Trasplantes

Las personas con tumor cerebral maligno, a un paso de donar órganos

Un equipo del Hospital Virgen de la Arrixaca solicitará a la ONT que autorice ceder órganos a estos pacientes, tras verificar que el riesgo de transmisión de células malignas con el trasplante es 0 en el caso del corazón

Trasplante de órganos
Trasplante de órganosOCATTOCATT

Gracias al padre de Juan Antonio Encarnación, oncólogo del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, los pacientes con tumor cerebral maligno están más cerca de poder donar sus órganos.

«Todo comenzó el 24 de diciembre de 2020. Me llamó mi padre por teléfono porque tenía un hormigueo en la mano, no llevaba bien la paleta, es obrero. Le dije que viniera al centro para que le explorara el neurólogo de guardia. A las 15:00 de la tarde me llamó el radiólogo, que bajara, no me lo quería decir por teléfono. La biopsia confirmó que tenía un glioblastoma, un tumor que tiene una supervivencia media de 12 meses», explica.

Como su padre tiene carné de donante y siempre le había dicho que cuando falleciera quería donar sus órganos, su hijo fue a hablar con Mario Royo-Villanova, coordinador de trasplantes de la Arrixaca, que en adelante se convirtió en director de su tesis junto al jefe de Oncología, José Luis Alonso Romero.

«Le pregunté si una persona con tumor cerebral maligno puede donar. Me recomendó que me mirara las guías. Revisé la europea y la inglesa que ya hablaban de que se debe bajar el riesgo de transmisión que se piensa que hay para este tipo de tumor», recuerda. A ambos les pareció una buena idea hacer este proyecto, cuyo resultado ha sido una tesis que ha demostrado que estos pacientes pueden donar corazón e hígados sin riesgo para el receptor. En el caso del riñón, aún queda por estudiar el riesgo real que tiene.

La mayoría de los pacientes con un tumor cerebral maligno, considerados aquellos agresivos en fase III y IV (en este tumor la fase no indica expansión sino malignidad de las células) no tienen metástasis y fallecen por enfermedad activa.

«Hasta ahora no se aprovechaba ninguno de sus órganos, solo se autorizaban trasplantes de donantes en grado I y II. En fase III y IV en ningún caso hasta ahora porque estaba prohibido. Solo se hizo uno en 2018 en España y fue casualidad», explica. No se sabía, en teoría, que tenía el tumor.

Pero gracias a esta tesis, la situación podría cambiar. En el caso del corazón, la donación por parte de pacientes con tumor cerebral maligno«permitiría ser autosuficientes. Se podría reducir a cero la lista de espera porque con este órgano no hay transmisión», asegura.

No es el único en afirmarlo. El doctor Royo-Villanova recuerda que «cada año mueren 3.200 personas con tumor cerebral maligno en España y no hay tantos pacientes con enfermedad cardiovascular que requieran un trasplante, por lo que a medio-largo plazo podríamos ser autosuficientes».

En el caso del resto de órganos, lograr este objetivo es más difícil: «Que los pacientes con hepatocarcinoma mueran o no depende de si reciben un trasplante por lo que no te puedo dar una cifra, pero la donación de personas con tumor cerebral maligno causará un impacto positivo en las listas de espera. En el caso del riñón, depende de los proyectos enviados al Carlos III y a la Mutua de Madrid para conseguir financiación para estudiar el riesgo de trasplante, ya que la probabilidad de que estos pacientes fallezcan es baja, y los urólogos tienen más miedo». Algo lógico, ya que los enfermos cardiovasculares y los hepáticos pueden morir estando en lista de espera.

En cuanto al riesgo analizado en esta tesis, el oncólogo ha analizado la bibliografía existente sobre los trasplantes hechos a nivel mundial por parte de donantes con tumor cerebral maligno. «En España, antes de este proyecto hubo un solo caso, el de 2018. En Europa, unos100 trasplantes y en el mundo, 400 aproximadamente», recuerda.

Este análisis ha permitido conocer que el riesgo de transmisión de células tumorales al receptor «es de 0% en el caso del corazón, porque no ha habido ningún caso de transmisión, y en cuanto a hígado y riñón el riesgo es inferior al 1%. En el del pulmón, la probabilidad es más elevada porque se han producido dos casos a nivel mundial», precisa el autor de la tesis.

