Aquí estamos de paso
Mi casa no es tu casa
La Vivienda necesita acuerdos de largo recorrido lo más desnudos posible de interés ideológico o partidario, como quizá debería suceder con la Educación o el Estado Autonómico
Vuelve a la carga el Gobierno con un plan de choque para que los pisos sean más baratos, cinco meses después de aquel anuncio de 80.000 viviendas en desarrollo de las que nunca más se supo, que siguió al compromiso previo de 184.000 del ya olvidado Plan de Vivienda en Alquiler asequible.
El anuncio a bombo y platillo de un plan de vivienda como estrategia reputacional no es privativo de Pedro Sánchez, pero sí parece haberse habituado a convertirlo en la paloma que sale del pañuelo del mago cuando el público empieza a silbar. Nada, no hay que preocuparse, aquí viene este Gobierno con la llave del piso en 12 cómodos plazos o medidas de choque para que el personal se calme y vea que los gestores de la cosa pública se ocupan y preocupan del problema que más escuece a la ciudadanía «en su conjunto» (entrecomillado destinado a destacar el espanto de esta agrupación de palabras tan común entre nuestros políticos).
La carrera de los dos grandes partidos por ser el primero y el más avanzado en proponer soluciones al problema de la vivienda es la evidencia de un fracaso político que pagamos ahora y seguiremos pagando en el futuro. Casi la mitad de las que pone sobre la mesa el presidente necesitan un apoyo de sus socios que no está asegurado. Y el resto difícilmente podrán salir adelante si no hay nuevos presupuestos.
Las del Partido Popular no dejan de ser otro brindis al sol de muy difícil concreción en leyes ahora o en el futuro. Uno y otro van a exhibir músculo y lo saben.
Aquí lo que hay que hacer es tener amplitud de miras y jugar a futuro de país, no de partido o de gobierno. La Vivienda necesita acuerdos de largo recorrido lo más desnudos posible de interés ideológico o partidario, como quizá debería suceder con la Educación o el Estado Autonómico. Pero nadie se atreve a dar el paso, a jugar la baza del acuerdo porque en estos tiempos de desafecto y fragmentación ser generoso es ser débil y ser valiente puede salir caro en cosecha de votos o liderazgo personal. E inmersos en una política cortoplacista de supervivencia es impensable que algo así vaya a suceder. Y, repito, es lo que España necesita.
Si de verdad quisieran consolidar una política de vivienda eficaz lo primero que harían sería sentarse a hablar entre ellos y con el sector, después convocar una reunión de las autonomías para coordinar acciones comunes sobre el suelo o los pisos vacíos, buscar un consenso global sobre los alquileres y comprometerse a una política a largo plazo para solucionar el problema. No hoy, ni quizá mañana; no con este Gobierno, ni acaso el siguiente; pero con la perspectiva de ir avanzando juntos en la dirección correcta por el bien presente y ese futuro del país sobre el que dicen estar preocupados.
Pero falta grandeza. Falta disposición. Falta el valor de renunciar con la mira puesta en el futuro y asumiendo el riesgo de perder vigor político inmediato.
Intervenir, sí; algo habrá que hacer. Pero entre todos.
O al menos intentarlo. No dejar en el personal la sensación de que, también aquí, cada uno va a lo suyo.
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