Escalada en Oriente Medio
El «truco» de Netanyahu y las últimas imágenes que vio Nasrala
El ‘premier’ israelí fue a la ONU para hacer creer a su enemigo que no le atacaría mientras seguía el discurso desde su búnker
Durante las últimas dos semanas el viaje a la Asamblea General de la ONU en Nueva York del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con su esposa, confidente y consejera política, estuvo en entredicho. Los analistas se preguntaban si realmente viajarían estando el país como está. Con una guerra de un año en Gaza contra Hamás, una igual de prolongada aunque no declarada contra Hizbulá en el norte, con misiles provenientes de Yemen y también de Irak, con Cisjordania en ebullición.
Y viajó.
En su discurso, del que varios diplomáticos de diversos países se ausentaron en un gesto de displicencia, Netanyahu habló de que Israel quiere la paz. También acusó a la ONU de indolente, dijo que si bien Israel se protegía a sí misma contra el terrorismo de Hamás y de Hizbolá y de Irán, también protegía al resto del mundo occidental y mostró dos mapas de Oriente Medio. Uno con un Irán en expansión sobre Siria e Irak, todo de color negro, sobre el que se leía «la maldición» y, en contraposición, un mapa con Israel en color verde claro, así como sus potenciales amigos Egipto y Arabia Saudí, donde se leía «la bendición».
Es posible que esto fuera lo último que vio Hasán Nasrala, el secretario general de Hizbulá, en su búnker subterráneo del barrio de Dahiyeh en Beirut. Porque pocos minutos después de que Netanyahu concluyera su discurso, un ataque aéreo israelí masivo sacudió la capital libanesa.
Un funcionario israelí en condición de anonimato dijo al diario The Telegraph que la decisión de Netanyahu de emprender el viaje a Nueva York y seguir adelante con sus planes previstos era un truco para hacer creer a Nasrala que Israel no lo atacaría mientras el primer ministro estuviera en el extranjero.
Tras la conmoción por el enorme estallido en Beirut y la incertidumbre del alcance del ataque, Josep Borrell, canciller de la Unión Europea, lamentó que nadie pudiera parar a Netanyahu. Y mientras la diplomacia occidental trata de evitar el estallido de una guerra total entre Israel y la organización no estatal mejor armada del mundo, apoyada por Irán y aliada de Hamás, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abás Araghchi, dijo que Israel había usado «varios misiles antibúnkeres de 2.200 kilos» que le había regalado los Estados Unidos para atacar zonas residenciales de Beirut». Sin embargo, un portavoz del Pentágono se apresuró a decir poco tiempo después del ataque que EE UU no había recibido ninguna advertencia previa sobre ese bombardeo.
Netanyahu dijo frente a las Naciones Unidas el viernes que Hizbulá «tiene tentáculos que abarcan todos los continentes. Ha asesinado a más estadounidenses y más franceses que cualquier otro grupo, excepto Bin Laden (…) Y ha atacado a Israel con saña durante los últimos 20 años». «El año pasado, sin ninguna provocación», continuó el mandatario israelí, los ataques de Hizbulá «convirtieron a ciudades vibrantes del norte de Israel en pueblos fantasmas (…) Israel ha estado tolerando esta situación intolerable durante casi un año. Bueno, he venido aquí hoy para decir que ya es suficiente».
Poco antes de pronunciar su discurso, Netanyahu había aprobado el ataque contra Nasrala desde su habitación del hotel de Nueva York en el que se hospedaba, según la información facilitada por su propio gobierno. Era el golpe de efecto más determinante y el más buscado por el primer ministro israelí.
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