Clima
Un fenómeno que ocurre "cada cien años" provoca fuertes inundaciones en Etiopía, Kenia y Somalia
La época de lluvias en el Cuerno de África ha venido acompañada del fenómeno del Niño, haciendo que 700.000 personas sean desplazadas de sus hogares
Las inundaciones en la época de lluvias suponen una suerte de día de la marmota para las naciones del Cuerno de África. Inevitable (excepto en los años de sequía), las nubes se desploman sobre Kenia, Somalia y Etiopía entre octubre y diciembre, empachando a la tierra del líquido que hace las veces de milagro, las veces de maldición imparable. Las inundaciones entonces suceden de manera habitual: son de sobra conocidos en la región las inundaciones de 2006 y 2019 que desplazaron de sus hogares a 300.000 y 500.000 somalíes, respectivamente.
La situación este 2023 ha alcanzado categorías históricas, ya que, según los expertos, inundaciones como las que están ocurriendo actualmente en zonas de Kenia, Somalia y Etiopía sólo se dan “cada cien años”. Y los números de la desgracia aumentan a diario. Se calculan 130 víctimas mortales y 700.000 desplazados entre las tres naciones afectadas, donde Somalia se ha llevado la peor parte con más de 50 fallecidos y cerca de 300.000 desplazados desde el inicio de las lluvias en octubre. Los servicios de emergencia esperan sin embargo que las cifras aumenten en los próximos días, desde que todavía quedan centenares de desaparecidos en las riadas.
Las lluvias, ya fuertes de por sí en esta época del año, arribaron con una furia redoblada como consecuencia del fenómeno de El Niño, una compleja condición meteorológica de carácter cíclico y provocada por el calentamiento de los océanos. Las tormentas provocadas por El Niño, que suelen ocurrir cada tres o seis años, siempre causan efectos devastadores en África Oriental, provocando, no sólo riadas y desplazamientos de tierra con resultados mortíferos, sino también arramplando con las cosechas, facilitando la propagación de las enfermedades relacionadas con climas húmedos (dengue, malaria) y aumentando el temor de las posibles hambrunas que planean por lo habitual sobre la región.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ya avisó en el mes de junio que El Niño estaba formándose uno o dos meses antes de lo habitual y que esto “le daría espacio para crecer” y alcanzar un gran tamaño, tal y como se ha terminado viendo en África pero también en América Central y del Sur. Si la virulencia de las tormentas ya supone un reto para los territorios afectados, la precaria infraestructura que caracteriza a las naciones africanas supone un problema añadido. En Kenia, por ejemplo, en el condado de Mandera, ubicado en la frontera con Somalia y conocido por ser una de las zonas más pobres del país, las autoridades informaron de grandes extensiones de tierra inundadas y de centenares de viviendas destruidas.
En Somalia, que vio con estas lluvias cómo concluía una sequía de casi cinco años, seca la tierra e incapaz de digerir demasiada agua de un único trago, los resultados han sido devastadores: a las muertos, desplazados y desaparecidos, habría que sumarle centenares de hogares destruidos y lo sucedido en los campamentos de desplazados como consecuencia de la violencia yihadista que afecta a los somalíes. La lluvia derribó las tiendas de los desplazados en diversos puntos del sur del país, arramplando con todo, mientras que la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) publicó un comunicado este jueves en donde afirmaba que 1.5 millones de hectáreas de cultivo han podido ser destruidas. La preocupación es real. Martin Griffiths, Secretario adjunto de la OCAH, indicó en una rueda de prensa que "Las condiciones climáticas extremas relacionadas con El Niño en curso corren el riesgo de aumentar aún más las necesidades humanitarias en comunidades ya vulnerables en Somalia y muchos otros lugares".
El sur y el centro de Etiopía también se ha visto afectado, a sabiendas de que la zona norte del país se encuentra sumergida en la guerra civil que comenzó durante el verano. Al menos 760.000 etíopes, según el informe más reciente de la ONU, se han visto perjudicadas en mayor o menor medida por los efectos de las lluvias en los dos últimos meses. La cifra temporal de fallecidos se sitúa en los 43, siendo la región de Somalí (en la frontera con Somalia) la más castigada.
Las consecuencias del cambio climático ofrecerán, según consideran los científicos, un número creciente de desequilibrios climatológicos como el ocurrido en el Cuerno de África. Tras sufrir la peor sequía de la región en los últimos 40 años, ahora experimenta lluvias a escala bíblica. El mayor problema ahora trataría de conseguir la ayuda adecuada a tiempo: las mayores organizaciones se encuentran saturadas por los sucesos de los últimos dos meses (guerra de Gaza, inundaciones en Libia, terremoto de Marruecos, el Niño) que se suman a anteriores catástrofes naturales y humanas que se acumulan a un ritmo a cada vez mayor.