Sahel
Una mirada en retrospectiva por el primer aniversario desde la creación de la Alianza de Estados del Sahel
Mali, Níger y Burkina Faso anunciaron hace un año la creación de la AES: estos son los resultados obtenidos hasta ahora
Este lunes hace un año desde que se configuró por primera vez la Alianza de Estados del Sahel (AES). Una confederación que reúne bajo un mismo paraguas a las tras naciones de África Occidental más afectadas por la malicia del terrorismo islámico: Mali, Níger y Burkina Faso. Tres países gobernados por sendas juntas militares que accedieron al poder mediante golpes de Estado y que han mostrado una férrea postura opuesta al neocolonialismo francés, en favor de una asociación mayor con terceros países. Rusia podría considerarse la gran beneficiada en el ámbito internacional, aunque Turquía e Irán también han ampliado sus colaboraciones con la AES. Debe ponerse en relieve que las asociaciones que busca la AES escapan de la exclusividad rusa pese a que sea ésta la más sonada en los medios de comunicación occidentales, si bien se aprecia una inclinación hacia naciones no occidentales en términos generales.
Y es lícito preguntarse los resultados obtenidos por la organización en el último año.
La Alianza de Estados del Sahel tiene un fuerte componente diplomático. En un contexto en el que las naciones citadas fueron castigadas con duras sanciones (e incluso amenazas con una invasión, como fue el caso de Níger) por el resto de los países de su entorno, la AES ha fortalecido su postura en un contexto internacional donde la cooperación económica y militar se considera un requisito indispensable para combatir al yihadismo armado y promover el desarrollo económico. Fue en enero de 2024 cuando las naciones que conforman la AES anunciaron su retirada “inmediata” de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), una organización de Estados vigente desde la década de 1970 y vinculada a los organismos de la Unión Africana. La CEDEAO había mostrado una postura opuesta a las juntas militares del Sahel mediante la aplicación de sanciones; la salida, no de uno, sino de tres estados miembros, tambaleó los cimientos de la organización.
En julio de 2024 tuvo lugar la primera cumbre de la AES, donde Assimi Goita (coronel que gobierna Mali desde 2021) fue nombrado primer presidente rotativo de la alianza. Asimismo, se acordó también la creación de un fondo de estabilización, un banco regional y un comité que investigue nuevas propuestas que beneficien a las economías involucradas. En el mismo encuentro se reafirmó la intencionalidad de estrechar los vínculos militares entre los tres países, no sólo en lo referente a la lucha antiterrorista, sino considerando también posibles amenazas externas y que provengan de otras naciones de la zona. Desde la AES existe el temor permanente a una intervención armada conjunta entre la CEDEAO y países occidentales que pretendan restablecer el orden democrático dentro de sus territorios. Aunque los ejércitos burkinés, maliense y nigerino no pueden comparar sus capacidades con los ejércitos francés, marfileño o nigeriano, su conformación como un bloque compacto sirve como elemento disuasorio para esta posible intervención a largo plazo.
En su búsqueda por fortalecer su postura común, Assimi Goita anunció este domingo la creación de un pasaporte biométrico, una banca de inversión y una cadena de televisión común con Burkina Faso y Níger. La creación del nuevo pasaporte sigue una línea marcada por la propia CEDEAO, que respondió a la cumbre del pasado mes de julio imponiendo nuevas limitaciones de movilidad a los ciudadanos de la AES que pretendan viajar a otros países de África Occidental, y tiene una finalidad más simbólica que real, desde que ya existen convenios de movilidad entre Mali, Níger y Burkina Faso que no precisan necesariamente de un nuevo pasaporte que las sostenga. Respecto a la creación de una cadena de televisión común, puede destacarse que los tres países han impuesto a lo largo de los últimos años serias restricciones a canales de televisión franceses (algunos de los cuales han sido prohibidos) y pone en relieve el carácter propagandístico de las juntas militares o, en cualquier caso, el imperativo común de tomar el control de la narrativa a la hora de dirigirse a las poblaciones locales.
