Opinión
Las verdades del Brexit
Existe una convicción en Reino Unido de que la confrontación con la UE ha sido un mal negocio
Reino Unido debe enfrentarse a las verdades del Brexit si quiere recuperar su posición de potencia industrial y actor respetado en la escena internacional. La salida de la Unión Europea tras el referéndum de 2016 ha sometido al país a unas tensiones políticas, sociales, económicas y territoriales sin precedentes. Los británicos han visto desfilar a cinco primeros ministros: David Cameron, Theresa May, Boris Johnson, Liz Truss y ahora Rishi Sunak, en cuatro años. Víctimas todos de la trituradora del Brexit. Liz Truss ha pulverizado los récords con 49 días en el cargo. Estas semanas circulaba por Whatsapp una imagen del Número 10 con el logo de Airbnb y el rótulo: «Perfecto para estancias cortas».
Paradójicamente la mujer que soñaba con ser la nueva Margaret Thatcher fue expulsada por los mercados financieros por su política económica populista. Truss se equivocó al intentar «imponer una ideología en un momento crítico en el que se necesitaban medidas pragmáticas y prudentes para intentar resolver la crisis» energética e inflacionista, escribió el periodista Jeremy Stubbs en «Le Figaro». «El liberalismo de Truss -lo que en su día se llamó Trussonomics- era un liberalismo ingenuamente doctrinario que no comprendía la entidad en la que se basaba esta teoría: la economía de mercado».
Las esperanzas ahora están puestas en Rishi Sunak. Perdió las primarias de septiembre frente a Truss, pero su profecía autocumplida de que la política económica de su rival destruiría la reputación del país y la confianza de los mercados financieros en la libra y en la deuda soberana le ha aupado como el hombre capaz de liderar a Reino Unido en medio de una tormenta de proporciones bíblicas. Pero más allá de enderezar las cuentas de la nación -con dolorosas subidas de impuestos y recortes del gasto público-, el Partido Conservador británico debe renovarse en el plano ideológico.
Una parte importante del malestar económico se debe al Brexit. Está la guerra de Ucrania y los coletazos del covid, pero, pese a ello, la inversión en los países del G-7 ha seguido creciendo y, sin embargo, en Reino Unido no. En 2016, la economía británica era un 90% del tamaño de la alemana, ahora es menos de un 70%. No se trata de revertir el Brexit. Nadie cree que se pueda hacer. No por lo menos en esta generación, pero sí existe la convicción de que la confrontación con la Unión Europea ha sido una estupidez. No sé si la solución es optar por el modelo noruego o simplemente cumplir con los compromisos adquiridos en el acuerdo de divorcio con la UE. Al final se trata de asegurar una convivencia tranquila con quien es tu principal mercado. El articulista del «Financial Times», Robert Shrimsley, recordaba recientemente la Ley de Gresham, el principio de que el dinero malo expulsa al bueno. Defendía que esta teoría también se aplica en política. En su opinión, los líderes pueden entrar en un bucle de perdición similar en el que la ideología expulsa al realismo, la fe destierra los matices y los puristas políticos descabalgan a los pragmáticos. Para él es lo que está ocurriendo con el Partido Conservador británico como en su día ocurrió con el Partido Laborista de Corbyn. Rishi Sunak es un convencido euroescéptico pero también un realista. Cuál sea el camino que elija depende el futuro de su partido y de Reino Unido.
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