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A la contra

El libro de Teresa Giménez es un valiosísimo índice de nombres de todos los investigadores recientes que se acercan al fenómeno con la voluntad de añadir ciencia al feminismo

El feminismo, cuyo gran despegue y auge presenciamos los nacidos entre 1950 y 1971, se ha convertido en una idea transversal. No hay un solo feminismo. Hay feminismos racionales, irracionales, sensatos, delirantes, realistas, utópicos o imaginarios, e incluso feminismos sañudamente enfrentados entre sí.

El movimiento aspiró a ser unitario y coherente y no lo ha conseguido. Si eso ha sucedido, se debe al error de basarse únicamente en explicaciones políticas y psicológicas y descuidar la investigación científica para dar respaldo y solidez a sus tesis. Afortunadamente, en los últimos años, obras como las de Louann Brizendine, han venido a traer un poco de orden empírico a todo ese panorama de confusión y peregrinas propuestas personales.

Para ponernos al día y sistematizar todos esos avances que se han dado en el nuevo siglo, es utilísimo el libro que acaba de aparecer en la editorial Pinolia, firmado por Teresa Giménez Barbat y titulado provocativamente «Contra el feminismo». En realidad, es un apasionante libro de datos tratados con sentido del humor y audacia. Si va en contra de algo, es del feminismo irracional; el de ocurrencias, aquel que inventa y no observa, el que busca los agravios eternos. Giménez Barbat reivindica a feministas racionales como Mary Wollstonecraft, Voltairine de Cleyre, Harriet Taylor, Suzanne La Follete, Betty Friedman, Camille Paglia, María Blanco, Elizabeth Cashdan, Louise Perry y toda persona que quiera acercarse al tema a través de la ciencia.

Lo que los seres humanos llamamos ciencia es tan solo un método. Es una necesaria observación de las regularidades de la naturaleza que pusieron en primer plano los griegos clásicos, aquellos pensadores tan simpáticos. En ese sentido, el libro de Teresa Giménez es un valiosísimo índice de nombres de todos los investigadores recientes que se acercan al fenómeno con la voluntad de añadir ciencia al feminismo. Crear claridad allí donde hay confusión. Lo que siempre ha hecho la ciencia: ir a la contra de las supersticiones.