Reino Unido
Boris Johnson, un primer ministro sin luna de miel
Se impone así al ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, y hoy será nombrado nuevo «premier» de Reino Unido.
Se impone así al ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, y hoy será nombrado nuevo «premier» de Reino Unido.
Se rompió con la tradición. A lo largo de las últimas décadas, en las primarias del Partido Conservador, el candidato más desconocido era luego el que resultaba elegido. Pero en esta ocasión no hubo sorpresas y todo se desarrolló conforme al guión: Boris Johnson, el gran favorito, arrasó entre las bases convirtiéndose en el nuevo líder de la formación. Hoy, Theresa May presentará oficialmente su dimisión a la reina Isabel II y el excéntrico político cumplirá finalmente su ansiado sueño de mudarse a Downing Street, con la promesa de sacar a Reino Unido de la UE, con o sin pacto, antes del 31 de octubre, cuando termina la prórroga concedida por Bruselas.
El ex alcalde de Londres consiguió el 66,4% de los votos de los afiliados «tories», frente al 33,6% de su rival, el ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, quien tenía una postura mucho más moderada respecto al Brexit.
En su primer discurso como líder «tory», el controvertido político – quien siempre fue el candidato favorito de Donald Trump –, explicó que tenía tres objetivos: unir al país, derrotar al líder de la oposición, Jeremy Corbyn, y ejecutar la salida del bloque para otoño «con entusiasmo y aprovechando las nuevas oportunidades» de esta nueva era.
Pero lo cierto es que va a tenerlo complicado. Johnson no va a gozar de la tradicional luna de miel de todos los inquilinos de Downing Street en sus primeros meses al frente del Ejecutivo. Apenas cuenta con tres meses para enfrentarse al mayor reto de la historia reciente del país y, a priori, tiene todo en su contra.
Bruselas recalcó ayer, una vez más, que no está dispuesta a renegociar el Acuerdo de Retirada, el mismo que ha sido rechazado hasta en tres ocasiones en la Cámara de los Comunes. Los «tories» pro-UE preparan toda su artillería para impedir un divorcio caótico. Por su parte, los conservadores más euroescépticos están dispuestos a hacerle la vida imposible – al igual que hicieron con May forzando su dimisión – si para Halloween no cumple su promesa.
Y eso sin olvidar la advertencia realizada por la líder de los conservadores escoceses, Ruth Davidson, con enorme poder en el partido, quien ayer señaló que las decisiones equivocadas podrían poner en riesgo la unidad del país abriendo la puerta a un nuevo referéndum de independencia en Escocia.
En definitiva, Johnson ha tenido relativamente fácil llegar al poder. Pero lo complicado ahora será mantenerse. En este sentido, la formación de su nuevo Gabinete será crucial para analizar cuál puede ser su hoja de ruta. El único cargo que se ha confirmado era el de Mark Spencer –quien hizo campaña en el histórico referéndum de 2016 a favor de la permanencia en la UE– como responsable de hacer cumplir la disciplina en el partido. Se trata de uno de los puestos más complicados, hoy en día, en la formación debido a la guerra civil que existe entre «brexiters» y europeístas.
El partido está más dividido que nunca y el nombramiento de Johnson no facilita especialmente las cosas. Minutos antes de anunciarse su victoria, Anne Milton, secretaria de Estado de Educación, presentó su carta de renuncia como señal de protesta, sumándose así al ya ex secretario de Estado para Europa y las Américas, Alan Duncan; la ex secretaria de Estado para Digital, Margot James, y el responsable del Desarrollo Internacional, Rory Stewart, quien por cierto fue el único candidato en estas primarias que defendió el Acuerdo de Retirada cerrado el año pasado con Bruselas.
Para hoy también se esperan renuncias de peso, como la del Chancellor, Philip Hammond; el titular de Justicia, David Gauke; Por su parte, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, pidió elecciones anticipadas recalcando que Johnson se muda al Número 10 sin pasar por las urnas. Y es que, por primera vez en la historia de Reino Unido, han sido las bases «tories» las que han elegido al inquilino de Downing Street, un pequeño grupo que tan solo representa al 0,3% del electorado y cuyas características demográficas no son precisamente simbólicas de Reino Unido.
La formación no publica datos demográficos detallados sobre sus miembros. Pero desde 2015, la Universidad Queen Mary de Londres y la Universidad de Sussex, financiadas por el Consejo de Investigación Económica y Social de Reino Unido, han ido supervisando a los afiliados con la ayuda de una de las principales agencias de sondeos, YouGov.
La mayoría de los 160.000 afiliados son hombres, blancos, mayores de 65 años, con altos ingresos y a favor de sacar al país del bloque comunitario, cueste lo que cueste, aunque eso suponga la independencia de Escocia. Algunos medios los han bautizado ya como el «deselectorado».
En 1998, los «tories» cambiaron sus reglas internas para que fueran los afiliados quienes eligieran al líder entre los candidatos que votaran previamente los diputados. Cuando David Cameron dimitió tras la victoria del Brexit en el referéndum de 2016, las bases estuvieron a punto de estrenarse en el proceso. Pero se quedaron con las ganas. En la recta final entre las dos finalistas, Andrea Leadsom tiró la toalla tras unos desafortunados comentarios en los que dio a entender que podría ser mejor primer ministro simplemente por el hecho de ser madre. Al quedarse sin rival, Theresa May se convirtió directamente en primera ministra.
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