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La Contra
Eneko Conde, campeón del mundo: «El motor de combustión quedará para las carreras de vehículos clásicos»
El de Basauri es el mejor en lo suyo: el Eco-Rally, una disciplina en la que se corre con coches eléctricos y no gana quien llega primero, sino el más eficiente
Eneko Conde (Basauri, 1979) mentiría si dijera que se contentará con el podio. Su aspiración es quedar el número uno en un deporte en el que no se premia al conductor más veloz, sino al más eficiente: el Eco-Rally. A solo unas horas de que arranque el Eco Rallye Renomar de Valencia, la primera prueba clasificatoria para el campeonato nacional y mundial, Conde las tiene todas consigo: ha sido seis veces campeón de España y ostenta el título de bicampeón del mundo en esta modalidad, en la que solo participan coches eléctricos o híbridos.
¿Cómo llegas al mundo de los Eco-Rallyes?
Un poco por azar. Tengo una empresa de diseño gráfico y parte de mi trabajo está vinculado al sector del motorsport. La oportunidad surge rotulando los coches del equipo oficial de Citroën, cuando uno de los pilotos decide proponernos involucrarnos con KIA, en 2015, y montar un equipo de Rally. Un año después la Confederación de Automovilismo lanzó el primer Campeonato de España de ECORallyes de Energías Alternativas, así que le dimos otra vuelta de tuerca y le propusimos a KIA un nuevo equipo de carreras. Para la primera carrera teníamos dos coches, pero uno de los pilotos, a semana y media de la prueba, nos dijo que no podía participar. Yo llevaba la colaboración con las marcas, la prensa… pero tenía experiencia por haber competido en el campeonato de vehículos históricos y me dijeron: «Corre tú». Y yo contesté: «A mí no me vaciléis, que soy de Bilbao. Si me decís que salga, salgo». Era una prueba del Campeonato de España, salí, y gané. Fue estar en el sitio justo y en el momento adecuado.
¿Cómo se gana en una modalidad en la que no se puntúa quedar el primero?
En las pruebas de velocidad, entrenasen el circuito antes de arrancar. En este deporte el recorrido es un secreto hasta que, una hora antes de la prueba, el organizador te da el libro de ruta. En él están dibujados los cruces que vas a tener que hacer. Por eso, la labor del copiloto es fundamental: él te avisa de que en 300 metros vas a tener que coger la tercera salida. Si se pierde, la liada es descomunal. Además de eso, el organizador te da la velocidad ideal a la que debes ir. Tienes unas tablas en el coche y con ellas vas haciendo cálculos, es como llegar a fin de mes siendo autónomo[ ríe ]. Vas corriendo contra ti mismo. También llevamos un dispositivo en el coche que te da la situación ideal. Para que lo entiendas: yo estaría como en un videojuego en el que sale un coche fantasma y tienes que ir clavao’ a lo que haga ese coche. Si te adelantas, penalizas. Si te atrasas, penalizas. Esto se llama regularidad y gana el piloto con menos penalizaciones. Por otro lado, hay una clasificación de eficiencia. Cada marca trabaja con un laboratorio independiente que homologa un consumo ideal para su vehículo y tú tienes que competir ajustándote a él. Por tanto, lo que se puntúa es esto: el índice de regularidad y la eficiencia. Lo difícil es buscar el equilibrio entre ambos. Es una carrera mucho más psicológica que física.
¿Cómo afrontas el inicio de esta temporada?
Con ganas. Salgo con el número 1 en las puertas del coche. Tengo la responsabilidad de ganar. No pasa por mi cabeza otra cosa. Si te digo que quiero llegar al podio, pecaría de precavido.
¿Qué simboliza el Eco-Rally para la movilidad sostenible?
Para las marcas y para las instituciones es el reflejo de que no estamos hablando de futuro, sino de presente. El usuario de a pie está viendo competir a vehículos que puede ir al concesionario a comprar y que son los que se harán los dueños de las carreteras, porque para 2035 ya no se venderán coches diésel y gasolina. Nos guste o no, este deporte es un buen mensajero de lo que llegará. Hace que esa transición sea mucho más llevadera; que el usuario pierda el miedo. Si somos capaces de competir con estos coches, tú puedes conducirlos. Somos el escaparate de lo que va a salir a la calle.
¿Cómo encajan las competiciones de motor en este futuro?
La Fórmula 1 no se puede convertir en la Fórmula E [monoplazas eléctricos] de golpe, pero de aquí a poco tiempo tendrán que transformarse. El motor de combustión quedará para las carreras de vehículos clásicos, pero no hay que condenarlos al ostracismo. Hay hueco para todos y no creo que las pistas dejen de oler a gasolina ni que ninguna disciplina haya nacido para solapar a otra.
¿Más allá de los combustibles, la sostenibilidad de las competiciones debe ir más allá de qué combustibles son usados por los vehículos?
Por supuesto. La mayor parte de la huella de carbono de los campeonatos corresponde a la logística, no al evento en sí o a los vehículos que participan [en el caso de la F1, un 45% se produce en la logística y un 0,7% los coches que compiten]. Eliminar ese grueso es complicado porque la logística responde a un formato y a un sistema muy difíciles de cambiar. En ese sentido, la FE está haciendo los viajes en un barco propulsado por biocombustibles. Creo que lo que hay que mejorar es la optimización de los campeonatos, que mueven a 3.000 personas (por decir) que hacen su propia ciudad por cada escudería. Los calendarios muchas veces no tienen sentido: la primera prueba se celebra en Abu Dabi, la segunda en Estados Unidos, la tercera en Rusia, luego vas a Sudáfrica y de allí a Australia... Aunque esto es una "conversación de bar", y creo que plasmarlo en papel es difícil. Hay tantos parámetros alrededor del deporte que pueden hacer variar la emoción, las casas de apuestas y más factores... pero creo que se ahorraría en dinero y CO2 si el plan de países fuera más ordenado.
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