Pedro Sánchez
Sánchez, Pegasus, Curro y el O.K. Corral
«El presidente, arropado por sus pistoleros parlamentarios, sopesa otro cambio de Gobierno para acabar la legislatura»
Wyatt, Morgan y Virgil Earp y Doc Holliday, en teoría –sólo– de parte de la ley, y Frank y Tom McLaury, Ike y Billy Clanton y Billy Cleinbore, por parte de los malos, protagonizaron el famoso duelo del O.K. Corral en Tombstone, Arizona, el 26 de mayo de 1881. Hollywood, en distintas versiones, ha mitificado una pelea –a tiros y sangrienta y por eso trágica– como tantas otras. Murieron los hermanos McLaury y Billy Clanton. Fueron apenas 30 segundos de «balacera», convertidos en negocio por la industria cinematográfica. Nada muy diferente, quizá, de las andanzas de Curro Jiménez –Sancho Gracia–, aquel Robin Hood hispano por obra y gracia de la televisión. Todo, en definitiva, ajustes de cuentas, como el que hoy se ventila –eso sí, incruento, porque no habrá sangre física, pero sí política– en el Congreso de los Diputados y el que Pedro Sánchez deber dar explicaciones del confuso asunto de espionaje y escuchas conocido como Pegasus, el caballo alado de la mitología que por otra parte, apenas recibe unas líneas de atención de Robert Graves, el autor de la Diosa Blanca.
El Congreso, ahora y hasta el término la legislatura, es una especie de O.K. Corral parlamentario en el que no solo se confunden los buenos con los malos, sean quienes sean, sino en el que los grandes protagonistas son los pistoleros parlamentarios, desde Gabriel Rufián, tan cinematográfico que encajaría en un «spaghetti western» de Sergio Leone, hasta esa Macarena Olona desafiante que se proclama, sin sonrojo, vecina de Salobreña, sin olvidar a otros y también a Mertxe Aizpurúa, portavoz de Bildu, que merece capítulo aparte, como Billy Claiborne y Doc Holliday, considerados los pistoleros profesionales del O.K. Corral, uno en cada bando. Sánchez, que se metió solo en el lío del Pegasus al admitir que el Gobierno había sido espiado –sin duda por otro país– sabe que, a partir de ahora, tendrá que afrontar hasta el final de la legislatura muchos duelos parlamentarios a vida o muerte política. Es hábil y rápido con sus armas, pero también –dicen viajeros llegados desde La Moncloa– sopesa otro cambio de Gobierno para el tramo final de la legislatura en el que necesita pistoleros/as rápidos dentro y fuera del O.K. Corral parlamentario, sin olvidar a Curro Jiménez.
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