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Y volvieron cantando

Enrocarse entre risas nerviosas

De mociones de censura váyase olvidando Feijóo porque, a diferencia de lo ocurrido con Rajoy, a «Aitor» si le gusta este «tractor».

La sucesión de acontecimientos paralelos vivida antes de ayer entre la declaración del comisionista corrupto y corruptor confeso Víctor de Aldama y un pleno del Congreso en el que el Gobierno volvía a jugarse el bigote a cuenta de la votación sobre gravámenes fiscales vino a brindarnos un claro retablo de cómo están asimilando el Partido Socialista y el propio Gobierno los primeros compases del tirar de una manta que puede ser kilométrica. Algunos detalles en forma de síntomas fueron de todo menos tranquilizadores para algunas siempre atentas legiones de palmeros. Las bromas entre varios ministros mientras recibían el goteo de informaciones sobre la «rajada» de Aldama a propósito de cuánto dinero del reparto de mordidas les iba a tocar a cada uno de ellos no ocultaban, ni sonrisas nerviosas en algunos casos ni un rictus de auténtica preocupación en otros ante lo que estaba sucediendo. El bolivariano aplauso del grupo parlamentario socialista a Pedro Sánchez cuando aparecía en el hemiciclo tuvo similares reflejos entre un elenco de irreductibles del sanchismo sabedores de que su razón de ser en esto de la política –y puede que algo más– depende de la permanencia del líder al frente del gobierno del estado, una tónica que también se evidenció de manera casi grosera por la escenificación con la propia comparecencia del presidente del Gobierno ante los medios tras la declaración del «personaje» con el que se fotografiaba tiempo atrás en la zona «vip» de un acto exclusivo del PSOE, «menuda inventada» proclamaba entre sonrisas nerviosas y rictus de incomodidad.

Hay quienes en el Partido Socialista contemplaban una domable vaquilla con la trama que tiene a Aldama en todas las salsas, pero el miura que se ha presentado requerirá de algo más que una mera amenaza aún no concretada de denuncia por difamación al comisionista. La guardia pretoriana de Sánchez en La Moncloa se prepara para un largo enroque ante lo que puede venir y con el objetivo único y exclusivo de no abandonar el poder. Cuentan para ello con el eterno argumentario del ventilador del detritus, con un rodillo mediático dispuesto a no desentonar en los toques a rebato y, como comprobamos el jueves, con una mayoría Frankenstein –tome nota Feijóo– que nunca deja caer a quien tantos réditos les brinda. De mociones de censura váyase olvidando porque, a diferencia de lo ocurrido con Rajoy, a «Aitor» si le gusta este «tractor».