Opinión

Barrotes deluxe

Los crímenes españoles son complicados precisamente por su simplicidad, diría que por su imbecilidad. ¿Se acuerdan de La Huella del Crimen? esa serie en la que se recrearon los casos más escalofriantes de la crónica negra española...

En Soto del Real los barrotes brillan, las celdas susurran secretos de pasillos ministeriales y en los patios se abren tertulias políticas de altura. Es la cárcel más ilustre de España, o la más mediática, la que ha visto desfilar más y mayor nivel de grandes cargos y judiciales. Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, Ignacio González… Nombres que pudieron reinar en la mesa de un consejo de administración pero que, ay destino, ay sentencias, acabaron compartiendo espacio con internos condenados robos, tráfico de drogas y delitos violentos. La corona, de Burger King.

En efecto, Soto es la elegida por la Audiencia Nacional como escenario para los culebrones judiciales que España sigue con avidez para compensarse de sus propios desasosiegos y escapar de la intrascendencia y el sopor normal de la vida normal.

A esta hora, Víctor de Aldama disfruta de su hospitalidad, por su presunta implicación en un fraude que supera los 180 millones de euros, debido al riesgo de fuga y posible destrucción de pruebas. Mientras tanto, el empresario vinculado al "caso Koldo", Ábalos atiende, invita a los reclusos a tabaco, café y otras chucherías muy celebradas entre las rejas. Ya lo ven, la cercanía a los tribunales ha convertido este centro en el “club VIP” de las condenas de cuello blanco, pero yo, si pudiera elegir, me decantaría para mi propio ingreso por la mítica cárcel de Brieva, esencialmente femenina, aunque ha albergado a históricos, como el exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán, la ex edil socialista en Marbella Isabel García Marcos o la Dulce Neus, entre otros. Mi vecino de la infancia, Urdangarín, habitó bajo su techo.

Lo dicho, en Brieva, convenientemente remodelada cuando Luis Roldán tiritó del frío que pasaba, se han reinsertado varios de los personajes más POP de nuestra democracia. Rosario Porto, ya leyenda de Netflix, vivía en la cárcel abulense hasta que se quitó la vida; madre adoptiva de la pequeña Asunta Yong Fang Basterra, se llevó al infierno el secreto de su caso, que nunca quedó ni medio claro, del mismo modo que nadie podrá comprender por qué el hijo del guapísimo Rodolfo Sancho descuartizó a un amigo en un bungaló tailandés antes de salir de fiesta....

Los crímenes españoles son complicados precisamente por su simplicidad, diría que por su imbecilidad. ¿Se acuerdan de La Huella del Crimen? esa serie en la que se recrearon los casos más escalofriantes de la crónica negra española... Me encanta el crimen ibérico, tan mecánico, tan sordo, tan paleto y ronco...

Regresemos al glamour penitenciario. No todas las cárceles son iguales. En Brieva, Urdangarin disfrutó de un módulo exclusivo. Un lujo que (me recuerda a cuando Lady Di y el príncipe Carlos viajaban a Madrid y elegían el Ritz como su residencia, ocupando una o más plantas del hotel) no todos los reclusos pueden disfrutar.

En Alcalá Meco, otra prisión con solera y duende, estuvo Mario Conde reflexionando sobre la caída de los ícaros financieros. Y ¿qué hay de la inolvidable Alhaurín de la Torre? Sí, la cárcel que acogió a Isabel Pantoja y a Julián Muñoz en su etapa de tramas malayas. Allí, entre llantos televisados y exclusivas, las rutilantes estrellas del corazón dieron a las celdas una cucharadita de necesario magnetismo y de swing.

La escena internacional no quiere ser menos. Famosos de Hollywood y líderes estrellados han pasado por cárceles que también podrían convertirse en series exitosas. Martha Stewart, famosísima estadounidense conocida por su imperio de programas de televisión y productos para el hogar, la perfección doméstica, el sueño americano con delantal de encaje, recetas, decoración, hotcakes, un símbolo en los Estados Unidos… Fue condenada por usar información privilegiada al vender acciones antes de que su valor cayera; purgó su culpa de lo más estoica en un centro penitenciario como si fueran unas vacaciones en la mejor Villa de Cancún, o un retiro en un Spa y tras cumplir su pena, resurgió como un ícono de resiliencia y éxito empresarial.

Paris Hilton protagonizó una controvertida estancia que hizo tambalear la seriedad del sistema judicial americano. En 2007, fue sentenciada a 45 días de cárcel por violar su libertad condicional tras múltiples infracciones. Cumplió 23 días en el Centro de Detención Regional Century, y su simpático caso desató críticas sobre el trato privilegiado a celebridades.

Nelson Mandela, en el extremo opuesto del espectro delictivo, convirtió su celda de Robben Island en un símbolo de resistencia y filantropía. Condenado a cadena perpetua en 1964 por conspirar contra el apartheid, pasó 27 años en prisión, donde se convirtió en paradigma global de la lucha por la igualdad. Salió en 1990, lideró la transición hacia la democracia y fue el primer presidente negro en 1994.

Las cárceles siempre son interesantes, afamadas o no , con sus ecos de humanidad, caída y redención, crímenes y expiación, donde lo fascinante de su narrativa no son las paredes ni las celdas, ni los reclusos, ni la justicia, ni la verdad…Sino la mezcla de lo ordinario y lo extraordinario que en algún sentido (y en algún momento) nos abraza a todos mientras observamos.