Casas reales

Máxima de Holanda: La corona que la separó de su padre

La consorte asiste hoy al entierro de su progenitor, Jorge Zorreguieta, fallecido anteayer y cuyos vínculos con la dictadura de Videla le costaron la relación con su hija cuando ésta anunció su compromiso con Guillermo de Orange

Máxima, destrozada a la salida del hospital de Buenos Aires donde su padre permaneció ingresado hasta el martes, cuando falleció
Máxima, destrozada a la salida del hospital de Buenos Aires donde su padre permaneció ingresado hasta el martes, cuando falleciólarazon

La consorte asiste hoy al entierro de su progenitor, Jorge Zorreguieta, fallecido anteayer y cuyos vínculos con la dictadura de Videla le costaron la relación con su hija cuando ésta anunció su compromiso con Guillermo de Orange.

«Era evidente que mi padre no vendría. Se han cerrado acuerdos y éste es un evento constitucional donde mi marido se convertirá en rey y mi padre no tiene que estar». Éstas fueron las palabras de Máxima Zorreguieta sobre la ausencia de su progenitor, el político argentino Jorge Zorreguieta, en su acto de investidura en 2013 como reina consorte de los Países Bajos. Tampoco la acompañó en otro de los días más importantes de su vida: el de su boda en 2002 con el entonces príncipe heredero de Holanda, Guillermo de Orange. «Eso sí fue bastante doloroso», añadió.

Un dolor con el que, no obstante, ha tenido que convivir desde el momento en que accedió a ingresar en la corona holandesa porque, como ella misma confesó, los «acuerdos» de Estado están por encima de los sentimentales y la decisión del Gobierno holandés respecto a la presencia del suegro del futuro monarca en la familia real fue tajante: los Zorreguieta únicamente estarán presentes en los actos privados de la corona. Y es que el pasado político de Jorge (ministro argentino de agricultura entre 1976 y 1981, durante la dictadura de Jorge Rafael Videla) colocó la relación de su hija con el heredero al trono neerlandés en el punto de mira. El Parlamento nacional se llegó a pronunciar varias veces en contra del casamiento y también el Gobierno encargó a uno de sus máximos expertos que indagara la carrera del ex ministro, concluyendo que era «casi seguro» que funcionarios como Zorreguieta «no estuvieron involucrados personalmente en la represión», aunque señalaba probable el que el padre de Máxima estuviera informado «de las violaciones de los derechos humanos, desapariciones y torturas atroces practicadas durante el régimen militar de Videla». Algo que él siempre negó, aunque ello no le eximió de tener que llegar finalmente a un acuerdo con el Parlamento: su hija podría casarse con el príncipe a cambio de que él y su familia no estuvieran presentes en los actos oficiales de la corona, lo que incluía la boda y y el acto de investidura real.

Persona «non grata»

Pero Máxima, que era tan solo una niña durante la dictadura de su país, nunca conoció al ex ministro al que todos tachaban de «cómplice» y persona «non grata», sino a Coqui, como llamaba cariñosamente a su padre, que la apoyó desde que decidiera marcharse con 25 años a Nueva York para labrarse una carrera como economista, la misma que en 2001 le permitió trabajar para el Deutsche Bank en Bruselas, donde se instaló junto a su futuro marido tras conocerlo en la Feria de Sevilla. Por eso, el pasado sábado, tras conocer el grave estado de salud de su padre, no dudó en viajar rápidamente hasta Buenos Aires para acompañarlo junto a su madre y hermanos. Su estancia en Argentina estaba programada para dos días, pero, conociendo el delicado parte médico, decidió permanecer junto a él hasta el último momento. Finalmente fallecía anteayer a los 89 años, víctima de un cáncer linfático contra el que llevaba luchando dos décadas. Momentos después Máxima abandonaba la clínica visiblemente afectada. Pronto llegaron las condolencias de la casa real holandesa, a la que se unió el primer ministro en funciones.

La consorte siempre tuvo claro que, aunque el protocolo la distanciaba de su padre, no renegaría de sus raíces y nunca tuvo reparo en expresar públicamente su malestar: «Como hija, encuentro terrible que mi padre no esté presente en mi boda, pero comprendo los sentimientos de los holandeses al respecto», sentenció en 2001 la todavía princesa de Orange. Pero con los años Holanda supo empatizar con su reina y la presencia de los Zorreguieta en varios actos oficiales fue prueba de ello. Hoy, además, la familia real al completo estará presente en el entierro, que será íntimo y cerrado a los medios. Así, Máxima estará acompañada por su marido y sus tres hijas: las princesas Catalina Amalia, Alexia y Ariadna.