
Protestas
La sociedad israelí, dividida ante las decisiones de Netanyahu
Crecen las críticas a su gestión entre los familiares de los rehenes en manos de Hamás

La capital de Israel, Tel Aviv, vive de espaldas a la tensión que se ha vuelto a apoderar de la franja de Gaza. El «stand by» en el que se encontraban Israel y el grupo terrorista Hamás tras el fin de la primera fase del alto el fuego voló por los aires este martes cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció una ofensiva para neutralizar a la cúpula administrativa de Hamás.
Estos bombardeos han provocado reacciones dispares en el país. Sectores de la derecha política y parte de la opinión pública respaldan la ofensiva porque consideran que el alto el fuego ha permitido a Hamás que se rearme y creen que la guerra es la única salida. No obstante, voces críticas, especialmente desde la izquierda política, organizaciones de derechos humanos y parte de la comunidad internaciona están preocupados por la situación de la población en Gaza y argumentan que estos nuevos bombardeos pone en riego la vida de los cerca de 59 rehenes que continúan bajo el yugo terrorista. En paralelo, la decisión de Netanyahu también tiene un lectura en clave de la política nacional. El partido nacionalista Poder Judío, liderado por el exministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir, anunció su regreso a la coalición del Gobierno. Con su vuelta, Netanyahu toma aire y recupera apoyos en un momento en el que aumentan las críticas a su gestión
. Asimismo, la reanudación de los combates ha coincidido con el inicio de un juicio por corrupción en el que tenía que testificar Benjamin Netanyahu y al que no acudió alegando motivos de seguridad. En paralelo, la reanudación de la ofensiva en Gaza también coincide con una crisis política interna por el anuncio del cese del jefe del Shin Bet (agencia de seguridad interior), Ronen Bar. , que la oposición interpreta como un intento de tapar sus casos de corrupción.
Prueba de esta enorme división en la sociedad son las multitudinarias manifestaciones que esta semana se están producido tanto en Tel Aviv como en Jerusalén. Entre los grupos de protesta están el Foro Escudo Defensivo, que representa a exfuncionarios de defensa y seguridad, hasta el Movimiento por un Gobierno de Calidad en Israel, que participó en una encarnizada batalla en 2023 para limitar el poder del Tribunal Supremo o las agrupaciones de familias de los rehenes, que protestan contra los bombardeos en Gaza. Una de las protestas se produjo el pasado martes frente al Knesset (Parlamento) donde una de sus participantes aseguró a LA RAZÓN, que «se está poniendo en peligro la vida de los rehenes» que permanecen en manos de Hamás. De las 251 personas secuestradas durante el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 en Israel, que desencadenó la guerra, aún quedan 58 en manos de Hamás, de los cuales el Ejército israelí considera que 34 están muertos.
Con una sociedad dividida, la popularidad de Netanyahu está en entredicho. Seis de cada diez ciudadanos quieren que Netanyahu dimita, según una encuesta publicada el pasado miércoles en el canal 12. En este sentido, las encuestas de seguimiento del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional (INSS) revelan que los ciudadanos consultados no están seguros de que el país conseguirá sus objetivos de guerra, aunque la pregunta no especificó cuáles son. El 47 por ciento consideran que los objetivos no se lograrán.
Así las cosas, el país hebreo se encamina a una nuevo capítulo en el que, de nuevo y como tantas veces a lo largo de su historia, la guerra con sus vecinos define el futuro. Pero, ahora, lo hace en un contexto de debilidad y polarización interna, que según algunos expertos por LA RAZÓN, fue lo que inspiró a Hamás a atacar a Israel en este momento de fragilidad doméstica.
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