El trípode
Trump: un final negociado en Ucrania
Lo primero que cabe destacar de este resultado es su condición de «extraordinario» en el sentido literal del término, ya que solo existe un precedente en la serie histórica de mandatarios de la Casa Blanca
Transcurridos ya tres días del martes electoral de los EEUU con la reelección de Donald Trump como 47º presidente, es el momento de hacer un diagnóstico más reposado, del significado de este triunfo para los estadounidenses y sobre todo para el resto del mundo occidental del que formamos parte. Aunque por supuesto las consecuencias de sus políticas se extienden a nivel internacional en general, especialmente las relativas a seguridad y defensa. Lo primero que cabe destacar de este resultado es su condición de «extraordinario» en el sentido literal del término, ya que solo existe un precedente en la serie histórica de mandatarios de la Casa Blanca, de haber sido electos para dos mandatos no sucesivos. Y hay que remontarse a finales del siglo XIX para ello. También es merecedor de destacarse que ha conseguido ganar en voto popular además del electoral, lo que no sucedió en su elección anterior en 2016 cuando Hillary Clinton fue su rival. El conseguir además la mayoría del Senado y estar muy cerca de obtenerlo en la «House» significa que aglutina el poder legislativo además del ejecutivo y una amplia mayoría en la Corte Federal, la cúspide del Poder Judicial. Esta concentración de poder, no teniendo ni edad ni posibilidad constitucional de optar a una eventual reelección, implica que va a poder aplicar las políticas que considere necesarias con la convicción de que puede hacerlo. Lo más importante en el ámbito internacional es sin duda evitar que se eternice la guerra en Ucrania y en Oriente Próximo, con el riesgo añadido de un «error humano» que pueda desencadenar un conflicto nuclear. Centrándonos hoy en Ucrania, lo que hasta ahora se ha planteado es una guerra de «desgaste» de Rusia, por parte de EE UU, que carece de realismo, y refleja la inhumanidad de la misma, con las víctimas tanto civiles como militares que comporta la extensión de la misma. Un final negociado exige una aceptación por Ucrania de algunas cesiones en Crimea y en el Donbás. La Península, con la base de Sebastopol en ella, es literalmente estratégica para la seguridad de Rusia, que la poseía desde 1653 cuando se incorporó al imperio zarista. En cuanto a la región rusófona fronteriza, la garantía del respeto a esa población es decisiva. En definitiva, habrá que hacer realidad el principio de acuerdo al que se llegó tras el comienzo de la invasión de 24 de febrero de 2022 y que Boris Johnson con el apoyo de EEUU impidió. Y un compromiso de neutralidad, no incorporándose a la OTAN, que nació en 1949 como una alianza militar defensiva frente a la URSS. Y Trump lo puede y quiere conseguir.
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