Guerra en Gaza
El plan de Biden para un alto el fuego en Gaza provoca un seísmo en el Gobierno israelí
Los ministros más radicales amagan con romper la coalición si se llega a un acuerdo de paz
El viernes por la noche, cuando en Israel ya es shabat (el día de descanso judío en el que los observantes no hacen nada de lo que sí hacen en días laborables, como por ejemplo usar el móvil, ver la tele o emitir comunicados) el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un acuerdo israelí que esperaba que Hamás aceptase de intercambio de rehenes por prisioneros y alto el fuego, así como de reconstrucción de Gaza.
La oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, emitió poco tiempo después un infrecuente comunicado que ni corroboraba ni desmentía lo dicho por Biden, sino que declaraba su máxima voluntad de traer de vuelta a los secuestrados pero también su intención de no deponer las armas hasta la culminación de sus objetivos, el regreso de los cautivos y la destrucción de la capacidad militar y gubernamental de Hamás.
El fin de semana culminó con una gran manifestación, la de todos los sábados a la salida del shabat, exigiendo un acuerdo ahora para la inmediata liberación de los rehenes y un cambio de Gobierno. Se reunieron más de 120.000 personas en Tel Aviv, pero también otros miles en Haifa, Jerusalén y cientos en Cesárea. Los familiares de los secuestrados llamaron a todos los israelíes a salir a las calles a apoyar el «plan Netanyahu», en un probable enésimo intento de presionar al primer ministro, atribuyéndole el plan.
Lo que se sabe por ahora es que el plan sí fue aceptado por Israel, promovido por los negociadores israelíes a los que el primer ministro se ha visto obligado a dar un poco más de margen de maniobra. Lo confirmó este domingo un asesor de Netanyahu, Ofir Falk, al diario británico «Sunday Times». Pero también dijo que «hay muchos detalles que resolver y eso incluye que no habrá un alto el fuego permanente hasta que se cumplan todos nuestros objetivos».
Esto, a decir de los observadores, solo demuestra el drama interno del Gobierno. Se entiende que Netanyahu ha sido puesto contra las cuerdas no solo por parte de Estados Unidos, sino principalmente por los miembros del gabinete de guerra del centro del espectro político, con y sin derecho a voto, Benny Gantz, Gadi Eisenkot y según informó Guili Cohen, analista del ente de radio televisión nacional Kan, por el mando del escalafón de seguridad nacional, es decir, agencias de inteligencia y Ejército.
Sin embargo, el mandatario israelí sigue actuando en consonancia con el extremo mesiánico de su coalición, los ministros Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, que se oponen al acuerdo y amenazan con abandonar el Gobierno, porque a su juicio, aceptar este plan es rendirse a Hamás. Aseguran que, de aprobarlo, habrá otros muchos 7 de octubres y, además, no podrían reocupar la Franja de Gaza.
Previendo esto, el líder de la oposición, Yair Lapid, dijo el sábado, antes de que reaccionaran los miembros de la coalición que respetan el shabat, que recordaba al primer minstro que en su partido tiene una red de seguridad en caso de que rompan el Gobierno aquellos dos ministros y que puede contra con Yesh Atid (Hay un futuro, en hebreo) para sacar adelante el acuerdo.
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