
Salud
Me diagnosticaron Alzheimer con 41 años: esta fue la primera señal
Sólo entre el 5% y el 10% de los diagnósticos de Alzheimer son a personas menores de 65 años. Reconocer a tiempo los síntomas es vital para marcar la diferencia en la calidad de vida

Fraser, un profesor e investigador australiano, recibió un inesperado y devastador diagnóstico: Alzheimer de aparición temprana a los 41 años. La enfermedad, que suele manifestarse en personas mayores de 65 años, comenzó a dar sus primeras señales en él cuando apenas se acercaba a los 40. Pero, ¿cuáles fueron los primeros indicios que lo llevaron a sospechar que algo andaba mal?
El primer incidente que lo preocupó ocurrió cuando tenía 39 años. Una noche, Fraser se sentó a ver una película con su pareja. Para él, era la primera vez que la veía, pero su pareja le recordó que ya la habían visto juntos un mes antes.
"Vi la película entera y el final fue una sorpresa para mí. No tenía ningún recuerdo de haberla visto", explica Fraser en un video compartido en YouTube, que ya cuenta con más de 120.000 visualizaciones.
En ese momento, aunque le pareció extraño, no le dio demasiada importancia. Pensó que podía tratarse de un simple olvido. Sin embargo, poco antes de cumplir 40 años, comenzó a notar otros problemas sutiles. Sentía que sus pensamientos eran cada vez más "superficiales" y "difusos", lo que lo preocupaba, pero no lo suficiente como para acudir al médico.
El incidente que lo aterrorizó
El verdadero punto de inflexión llegó poco antes de su diagnóstico, con un episodio que lo dejó conmocionado. Una noche, Fraser entró en pánico al darse cuenta de que no sabía dónde estaba su hija adolescente. Convencido de que había desaparecido, salió en su coche a buscarla desesperadamente. Llamó a sus amigos, recorrió la ciudad e incluso estuvo a punto de contactar a la policía.
Pero su angustia se disipó de golpe cuando recibió una llamada de su hija: "Oye, papá, estaba en el cine. ¿Recuerdas cuando te lo dije?". En efecto, ella le había contado varias veces a lo largo del día que iría al cine con una amiga y que regresaría tarde. Sin embargo, Fraser lo había olvidado por completo.
Ese momento fue crucial. "Fue aterrador darme cuenta de que había olvidado algo tan importante", confiesa. Tras este episodio, finalmente decidió buscar ayuda médica.
Después de varias evaluaciones, Fraser recibió la noticia que cambiaría su vida: Alzheimer de aparición temprana. Sólo entre el 5% y el 10% de los casos de Alzheimer se diagnostican en personas menores de 65 años, lo que convierte su caso en algo inusual. Además, los estudios indican que el tiempo promedio hasta el diagnóstico es de 4,4 años en personas más jóvenes, en comparación con 2,2 años en mayores de 65.
Vivir con Alzheimer a los 41
Desde su diagnóstico, Fraser ha notado cómo su vida diaria se ha visto alterada. "Me cuesta organizarme. Si alguien cambia un plan que ya estaba establecido, casi siempre recuerdo la versión original y me confundo", explica. También describe una sensación constante de "niebla mental", lo que le dificulta concentrarse.
En los últimos seis meses, ha experimentado episodios preocupantes, como olvidar cómo cerrar la ducha o incluso cómo conducir su coche, actividades que antes realizaba de manera automática. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, sigue trabajando y tratando de mantener su rutina.
"No siento que mis síntomas me controlen del todo, pero al final del día estoy agotado. Es como si mi cerebro estuviera saturado", revela.
La importancia de reconocer las señales tempranas
El caso de Fraser es un recordatorio de que el Alzheimer no sólo afecta a los adultos mayores. Aunque la enfermedad suele asociarse con la vejez, también puede presentarse en personas jóvenes, y los primeros síntomas pueden ser fácilmente ignorados o atribuidos al estrés y al ritmo de vida acelerado.
Olvidos frecuentes, dificultades para concentrarse y problemas con la organización pueden ser indicios de que algo no está bien. En casos como el de Fraser, reconocer estos signos tempranos y buscar ayuda médica puede marcar la diferencia en la calidad de vida y en el acceso a tratamientos que pueden ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad.
"Espero que compartir mi historia ayude a otros a reconocer los signos y a buscar ayuda antes de que sea demasiado tarde", concluye Fraser.
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