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La Albufera, en peligro ecológico

La inundación ha regado de muebles, plásticos, aceites de coche y tóxicos la huerta y el parque natural. La cosecha de cítricos se ha perdido y a la laguna siguen llegando aguas fecales sin tratar

GRAFCVA3970. MASSANASSA (VALENCIA), 23/11/2024.- Detalle de la basura traída hasta los arrozales de La Albufera por la fuerza del agua de las inundaciones provocadas por la dana del pasado 29 de octubre. EFE/Kai Försterling
GRAFCVA3970. MASSANASSA (VALENCIA), 23/11/2024.- Detalle de la basura traída hasta los arrozales de La Albufera por la fuerza del agua de las inundaciones provocadas por la dana del pasado 29 de octubre. EFE/Kai FörsterlingKai FörsterlingAgencia EFE

Las cañas no han sido el único residuos que ha llenado calles y campos tras la Dana. En el parque natural de la Albufera y los arrozales y áreas de cultivo cercano se han encontrado tubos de plástico, botellas, bidones de químicos, trozos de tejados desprendidos, partes de interiores de coches, neveras. Eso es lo que se ve y lo que decenas de voluntarios como los de la Fundació Assut, o Acció Ecologista-Agró han empezado a retirar los fines de semana.

A estos restos sólidos y voluminosos se une lo que no se ve y arrastró la inundación que llegó a la laguna, «no comparable a ninguna otra inundación vivida anteriormente»; residuos menos visibles pero también perjudiciales para los ecosistemas y las producciones agrarias: aceites, gasolinas de coches o fitosanitarios... El Servicio Devesa-Albufera del Ayuntamiento de Valencia afirma que en solo 24h hasta aquí llegaban más de 120 Hm2 de agua, entre un 50 y un 70% de lo que entra en el sistema lagunar en un año.

La Albufera es parque natural desde el año 86; se la considera la laguna de agua dulce más grande de España (aunque en origen fuera más bien agua salobre) y cuenta con diferentes tipos de protección ambiental. A nivel internacional, forma parte de la Lista de Humedales de Importancia Internacional RAMSAR y está declarada Lugar de Importancia Comunitaria (LIC según la directiva Hábitats) y Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). Además de la laguna, componen este área a las afueras de Valencia zonas de marjal, arrozales y sistemas dunares que hoy se considera han amortiguado los efectos de la inundación en varias localidades al sur de la ciudad, como el Saler.

Massanassa y Alfafar en la parte norte se consideran las áreas más afectadas debido al arrastre del barranco del Poyo. Carles Sanchis Ibor, investigador en el Centro Valenciano de Estudios del Riego de la Universidad Politécnica de Valencia y presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de la Albufera explica que «los procesos de inundación aquí son naturales, pero esta vez ha traído toda la contaminación de la zona urbana e industrial. Tenemos cuatro tipos de impactos: El primero por la llegada de gran cantidad de agua con todo tipos de contaminantes y material sólido. Como ha sido mucho volumen de agua, la contaminación se ha diluido, por lo que esta primera ola solo ha destruido infraestructura de la Albufera, como caminos y acequias. Luego están los residuos sólidos. Se ha encontrado de todo: hasta 50 kilos de medicinas y, dicen, que unos 12.000 kilos de materiales variados como muebles y enseres... Hay un tercer impacto de pequeños materiales por todo el parque, pellets, botellas, que son más complicados de retirar porque están muy dispersos. El cuarto son los residuos de las depuradoras, algunas han estado inutilizadas por la Dana y otras todavía sufren daños y no está funcionando bien».

Con la llegada en tromba de agua con aceites de coches y otros materiales líquidos residuales de las zonas industriales aledañas se considera que los cultivos de huerta de este año se han perdido. Muchos siguen anegados lo que está provocando que el aire no llegue a las raíces de las plantas. Agroseguro (El sistema español de Seguros Agrarios Combinados ) inició ayer jueves los pagos a los agricultores afectados por la Dana en Levante y Andalucía, unos 10.000, especialmente de cítricos y caquis en esta zona. El montante asciende a 13,21 millones de euros y la superficie afectada a unas 25.000 hectáreas. El arrozal se ha visto menos afectado, porque ya se había sacado el arroz en septiembre y hasta primavera no se vuelve a plantar (aunque en la prensa se destacaba casos de algunas cooperativas que han perdido todo el arroz que tenían almacenado).

Otro factor que incide en la huerta es la pérdida de suelo fértil, consecuencia de la erosión y una mayor incidencia de enfermedades de hongos debido a la humedad. Además, a día de hoy se desconoce el aporte de contaminantes al suelo. «Se están haciendo análisis de lodos y de plantas y hay que esperar a lo que la ciencia nos diga. Hay una sospecha de que pueda haber bastante concentración de metales pesados por el recorrido de las aguas, pero la verdad es que todavía no se sabe. Si la concentración de tóxicos no es alta, es probable que se pueda plantar la siguiente temporada, pero para los árboles frutales, el problema es que los campos todavía están muy encharcados, lo que puede provocar asfixia radicular», dice Helena Cifre, coordinadora de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE). Valencia es una de las CC AA con más cultivo ecológico de España.

