Y volvieron cantando
Orfebres de la reinterpretación
Los bulos son más viejos que el periodismo y ya hay dos instrumentos para combatirlos como son el serio y profesional contraste de fuentes y el propio código penal
Pues ahora lo que está resultando es que un gobierno de la Unión Europea –el español– anuncia inquietantes normas relativas a la libertad de prensa amparándose paradójicamente en la interpretación de lo que la propia UE ha legislado para proteger esa libertad frente a las eternas tentaciones del poder por controlarla. El pasado mes de marzo, una de esas tardes en las que el Parlamento Europeo se sintió con ganas de solemnizar obviedades legislando sobre normas ya escritas en los países miembros, los europarlamentarios se marcharon a casa tan satisfechos por haber parido el ratón de una normativa tan bien intencionada como es proteger a los periodistas, a los medios y a la libertad de prensa. La iniciativa aprobada con una aplastante mayoría absoluta pretendía extender sobre toda la Unión un paraguas protector frente a las ínfulas intervencionistas en los medios de comunicación por parte de gobiernos como el húngaro, con todo el pedigrí democrático bajo sospecha, pero lo que a ningún bien pensante de la Eurocámara se le podría ocurrir era que esa norma sería utilizada como gran excusa por parte de algún gobierno socio digamos, con algunas cuitas y problemillas a propósito de lo que los medios contaban y escribían acerca de actividades en el más cercano entorno de su presidente.
Lo que este martes sacaba adelante el Consejo de Ministros para combatir a las fake news y por la «transparencia en los medios» se corresponde lo justo por no decir en casi nada con el espíritu de la bien intencionada norma europea perfectamente reflejado en lo apuntado en su momento por la ponente alemana Sabine Verheyen, «valorar y proteger la importancia de la pluralidad informativa, valorar y proteger el doble papel de los medios, como legítimo negocio y como guardianes de la democracia». Lo aprobado antes de ayer también parece ignorar enunciados claros de la «norma de referencia» europea como el que prohíbe a las autoridades presionar a los periodistas y los editores para que divulguen sus fuentes, o sin ir más lejos el establecimiento de salvaguardas para impedir el uso de programas espía que puedan perjudicar el libre ejercicio de la información. Los bulos son más viejos que el periodismo y ya hay dos instrumentos para combatirlos como son el serio y profesional contraste de fuentes y el propio código penal. Es el parto de un «reflexivo» retiro presidencial de cinco días.
✕
Accede a tu cuenta para comentar