Sahel

Precaria situación en el Sahel: Bamako rodeada y Burkina Faso al borde de la guerra civil

Un ataque yihadista al sur de la capital maliense pone en evidencia la delicada situación del país, mientras el líder de la junta militar que gobierno Burkina anuncia que “pronto” comenzará la guerra

Oficiales malienses inspeccionan aeronaves donadas por Rusia.
Oficiales malienses inspeccionan aeronaves donadas por Rusia.STRAgencia EFE

La situación en Mali y Burkina Faso ha empeorado notablemente durante las últimas semanas. Paralela a la retirada francesa de la región se está desarrollando una ofensiva yihadista contra las fuerzas de seguridad africanas que está dejando tras de sí un recuento de víctimas muy superior a lo acostumbrado. Las capitales de ambos países, Bamako (Mali) y Uagadugú (Burkina Faso) se encuentran rodeadas o prácticamente rodeadas por elementos subversivos vinculados a Al-Qaeda, mientras oleadas de civiles se suman a diario a las cifras de refugiados. Sendos gobiernos golpistas procuran restablecer la situación con la colaboración de Rusia o por sus propios medios, con escaso éxito pese a las voces que ladra su propaganda.

El flanco sur de la OTAN se encuentra gravemente amenazado frente al silencio mediático que le precede. No sólo con miras a Europa, sino que se teme que otros países de la zona (Costa de Marfil, Benín, Ghana, Togo y Senegal) se vean afectadospor la expansión yihadista.

Mali con la capital rodeada

El tres de febrero de 2023, los terroristas atacaron una gendarmería de la localidad sureña de Naréna, ubicada a tan sólo 27 kilómetros de la frontera con Guinea Conakry. Un gendarme perdió la vida durante el combate. Lo que hace de este ataque uno determinante es, sin embargo, la ubicación donde se produjo: al sur de Bamako y en la única carretera que conecta de forma directa la capital maliense con Guinea Conakry. Hasta ahora, los ataques yihadistas, ya fueran promovidos por el EI o el JNIM (la filial de Al-Qaeda en Mali), se centraban en el noreste y centro del país, respectivamente, ofreciendo un ligero respiro a Bamako por su flanco sur.

El último ataque demuestra lo que los analistas llevaban vaticinando desde hace meses: Bamako está rodeada de facto por los yihadistas. El ataque a la gendarmería de Naréna acalla así la propaganda mixta ruso-maliense y pone sobre la mesa una evidencia irrefutable. Otros dos ataques yihadistas realizados el pasado mes de enero en Kassela y Forentoumou, dos localidades ubicadas en un radio inferior a los 50 kilómetros de Bamako, se añaden a la precaria situación.

En las dos últimas semanas se han producido una decena de ataques reivindicados por el JNIM en las localidades de Segú y Kulikoró, esta última ubicada 60 kilómetros al norte de la capital. Los últimos ataques vinieron acompañados de una amenaza directa a Assimi Goita, líder de la junta militar que gobierna Mali desde el golpe de Estado de 2021: “Que los tiranos de Mali sepan que los días más oscuros están a punto de llegar”. Lo que podría interpretarse como una fanfarronada yihadista cobra sentido después del ataque a Naréna y viendo la delicada situación en la que se encuentra Kulikoró; ataques contra gendarmerías, puestos policiales y militares han dejado tras de sí un creciente muertos entre las fuerzas de seguridad malienses.

A esto habría que sumarle la extrema situación en que se encuentran las relaciones entre Bamako y los tuareg de Kidal, al norte del país. Este último fin de semana se produjo la reunificación oficial de la Coordinación de Movimientos de Azawad (CMA), punta de lanza del independentismo tuareg, a lo que Amadou Albert Maïga, vicepresidente del Consejo Nacional de Transición, respondió insinuando que “a este ritmo, la guerra [entre Azawad y el resto de Mali] es inevitable”. Sus declaraciones despertaron la cólera de los tuareg, los cuales amenazan con proclamar la independencia mientras niegan que Bamako tenga los medios para hacerles frente. Los separatistas tuareg se enfrentaron por última vez al Gobierno de Mali en 2012, año en que se inició la crisis que hoy prosigue, aunque los choques entre uno y otro lado se remontan al inicio de la independencia.

Burkina Faso, al borde de la guerra civil

La situación en Burkina es un calco en diferido de lo que ocurre en Mali: su golpe de Estado fue más tarde, los yihadistas entraron pocos años más tarde y las tropas francesas fueron expulsadas meses más tarde. Burkina parece últimamente condenada a sufrir la misma suerte que Mali, con la diferencia de que su capital está hoy “sólo” rodeada por tres de los cuatro puntos cardinales. Los ataques terroristas todavía no se han producido al sur de la capital (pero sí al sur del país), aunque, analizando la situación, es probable que ese momento llegue antes o después.

El líder de la junta militar que gobierna Burkina desde el golpe de Estado de septiembre de 2022, Ibrahim Traoré, pronunció el pasado viernes un discurso televisado desde Uagadugú donde justificó el creciente número de ataques a civiles en que “los terroristas están desesperados”. Ante los rumores de que los primeros efectivos Wagner han llegado al país, negó tales afirmaciones remarcando que “los Wagner de Burkina Faso son sus Voluntarios de Defensa de la Patria”, refiriéndose al nuevo programa de milicias iniciado por el Gobierno con el fin de combatir al yihadismo que se extiende como un cáncer por el norte, este y oeste del país. Con este programa de voluntarios pretende armar una fuerza de 50.000 hombres.

En su discurso insinuó que Burkina Faso se acerca al borde de una guerra civil, especialmente cuando comentó que “algunos piensan que la guerra ya ha comenzado, pero no, la guerra comenzará dentro de poco”, y al reconocer que el problema en el país no es uno de índole étnico sino comunitario: “Hay comunidades que se han rebelado, no son grupos étnicos, decir que son grupos étnicos los que se rebelan es manipulación”. Fuerzas civiles armadas para combatir a comunidades rebeldes, un anuncio de una guerra inminente, la mitad del país en manos del Gobierno y la otra mitad en manos de Al-Qaeda apuntan en una única dirección: la guerra contra el yihadismo en Burkina Faso podría dar pronto un paso hacia delante, transformándose en una guerra civil propiamente dicha. Dos golpes de Estado en un año, con las consiguientes purgas políticas y militares, no hacen sino acentuar esta sensación. Por otro lado, fuentes sobre el terreno aseguran que se está procediendo a la evacuación de funcionarios franceses y trabajadores de organismos internacionales en Burkina Faso "de un día para otro", una acción que demuestra el deterioro de la situación.

30 de enero de 2023: cuatro civiles y dos milicianos son asesinados tras un ataque del Estado Islámico en Falagountou. 1 de febrero de 2023: una ONG denuncia que el Ejército burkinés ha asesinado a sangre fría a una treintena de civiles. 4 de febrero de 2023: una docena de terroristas son neutralizados tras una operación en el área de Barrage, al noroeste del país. 4 de febrero de 2023: el Gobierno de Costa de Marfil anuncia que dará refugio a 8.700 personas desplazadas en las últimas semanas desde Burkina Faso. 7 de febrero de 2023: el JNIM reclama su autoría en un ataque al puesto de control en la carretera entre Koeguemsen y Namatenga. A continuación difunde una serie de imágenes donde muestra cuatro motocicletas, municiones, varias AK-47 y cohetes de RPG robados a los militares burkineses.