No debe perderse de vista un apartado importante: la salida de la CEDEAO redime a las juntas militares de la normativa de la CEDEAO. Así, los gobiernos creados mediante sucesivos golpes de Estado podrán prorrogar de forma indefinida su permanencia en el poder, liberados de las imposiciones democráticas de la CEDEAO, igual que se verán libres para moldear el futuro de sus naciones libres de le injerencia francesa… pero también para configurar naciones donde los valores democráticos y la lucha por los derechos humanos queden relegados a un segundo plano. Tampoco puede olvidarse que el número de incidentes entre las fuerzas de seguridad y civiles afectados han aumentado de manera considerable desde que los militares se encuentran en el poder, propiciando las matanzas de civiles y una evidente censura en lo referente a la libertad de expresión por parte de periodistas, figuras políticas opositoras y líderes de la sociedad civil.
Si la AES sirve para fortalecer a sus integrantes de cara a la comunidad internacional, igualmente está probándose útil para que dicho “frente común” fortalezca su postura a nivel interno. Burkina Faso ha propiciado a lo largo del último año el reclutamiento forzoso de voces disidentes, mientras que la libertad de prensa ha sufrido un grave deterioro en los tres países implicados. Libres de las normas de la CEDEAO, las juntas militares se hacen fuertes en una alianza sostenida mediante las prácticas autoritarias.
El aspecto militar podría considerarse el más relevante (por el momento) dentro de la Alianza de Estados del Sahel. Tanto Mali como Burkina Faso son dos de las tres naciones del mundo más afectadas por el terrorismo, según el listado anual del Índice Global del Terrorismo, mientras que Níger se encuentra igualmente entre las diez primeras posiciones. Además, Mali se enfrenta desde el verano de 2023 al movimiento independentista de Azawad, en una costosa guerra que se extiende a lo largo de miles de kilómetros de desierto y que está exprimiendo la mayor parte de su capacidad de combate. Tras la salida de Francia, Estados Unidos y la Unión Europea de la región, y exceptuando la colaboración rusa y una ayuda puntual por parte de Turquía, los miembros de la AES deben apoyarse entre ellos para hacer frente a su amenaza común.
Los resultados hasta la fecha no han sido esperanzadores. Pese a que se han registrado momentos puntales de colaboración, operaciones conjuntas en áreas fronterizas, bombardeos de drones burkineses en territorio maliense y viceversa, el número de civiles asesinados entre enero y junio de 2023 fue de 3.000, donde se registraron 2.500 en los seis meses anteriores. Burkina Faso sufrió este mes de septiembre su ataque más mortífero, con cerca de 400 personas asesinadas a manos de los terroristas, y Níger también tuvo que lamentar hace escasos meses el ataque más mortífero de su historia contra sus fuerzas de seguridad. Aunque los ataques terroristas han descendido en número desde hace pocos meses, la realidad es que la media de víctimas en cada ataque ha aumentado, volviendo relativos los éxitos de la AES en la lucha antiterrorista. La mejor noticia hasta la fecha vino tras conocer que Burkina Faso ha recuperado desde 2022 un 29% de su territorio de manos yihadistas.
Uno de los apuntes a destacar en esta colaboración militar se encuentra en la reciente participación de drones burkineses en la guerra que libra Mali contra Azawad. Este mes de agosto, por primera vez desde la conformación de la AES, fuerzas burkinesas actuaron en el norte de Mali, no para combatir al yihadismo armado, sino al independentismo de Azawad, poniendo en relieve las ramificaciones que puede traer la alianza en términos militares. Fuentes diplomáticas aseguraron también a este periodista que Níger, Mali y Burkina Faso también han estrechado su colaboración en materia de inteligencia, gracias a la informatización de la información y los intereses que los unen.
Sería injusto exigir a la Alianza de Estados del Sahel unos resultados más determinantes de los probados durante su primer año de existencia. Las limitaciones económicas y territoriales que sufren vuelven su camino uno plagado de obstáculos, mientras que Rusia, que se ha probado como un aliado útil en ocasiones, tampoco deja de ser una potencia externa con una capacidad cada vez mayor para influir en la toma de decisiones de las juntas militares. Puede decirse que la AES ha asentado sus bases en su primer año; ahora quedaría ponerlas en práctica y llevar las palabras a los hechos... sin pisotear en extremo los derechos de sus poblaciones.
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