«La Dana también ha afectado a la zona costera, ya que todo el arrastre de sólidos y contaminantes procedentes de la desembocadura del Turia y de las aguas del barranco del Poyo que han desembocado en la Albufera, han ido a parar hacia las playas del sur, provocando la acumulación de todo tipo de residuos en la costa. Esto supone la contaminación de la arena y el deterioro del cordón dunar, además de la afección a toda la fauna y flora marina como pueden ser las praderas de posidonia o las aves marinas y costeras...», añade Antonio Guillem, responsable de Humedales de la Fundación Global Nature.

Aguas sin depurar

La Dana ha dejado varias depuradoras afectadas, lo que significa que aguas fecales sin tratar o deficientemente tratadas están llegando a la laguna. «La falta de operación de estas infraestructuras puede tener consecuencias importantes como que altos niveles de contaminantes, materia orgánica, patógenos (bacterias y virus), nitratos, fosfatos y metales pesados afecten a la calidad del agua y los ecosistemas acuáticos y terrestres. Además, los vertidos pueden infiltrarse y contaminar acuíferos subterráneos, que son fuentes esenciales de agua potable. Aparte de los posibles daños a la salud pública que conlleva la exposición a aguas fecales, se pueden generar malos olores y facilitar la proliferación de plagas, como mosquitos y roedores. Por último, los nutrientes de las aguas residuales, como nitratos y fosfatos, fomentan el crecimiento de algas en ríos y lagos. Este proceso, conocido como eutrofización, reduce el oxígeno en el agua, afectando la fauna acuática y provocando la muerte de peces y otras especies”, continúa Guillem.

La Albufera es un ecosistema vulnerable sometido a un importante nivel de eutrofización durante los 70 y 80, pero «iba camino de la recuperación. Ha habido una mejora de la calidad constante desde que se convirtió en parque natural y aunque todavía no está como en los años 60, se consideraba un ecosistema conservado. Se están analizando los lodos y las aguas y, de momento, no parece que la situación sea preocupante, pero se necesita invertir y reparar los daños. Hablamos de un problema grave, pero no de una situación desesperada, porque tiene solución», apunta el presidente de la Junta Rectora del Parque, Carles Sanchis Ibor. «Se sigue vertiendo agua residual al barranco debido a que aún no se ha conseguido restaurar todas las infraestructuras de depuración. La acumulación de lodos orgánicos y residuos tóxicos puede provocar una disminución del oxígeno en el agua, afectando gravemente a la fauna y flora acuática. Esto podría generar mortandad masiva de peces y alterar la cadena trófica. Es fundamental que las autoridades competentes en la gestión del lago sigan implementando medidas de limpieza, monitoreo continuo de calidad del agua y tengan ya previsto un plan de restauración para intentar devolver el ecosistema, al menos, si no mejor, al estado anterior de antes de la DANA», consideran desde Global Nature.

Conservar el humedal

Las consecuencias para el parque natural dependen del tiempo que sigan llegando residuos hasta ella y lo que se tarde en limpiar. Sin embargo, Valencia no pierde la esperanza de presentar a tiempo, antes del 31 de diciembre, su candidatura a que la Albufera sea declarada Reserva de la Biosfera. Desde Global Nature comentan que será clave «el diseño de un plan de restauración ambiental a largo plazo que incluya la recuperación de suelos, el saneamiento de masas de agua y la restauración de áreas afectadas» y recuerda que los humedales bien conservados tienen capacidad para almacenar entre tres y cinco veces más CO2 que los bosques tropicales. Por su parte, desde la SEAE hablan de introducir cambios en los cultivos para evitar problemas futuros: «Paisajes en mosaico o cubiertas vegetales y apostar por infraestructuras verdes pueden ayudar a paliar los efectos de las inundaciones».

Pérdidas en riego

Más de 250 millones de euros de daños en infraestructuras de riego. La Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore) publica esta semana un informe en que cuantifica los daños sufridos en el sector por la Dana. «Se han inundado casas de guardas, centros de control, instalaciones eléctricas, automóviles, cabezales e hidrantes de las parcelas; y se han roto las acequias, que mitigaron las inundaciones al actuar como cauces artificiales (desagües) y que terminaron colmatadas de barro, cañas, basura, coches». Cifran en más de 70.000 hectáreas inundadas fundamentalmente, en Comunidad Valenciana, Andalucía y Castilla La Mancha y sostiene que tres de cada 10 euros de inversión previstos en obras hidráulicas en anteriores planes hidrológicos no se han ejecutado, es decir, «un 29,2% de infraestructuras hidráulicas de interés general no se han construido, pese a haberse aprobado en los diferentes planes de cuenca y contar con sus informes preceptivos». Un agujero de 3.000 millones en la inversión en infraestructuras que « habrían servido para mitigar las terribles consecuencias de las últimas riadas.

El informe «demuestra la necesidad de proyectos en el siguiente ciclo de planificación obras de regulación que respondan al principio de coste-beneficio. En concreto, los agricultores urgen a construir las 27 presas aprobadas en anteriores planes». Entre las actuaciones prioritarias para mitigar las consecuencias de futuras Danas los regantes consideran la limpieza de cauces que implica, entre otro, eliminar sedimentos acumulados excesivos y obstrucciones.