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Las correcciones
Merz, el hombre que puede salvar Europa
Mientras el liderazgo americano se tuerce surge una nueva esperanza en Alemania con la victoria del centro derecha
Los europeos se levantan del cuadrilátero tras el derechazo propinado por Donald Trump preguntándose si Estados Unidos es todavía un aliado o se ha convertido en un enemigo. En las últimas horas, Trump ha llamado «dictador» a Zelenski y «presidente» a Putin, olvidándose de que el mayor adversario político del jefe del Kremlin, Alexei Navalni, apareció muerto en un gulag de Siberia dos meses antes de las elecciones de 2024 y tras haber sufrido un intento de envenenamiento con un gas soviético, Novichok, cuatro años antes. El supuestamente líder del mundo libre ha acusado al presidente ucraniano de ser el culpable de la salvaje invasión del Ejército Rojo en un inexplicable cambio de alianzas en el que Estados Unidos parece priorizar la normalización de relaciones con Rusia frente a la defensa de la libertad en Europa. Trump actúa como si Putin hubiera dejado de ser una amenaza existencial para Occidente (por lo menos sí para EE UU) y se hubiera convertido en un potencial aliado en su batalla contra China por la hegemonía global. Como si fuera posible romper el eje Pekín-Moscú.
Hace un año Putin celebró junto a sus diplomáticos el desmoronamiento de «todo el sistema de seguridad euroatlántico». Una música que repitió el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Múnich de la semana pasada para deleite de Moscú. La mayor amenaza de seguridad para Europa no son los tanques rusos –a los que JD Vance no dedicó una sola palabra– sino las élites europeas. El Trumpismo y el Putinismo admiran a los partidos populistas europeos, pero Washington se olvida de que en su mayoría han sido financiados por Moscú y de llegar al poder, entrarán en su órbita como Orban.
En medio de este panorama sombrío se celebran este domingo las elecciones en Alemania, las más trascendentales para Europa de la última década. El favorito para hacerse con la Cancillería es Friedrich Merz, el líder de la CDU, (30%). Por detrás están los ultras de Alternativa por Alemania (AfD) (20%) que han dado el «sorpasso» a los socialdemócratas de Olaf Scholz (16%) y Los Verdes (13%). Dos espectros políticos opuestos, la extrema derecha de AfD y la extrema izquierda de BSW, defienden el apaciguamiento con Moscú, un discurso que ha calado entre una parte del electorado alemán cansado por la guerra en Ucrania.
Merz es consciente de que Alemania se enfrenta a su última oportunidad para resolver los problemas que han hecho crecer a los partidos radicales. Por eso ha puesto el foco en la inmigración. AfD ha cabalgado a lomos de la percepción ciudadana de que la inmigración ilegal está fuera de control y esa preocupación debe ser abordada sin medias tintas. El líder de la CDU ha prometido devolver a Alemania al corazón de Europa. «Los franceses deben volver a ser nuestros mejores amigos y nuestros mejores socios», resume un diputado cercano a Merz. La defensa europea, considerada durante la época de Merkel y Scholz como «una moda francesa», es uno de los pilares del programa de la CDU. Merz quiere recuperar el Triángulo de Weimar, junto con Francia y Polonia, para hacer una Europa más fuerte y soberana con una voz propia. Mientras el liderazgo americano se tuerce, surge una nueva esperanza en Alemania con la previsible victoria del centro derecha. Del éxito de Merz depende el futuro de Europa y de Ucrania.
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