Imagen tomada durante un trasplante cardíaco cedida por el Dr. Rubén Jara (jefe de UCI) y el Dr. Sergio Canovas (jefe de Cirugía Cardiovascular) del Hospital Virgen de la Arrixaca, en la Región de Murcia
Imagen tomada durante un trasplante cardíaco cedida por el Dr. Rubén Jara (jefe de UCI) y el Dr. Sergio Canovas (jefe de Cirugía Cardiovascular) del Hospital Virgen de la Arrixaca, en la Región de MurciaCedida

A tenor de estos datos, cree que la iniciativa se podrá expandir a todo el país para que los pacientes con tumor cerebral pudieran donar.

«Ahora a un donante se le hace una placa de tórax y una ecografía previa a la donación. A estos nuevos donantes se les hace también un escáner, un tac completo el mismo día de la donación para descartar la presencia de células tumorales en su organismo. Si hubiera duda se le haría una biopsia, y en caso de dar positivo no se haría el trasplante», detalla Encarnación.

«Al receptor –prosigue– se le hacen las pruebas habituales. Tras el trasplante, se le hace un seguimiento: un escáner cada tres meses en los dos primeros años y a partir de entonces uno cada seis meses. También una ecografía de cada órgano cada tres meses que al resto se hace cada seis. Eso es lo que hemos planteado para los receptores de órganos de estos donantes».

Eso sí, antes de nada, «la decisión la toma el paciente compartida con el equipo», explica Royo-Villanova.

«Yo no tendría duda en ser receptor de un corazón de un donante con tumor cerebral maligno porque no existe transmisión documentada. En el caso de los pacientes hepáticos que ya tienen cáncer o que estén graves, el riesgo puede ser razonable. Yo desde luego me trasplantaría un hígado de ese perfil de donante si estuviera en lista de espera o tuviera un cáncer de hígado», asegura Royo-Villanova.

“De pulmón, salvo urgencia vital, no me lo pondría y de riñón depende: si el donante no solo tiene un tumor cerebral, sino que es diabético, con 70 años, yo, que tengo 51, me esperaría, pero si el donante tiene 30 años me lo pondría sin duda», añade el doctor, que recuerda que inicialmente el riesgo es bajo, al año o dos años es menor y sería extraordinariamente improbable que se desarrollaran células tumorales ocho años después del trasplante por culpa del órgano trasplantado.

Ahora queda esperar. Después de que el pasado día 5 hiciera lectura de su tesis, siendo la presidenta del tribunal la directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez-Gil, «queremos desarrollar el protocolo en nuestro centro y en la comunidad autónoma y ponerlo en marcha», detalla Royo-Villanova.

El siguiente paso es expandirlo al resto del país. «El proyecto tiene que pasar por la Dirección General de la ONT. En caso de dar luz verde al proyecto, la iniciativa se hará extensiva al resto de autonomías. Es decir, en el resto de regiones los pacientes con tumor cerebral maligno podrán también donar siempre que cada coordinador regional y luego el coordinador del hospital así lo decidan», explica el autor de la tesis, orgulloso tanto él como su familia de lo que supone este trabajo, máxime sabiendo que todo comenzó gracias al terrible diagnóstico que le dieron a su padre.

«Creo que es una tesis doctoral disruptiva y que puede constituir una vía de trabajo muy sólida para los próximos años del Programa Nacional de Trasplantes», concluye Domínguez-Gil.

Otros donantes que en su día tampoco podían

El miércoles 1 de junio se celebra el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos. Y a la espera de que los pacientes con tumor cerebral maligno puedan donar sus órganos en todo el país, cabe recordar que hasta hace tan solo unos años tampoco podían hacerlo las personas con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular cuya supervivencia es de tres a cinco años, aunque muchas personas viven cinco, diez o más desde su diagnóstico. Todo comenzó con el proyecto Donante de Riesgo No Estándar (DRNE) que se inició en 2013.

Desde entonces y hasta 2021 un total de 130 personas con ELA (de los cuales 123 han sido efectivos) donaron sus órganos. Gracias a este acto de generosidad, se han realizado un total de 324 trasplantes, según los datos que la ONT publicó en su día. De ellos, 192 fueron renales, 90 hepáticos, dos hepato-renales, 34 pulmonares, dos cardíacos y cuatro de páncreas-riñón.