
Editorial
El poder por encima del pacifismo de salón
No hay principio ni ideal ni moral que pese más que la canonjía para la izquierda. Sánchez está blindado y España indefensa
Hay evidencia empírica incontestable de que la izquierda española en todas sus versiones altera y manosea sus principios más inquebrantables con absoluta diligencia y discrecionalidad cuando lo que está en juego es el poder del que disfruta en el presente. Asistimos en este tiempo del sanchismo a una puesta en escena casi diaria, en la que el bloque Frankenstein se rasga las vestiduras encima del escenario para enhebrarlas después entre bambalinas. En siete años no ha habido una sola causa que haya merecido el divorcio real con Pedro Sánchez y el enrolamiento en la oposición de Podemos, Sumar, ERC, EH Bildu o alguna otra sigla de ese pastiche que podríamos identificar con esfuerzo como la izquierda de la izquierda. Ni bajo la corrupción documentada ni por las conductas indecorosas con abusos de poder y nepotismo probados, se ha quebrado el frente popular y de conveniencia que dirige el Estado. Ahora, ha irrumpido la guerra de Ucrania, el cambio de paradigma en la seguridad mundial y la génesis de una nueva doctrina de la defensa en Europa que concierne y apremia a los gobiernos comunitarios, también a Pedro Sánchez, que ha aceptado con entusiasmo el compromiso de una apuesta firme y prolongada por un esfuerzo económico superior en rearmarnos, pues de eso se trata, se quiera o no. La extrema izquierda que sostiene a Sánchez en La Moncloa se ha desmarcado de forma pública y sonora de las intenciones del presidente, urgido por Europa. Podemos lo ha tildado de «señor de la guerra» y Yolanda Díaz, más templada con Sánchez que con Cuerpo, esa «mala persona», ha tirado de los añejos y rancios discursos y de las banderas nostálgicas para defender que la seguridad pasa más por las vacunas que por las armas. La talla no la pueden ocultar. Tampoco la idea que tienen de la inteligencia de los españoles. Moncloa navega por aguas turbulentas, acosado por compromisos y alianzas antagónicas, entre la Europa decidida a armarse hasta los dientes, bendecida incluso por los Verdes alemanes y los laboristas británicos, y los socios de casa, pacifistas, antimilitaristas, de aroma «putinesco», que sostienen la pancarta en pleno siglo XXI, «OTAN, no; bases, fuera». No será cosa baladí que el presidente haga lo que mejor sabe, hacer de la necesidad virtud, pues las posiciones están lo suficientemente expuestas y Europa no transigirá con sus reconocibles apaños trampeados. De momento, ha optado por orillar al Parlamento y ganar tiempo para armar el relato que minimice los daños. En cuanto al impacto del desencuentro en la Legislatura, la experiencia nos dice que ninguno. Si Podemos, Sumar o Bildu ansían algo por encima de otro anhelo, es el poder del que disfrutan. Todo lo compensa. Por eso los aspavientos no pasarán de lo gestual. No hay principio ni ideal ni moral que pese más que la canonjía. Sánchez está blindado y España indefensa.
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