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Letras líquidas

8M

Aunque los avances logrados son obvios, las metas de igualdad, en muchos niveles de lo cotidiano, quedan aún muy lejanas

Mañana es 8M y, como en una especie de ritual colectivo, cada uno va ocupando su lugar. Los «en contra», los «a favor», los «ni una cosa ni otra». Desde aquel lejano 1857, cuando miles de trabajadoras de la industria textil tomaron las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones laborales, la conmemoración ha ido creciendo, cual bola de nieve reivindicativa. El «pan y rosas» de los lemas, las consignas y las pancartas originarias se fue modificando, año tras año, hasta que en 1975 las mujeres islandesas actuaron de aldabonazo mundial con el «kvennafrí», su huelga general, «si paramos nosotras, se para el mundo», y la ONU terminó por oficializar la efeméride. Sin embargo, y pese a lo justo de las demandas, la celebración nunca resulta del todo pacífica: es lo que tiene retar al orden establecido. Cada 8M vuelve a debatirse su utilidad, su pertinencia, su oportunidad, ignorando los muchos micromachismos que nos rodean o la tozudez de las cifras y los datos que, aunque sitúan a España en un digno cuarto puesto de la UE en el Índice de Igualdad de Género, también nos recuerdan que para alcanzar la equiparación real entre hombres y mujeres necesitaríamos, al menos, el empuje de 33 años más.

Y a esas reticencias que intentan boicotear, desde fuera, la legítima aspiración a la paridad se han sumado en los últimos años las tensiones políticas: divisiones partidistas y decisiones radicales que han ido abonando la distancia entre las ideologías y las realidades. Un freno interno añadido. Como si se hubiera querido imponer un feminismo excluyente y arrojadizo, pasto perfecto de las siglas, y que, tras haber infligido un daño irreparable a la fortaleza de la transversalidad, se muestra incapaz de reinterpretar a Beauvoir o de surfear la cuarta ola. Y, aunque los avances logrados son obvios, las metas de igualdad, en muchos niveles de lo cotidiano, quedan aún muy lejanas. Mañana es 8M y procederemos, otra vez, al ceremonial. Falta, desde luego, siempre hace.