Opinión

Trump y Putin: Amor en tiempos de geopolítica

La trayectoria profesional de Zelenski es verdaderamente digna de novela

La palabra geopolítica es pomposa, inasequible, suena grave, a territorio complejo para gentes poderosas intelectualmente competentes, deslizando mapas abstrusos en pantallas táctiles gigantes, a reuniones interminables con gota de sudor en la frente, pero en realidad, como toda la política, y en la vida, tiene más de novela rosa en plataforma de streaming o de serie comercial repleta de testosterona (que bien podría llamarse "Machos Alfa").

Hay seducción, traición, vanidad, celos y groseros giros argumentales normalmente previsibles cuyos protagonistas no son actores, sino señores con egos del tamaño de continentes.

Trump ha regresado con esa visión de las relaciones donde todo es una transacción y nada es sentimental: si Ucrania no le da beneficios, fuera. Su gran romance con Putin ha vuelto con más fuerza, donde el ruso de mirada psicopática que se baña a nosecuantos grados bajo cero y lo graba juega la carta de "mira lo que me hiciste hacer", justificando cada agresión como una respuesta lógica al desamor de Occidente.

Europa quiere ser independiente, fuerte y decidida, pero es como esa expareja que dice "ya no te necesito, soy feminista" y sigue usando tu tarjeta de crédito.

Zelenski fue el protagonista indiscutible de la primera temporada. Era el héroe, el líder valiente, el tronista que recibía elogios y ovaciones. Pero como en toda relación, llegó el desgaste. Sus llamadas ya no generan la misma emoción, a pesar de ser el presidente más fascinante si nos atenemos a su biografía, la del cómico que parodiando la presidencia de su país en la televisión llego a presidente de su país en la vida real. No olvidemos que también interpretó a un promiscuo dentista que, tras ingerir un mágico bebedizo, es privado de su capacidad eréctil hasta que consigue enamorarse de verdad. ¿Quién le iba a decir cuando bailaba en el Mira quién Baila ucraniano, que ganó en 2006, que en 2025 lideraría el bando de los “aliades” en una hipotética tercera guerra mundial?.

La trayectoria profesional de Zelenski es verdaderamente digna de novela, igual que la historia del resto de los actores que llegaron a la política, desde Shirley Temple hasta Schwarzenegger o Reagan, al que muchos han llamado “el mejor presidente americano”. Ojo, que Trump aparece en varias películas y series, como por ejemplo en Sexo en Nueva York, siempre en roles donde hace de sí mismo: del magnate millonario excéntrico.

Muchos políticos dedicaron años a la gran pantalla y el teatro, pero, no sería menos sugerente la trayectoria a la inversa: presidentes y exmandatarios reconvertidos en actores. ¿Y quién mejor preparado que nuestro bello oficial? El lunes 24, Sánchez viajará a Ucrania para reunirse con Zelenski. Todo está dispuesto para la cita de estos dos astros de la actuación, cada uno en su estilo. Sánchez se esfuerza por hacerse con un episodio memorable y hay que reconocerlo. Qué primeros planos de galán se están perdiendo las telenovelas turcas. Y luego sus operísticas puestas en escena que siempre acaban en sainete. Ahora prepara su dramática visita, casi como un rey mago, con capa de armiño, oro, incienso y mirra para socorrer a Zelenski y a todos los ucranianos; quiere una foto con Zelenski, a poder ser, al lado de un edificio semi derruido, no del todo derribado para que se aprecie mejor la devastación de los inicuos en todo su esplendor. ¿A qué cámara debo mirar?

Y mientras Sánchez practica discursos en el espejo, el regreso de Trump reconfigura el mapa emocional de esta historia como un viejo actor que vuelve al escenario con el mismo libreto de siempre. No es altruismo ni convicción, sino egoísmo elemental: menos guerra significa menos gasto, menos compromiso y menos explicaciones a sus votantes. Putin ve la oportunidad de cambiar las reglas sin disparar una bala más, y Europa, entre el pánico y la soberbia, intenta convencerse de que es atea y puede sostenerse sola mientras reza porque no la dejen hacerlo.