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El petróleo de la Antártida tensiona a las potencias
Rusia ha encontrado grandes reservas de petróleo en una zona reclamada por Reino Unido o Argentina, pero ¿hay peligro de que se exploten los recursos? Y, ¿en realidad, qué cantidad hay?
Estos días ha comenzado la 46 Reunión Consultiva del Tratado del Antártico (RCTA), un evento que se celebra hasta el 30 de mayo en la ciudad india de Kochi y en el que se esperaba hablar de cooperación, ciencia, cambio climático y turismo en el Polo Sur (una actividad que centra este año la reunión tras el crecimiento de visitas tras la pandemia). Sin embargo, lo que prometía ser un diálogo técnico más sobre el futuro del Polo se ha visto empañado por la sombra de las posibles aspiraciones de Rusia en la Antártida. Hace unos días el diario británico The Daily Telegraph informaba de la acción emprendida por varios parlamentarios británicos ante su gobierno por temor a posibles operaciones petroleras de Moscú en el continente. Todo tras conocerse que «la agencia geológica rusa acaba de validar los estudios llevados a cabo en 2020 por el buque Akademik Alexander Karpinsky sobre la disponibilidad de miles de toneladas de petróleo y gas enterrados debajo de la plataforma helada», informa el diario.
La noticia del descubrimiento ha dado la vuelta al mundo porque el nuevo yacimiento contendría unos 511.000 millones de barriles de petróleo; diez veces más que lo que se ha explotado hasta ahora en el mar del Norte. Sin embargo, «la cifra está falseada. La cantidad es totalmente especulativa. Ya en 2020, el servicio ruso afirmó que un pronóstico realista sería de 10.000 millones barriles. Lo que ha habido son exploraciones sísmicas. Eso significa que han hecho pruebas sonoras y que estas indican que la zona es sedimentaria (primera clave para que haya petróleo), pero hasta que no haces un agujero no sabes lo que hay realmente. El petróleo para que se forme necesita un suelo sedimentario y una roca que haga de sello por encima. Solo con exploración no sabes si se ha llegado a formar el petróleo o si este se formó pero ha migrado», comenta Antonio Turiel, investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Además, dice aunque fueran estas las cifras reales, «ese crudo sólo serviría para cubrir la demanda mundial unos 14 años. Cada año se encuentra de media entre 5.000 y 10.000 millones barriles en nuevos yacimientos. En cualquier caso muy lejos de los 36.000 que consumimos cada año en el mundo. Este tipo de anuncios se suelen repetir y solo sirven para ocultar que hace años que no encontramos lo que consumimos».
Por otro lado, aunque haya recursos verificados, ¿ es posible su explotación? «Si alguien lo intentara es probable que se arruinase, porque no es fácil trabajar en condiciones tan extremas ni maquinaria que resista, por ejemplo, los fuertes vientos, con las bajas temperaturas el diésel se congela… Es una zona protegida entre otras cosas, porque es difícil llevar a cabo cualquier actividad allí, incluso una guerra y, además, ¿qué necesidad hay? Rusia tiene una de las mayores reservas de fósiles del mundo, su demanda cubierta y sigue exportando», concluye Turiel.
Un problema de geopolítica
El hecho de que la información provenga de un medio inglés puede parecer poca cosa, pero no lo es tanto si se tiene en cuenta las reservas encontradas también se encuentra en zona de influencia de Reino Unido; el mar de Weddell, también reclamada por Argentina y Chile. Existe un tratado Antártico firmado desde 1959, en el que se garantiza la coexistencia pacífica y la cooperación científica en este continente. Firmaron 12 naciones, pero nueve tienen reclamaciones territoriales sobre la región. «El tratado es la única solución de equilibrio; establece la Antártida como un lugar para la paz y la ciencia y luego se complementó con el protocolo de Madrid (1991). Es, por así decirlo, algo parecido al establecimiento de un parque natural, el Protocolo viene a ser como el plan de gestión de este parque. Nació justo para frenar los coqueteos con posibles extracciones o explotaciones de materias primas. En ese protocolo se regulan actividades como la llegada de personas, es decir, el turismo, o la pesca. Estas actividades no están prohibidas», cuenta Ana Justel, catedrática del Departamento de Matemáticas de la UAM e investigadora y coordinadora junto con el profesor Antonio Quesada del proyecto Microairpolar en el marco de la Campaña Antártica Española 2023-24.
De hecho, la explotación de los recursos pesqueros suele ser motivo de disputa. En 2023, la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (Ccrvma) celebró una reunión especial para intentar resolver un estancamiento, que viene de 2017, en la creación de más áreas marinas protegidas en la Antártida. China y Rusia frenaron cualquier acción en este sentido exigiendo más datos científicos que justifiquen la decisión. Justamente es la Antártida Oriental, que incluye el Mar de Weddell y la Península Antártica, los propuestos como zonas de especial protección, «espacios frágiles a la crisis climática y afectados por la pesca masiva. La presencia del hielo marino es fundamental para el ciclo de vida del krill antártico, pues se trata de una especie básica para el desarrollo del resto de especies oceánicas», contaba la agencia Efe en una crónica de esa reunión. Además, «¿es suficiente un tratado para garantizar que nunca se romperá el status quo? El tratado al final da igual que esté ratificado o no. En realidad, ¿quién va a prohibir nada? Es lo mismo que sucede con otros acuerdos como el de no proliferación de armas nucleares, etc. En este caso puede haber escalada de tensión geopólítica… Acabará ocurriendo o habrá un reparto más o menos pacífico entre las partes. China está tomando posiciones en la Patagonia, en teoría pensando en fines comerciales, pero también para cuestiones militares. Cuando acabe el conflicto en Ucrania y en Gaza veremos qué sucede.», opina Fernando Cocho, analista de Inteligencia y experto en metodología de inteligencia.
El espejo del Ártico
La tensión geopolítica es tan alta que cualquier movimiento en el tablero internacional hace levantar sospechas, sobre todo si viene de Rusia… o de China. Además, en la otra región helada del mundo, el Ártico, se han producido muchos movimientos desde el estallido de la guerra de Ucrania. No en vano se calcula que aquí se esconden importantes reservas de gas natural y minerales estratégicos. En 2022 Putin afirmaba: «No existe Ártico sin Rusia ni Rusia sin Ártico» y desde 2020 Putin cuenta con una estrategia de desarrollo del lugar al menos hasta 2035. Además de los asentamientos militares (se han recuperado varios de los tiempos de la guerra fría y se han abierto otros nuevos), Putin anima a la población a instalarse cerca de la frontera con el Polo Norte y aprovecha la pérdida de hielo para exportar fósiles a pesar de las sanciones. En concreto a China, país que también está aumentando su presencia en la zona. La ruta marítima, además se está convirtiendo en una alternativa a Suez, sobre todo para el 90% de las mercancías chinas que viajan por mar.
Es precisamente «el deshielo lo que diferencia la situación aquí respecto a la Antártida, además de la soberanía de varios países», recuerda Justel . «La presencia de Rusia es dominante respecto al resto que tienen muy poca tierra. El Ártico ya tiene vías comerciales abiertas y si no se lleva a cabo más explotación de hidrocarburos es quizá porque no es el mejor momento internacional para hacerlo, con la agenda 2030 encima de la mesa», concluye Cocho.