
Tensión con China
El Dalai Lama prevé que su sucesor nazca más allá de China
El líder espiritual tibetano dibuja un futuro en el que su reencarnación surge del mundo libre y no dentro de las fronteras de China

El sucesor del Dalai Lama nacerá fuera de China, en un «mundo libre», ha reafirmado el líder espiritual del budismo tibetano en un nuevo libro. Una declaración que ha intensificado, de nuevo, la disputa con Pekín por el control de la región del Himalaya, de la que el Dalai Lama huyó hace más de seis décadas.
En «La voz de los sin voz», el símbolo de la resistencia destaca el deseo de los tibetanos de que la institución perdure tras la muerte del venerado anciano de 89 años. Sin embargo, el maestro ya había señalado anteriormente que la estirpe podría extinguirse con él, lo que añade una capa de incertidumbre a su legado. Su postura desafía abiertamente al régimen comunista, que lo considera un enemigo del Estado.
El guía espiritual tibetano, que huyó de Lasa en marzo de 1959, tras el bombardeo de su palacio de Potala durante la represión de una protesta tibetana mayoritariamente pacífica por parte de China, ha expuesto su postura en su publicación «Voice for the Voiceless» (Voz para los sin voz). Afirma: «Puesto que el propósito de una reencarnación es continuar la labor del predecesor, el nuevo Dalai Lama nacerá en el mundo libre para que prosiga su misión tradicional, es decir, ser la voz de la compasión universal, el líder espiritual del budismo y el símbolo del Tíbet que encarna las aspiraciones de su pueblo».
Esta afirmación no ha pasado desapercibida para las autoridades chinas, quienes han reaccionado con vehemencia. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, lo tildó de exiliado político que, bajo la bandera de la religión, promueve actividades separatistas. Según Pekín, el Dalai Lama no tiene derecho a representar al pueblo tibetano. El régimen comunista exige que el próximo líder sea designado desde dentro de China, insistiendo en que el patrimonio budista debe alinearse con sus leyes y los rituales tradicionales.
Anualmente, una multitud se congrega en el majestuoso templo en las alturas de Dharamsala, India, para rendir homenaje a Tenzin Gyatso, nombre budista del XIV Dalai Lama, quien ocupa un lugar preeminente durante las festividades. No obstante, las apariciones públicas del denominado «Océano de Sabiduría» han sido notoriamente escasas desde la pandemia, lo que ha alimentado dudas acerca de su estado de salud.
En su penúltimo aniversario, rememoró su encuentro con Mao Zedong en 1954, en un acto que parecía desafiar a los emperadores rojos que ha ido viendo caer uno tras otro a lo largo de los últimos cincuenta años. «Si Mao estuviera vivo y mantuviera un diálogo conmigo, sería capaz de conducirlo hacia el budismo», afirmó con una sonrisa burlona. Posteriormente, se retiró a su residencia, donde recibió una llamada de felicitación del primer ministro indio, Narendra Modi, subrayando la influencia y relevancia que aún ejerce en el ámbito político y espiritual.
En 2011, el maestro religioso confió simbólicamente su poder temporal a un Parlamento en el exilio y a un ejecutivo laico, marcando un hito en su historia política. En esa ocasión, señaló por primera vez: «Mi reencarnación es asunto mío», y prometió ofrecer instrucciones más detalladas para su 90 cumpleaños en 2025. La única regla establecida hasta el momento era que su sucesor deberá nacer en «suelo libre», es decir, en una democracia, y no en el Tíbet ocupado por China.
La cuestión sobre quién tiene la autoridad para seleccionar dicha reencarnación es tema de controversia. Funcionarios y académicos del Partido Comunista Chino se deshacen en elogios sobre la «era post-Dalai Lama» en interminables sesiones de trabajo y en revistas marxistas. Pero los tibetanos rechazan la noción de que Pekín posea jurisdicción legal sobre el proceso de elección de su sucesor y otros budas vivientes de Tíbet.
Por su parte, la República Popular sostiene que la Ordenanza imperial de 1793, conocida como la «Ordenanza Imperialmente Aprobada para el Mejor Gobierno de Tíbet», establece el procedimiento para la reencarnación de los Budas Vivientes, y someten al candidato seleccionado a la aprobación de Pekín. Sin embargo, es un hecho que el método de la Urna de Oro, estipulado en dicha normativa, ha sido aplicado de manera selectiva, siendo utilizado únicamente en los casos de los XI y XII Dalai Lamas, mientras que se prescindió en los IX, XIII y XIV.
De optarse por un renacer fuera de territorio chino, y en caso de que otra persona sea designada por el régimen de Xi Jinping, podría darse la situación de que existan múltiples. Considerado un «traidor» a su patria por las autoridades de Pekín, el Dalai Lama encarna tanto la resiliencia a la opresión china del Tíbet como su particularismo religioso. Un enfrentamiento podría volver a provocar una tragedia y tensiones geopolíticas, como en el caso del Panchen Lama en 1995.
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