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Atentado 7-O

El desgarrador testimonio de una rehén de Hamás: "Los terroristas dormían con nosotras y nos tocaban"

Los secuestrados por Hamás relatan tras su liberación las vejaciones y atrocidades a las que les sometieron en su cautiverio

Rehenes LR

Liri Albag, una de las jóvenes soldado de vigilancia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) secuestrada del puesto de avanzada de Nahal Oz el 7 de octubre, no ha regresado a la vida que una vez disfrutó. La joven ya no es la misma chica que se alistó hace un año y medio en las fuerzas israelíes tras permanecer 477 días bajo el yugo de los terroristas de Hamás. A pesar de las sonrisas y encuentros con amigos y familiares, algo en ella ha cambiado para siempre. Es la huella alargada de su cautiverio. Por cada momento alegre, hay infinitos momentos de silencio y horror.

Quizá su rostro les suene familiar por varios motivos. Durante su cautiverio los islamitas publicaron un video suyo con fondo en negro en el que la joven, de tan solo 19 años, en línea con otras grabaciones propagandísticas del grupo terrorista, cargaba contra el Gobierno de Benjamin Netanyahu por no haber conseguido todavía su libertad. Semanas después, formó parte del segundo intercambio de rehenes como parte del alto el fuego en Gaza. La puesta en escena que entonces usó Hamás llamó poderosamente la atención porque cuatro jóvenes mujeres, vestidas con ropa militar, sonreían en un escenario montado por los terroristas en el momento de su liberación. En una reciente entrevista para el canal N12 israelí, la joven explica cómo fue ese día. «Nos dijeron que querían que diésemos un discurso cuando nos liberasen y que diéramos las gracias a la organización que nos secuestró». Sin embargo, no hicieron caso a los terroristas. «El micrófono estaba justo frente a nosotras y ninguna lo levantó». Al describir cómo le trataron sus secuestradores, toma aire antes de relatar que veía «el mal en sus ojos. Odio y ojos malignos. Estaba segura de que nos iban a masacrar», relata. Durante el casi año y medio que estuvo en manos de uno de los grupos armados más violentos del mundo, Liri describe que solo comía arroz con pan pita. De hecho, asegura, que lo que más echó de menos durante su cautiverio fue «un vaso de agua fría. Nos daban agua sucia». Una muestra de la situación extrema a la que fue sometida. «Dormían con nosotras en la misma habitación. Era incómodo que alguien me tocara las piernas mientras duermo», dice.

Omer Wenkert también relató en el canal N12 sus días de cautiverio, llenos de suciedad, frío, miedo y palizas. Tras ser liberado el pasado 22 de febrero, este joven al que secuestraron en el festival Nova, describió que «tenía que hacer 150-200 flexiones mientras me tiraban un trozo de queso en la cara y luego me escupían». Sobre su experiencia bajo los túneles de Hamás, explica que «es mucho peor que un calabozo. Lo miras y dices, ‘no puedo creerlo’. Les supliqué que no me metieran ahí». «A veces venían con spray insecticida y lo rociaban sobre mí, en mi cara, en mi cuerpo, en mis cubiertos, en mi cepillo de dientes». Cuando todavía hay más de 50 rehenes en Gaza, los relatos que conocemos, revelan las atrocidades que han sufrido y siguen sufriendo los secuestrados.