  • Portugal y su imperio ultramarino (1580-1640)
  • Los territorios patrimoniales de los Habsburgo en Austria y el Sacro Imperio Romano Germánico
España mantenía su poder gracias a su superioridad militar, representada por los tercios españoles, y su enorme riqueza proveniente de América, sustentada en la explotación de minas de oro y plata en el Nuevo Mundo.
Sin embargo, esta supremacía tenía sus límites. El costo de las constantes guerras, las crisis internas y la creciente resistencia de otras potencias europeas empezaron a debilitar la estructura del Imperio.

Los conflictos que llevaron al declive español

1. La Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) y la independencia de Holanda
Uno de los primeros signos del desgaste español fue la rebelión de las Provincias Unidas contra Felipe II en 1568, que dio inicio a la Guerra de los Ochenta Años.
Los holandeses, liderados por Guillermo de Orange, se enfrentaron a la Monarquía Hispánica con el respaldo de potencias protestantes como Inglaterra y Francia. La guerra no solo drenó recursos militares y económicos de España, sino que también demostró la incapacidad de los Habsburgo para controlar sus extensos dominios.
El Tratado de Münster (1648), parte de la Paz de Westfalia, significó el reconocimiento oficial de la independencia de las Provincias Unidas, un golpe simbólico y estratégico para España, que perdía definitivamente un territorio clave en el comercio y la política europea.
2. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648): España contra Europa
La Guerra de los Treinta Años comenzó como un conflicto religioso entre católicos y protestantes en el Sacro Imperio Romano Germánico, pero pronto se transformó en una guerra de equilibrio de poder en la que Francia, Suecia y otras potencias europeas buscaron debilitar la influencia de los Habsburgo.
España participó activamente en el conflicto en defensa del catolicismo y del emperador Fernando II, pero se vio sobrepasada por el desgaste financiero y militar.
Uno de los puntos de inflexión ocurrió en 1643 con la batalla de Rocroi, donde el ejército español fue derrotado por las fuerzas francesas. Esta derrota simbolizó el fin de la invencibilidad de los tercios españoles y dejó claro que el poder militar de España ya no era el mismo que en el siglo anterior.
3. Las rebeliones internas en España: Cataluña y Portugal
El desgaste de las guerras en Europa debilitó la autoridad de la Monarquía Hispánica, lo que facilitó el estallido de sublevaciones en sus propios territorios:
En 1640, Portugal se rebeló y logró su independencia en 1668.
En Cataluña, el conflicto con la nobleza local derivó en la Guerra de los Segadores (1640-1659), que debilitó aún más a la monarquía.

El Tratado de Westfalia y sus consecuencias

El Tratado de Westfalia, firmado el 24 de octubre de 1648 en Münster y Osnabrück, tuvo efectos devastadores para España:
  • Reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas: España perdía un territorio clave para el comercio y la estrategia militar.
  • Reducción de la influencia en el Sacro Imperio: Francia y Suecia se consolidaron como las potencias dominantes en Alemania, limitando la capacidad de España para intervenir en la región.
  • Aislamiento diplomático: La monarquía hispánica quedó debilitada y sin aliados fuertes.
  • Crisis económica y militar: La guerra había consumido enormes recursos, dejando al imperio en una profunda crisis.
En términos estratégicos, el tratado simbolizó el fin del dominio español en Europa y el ascenso de Francia como la nueva gran potencia.
El nuevo orden internacional: el fin del Imperio uniserval
Uno de los cambios más importantes tras Westfalia fue el nacimiento de un nuevo modelo de relaciones internacionales basado en tres principios fundamentales:
  • Soberanía de los Estados: Se reconoció el derecho de cada nación a gobernarse sin interferencias externas, sentando las bases del sistema de estados-nación moderno.
  • Equilibrio de poder: Francia, Suecia y otras potencias establecieron un sistema en el que ningún país debía dominar sobre los demás, evitando el resurgimiento de una monarquía universal como la de los Habsburgo.
  • Declive de la autoridad papal y del Sacro Imperio: Se fortaleció la independencia política de los estados frente a la Iglesia y se confirmó el debilitamiento del poder imperial en Alemania.
Estos principios aún rigen la política internacional actual, marcando el fin del ideal de un imperio cristiano unificado y el comienzo de un sistema de diplomacia entre estados soberanos.
El Tratado de Westfalia no solo puso fin a dos guerras devastadoras, sino que también reconfiguró el mapa político de Europa, sellando la caída de España como primera potencia mundial y dando inicio a la hegemonía francesa.
Lo que siguió fueron décadas de conflictos en los que España intentó recuperar su influencia, pero el declive era irreversible. A lo largo del siglo XVIII, la Monarquía Hispánica se vio superada por otras potencias y su rol en Europa quedó reducido.
Westfalia marcó el fin de una era y el nacimiento del mundo moderno, donde los estados y no los imperios universales serían los protagonistas del escenario global.

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