Oriente Medio
Israel y Líbano firman un acuerdo para establecer la frontera marítima
El pacto permitirá la explotación de suculentas reservas de gas natural
Israel y Líbano anunciaron ayer un primer entendimiento para la firma de un acuerdo bilateral histórico, que serviría para fijar definitivamente la frontera marítima entre ambos países. Tras meses de intensas negociaciones bajo mediación norteamericana, el acuerdo forjado permitiría iniciar la explotación de dos suculentas reservas de gas natural ubicadas en las aguas mediterráneas fronterizas.
Israel, que técnicamente considera a Líbano un «Estado enemigo», tenía especial interés en lograr la firma para empezar la extracción de gas en la reserva de Karish. «Es un logro histórico que reforzará la seguridad del país, inyectará billones a la economía nacional, y asegurará la estabilidad en la frontera norte», celebró el primer ministro en funciones, Yair Lapid. Y precisó: «El borrador final incluye todas las demandas propuestas por Israel». El presidente libanés, Michel Aoun, anunció simultáneamente que su país aceptó la propuesta mediada por la Casa Blanca. Su jefe negociador, Elias Bou Saab, aseguró que el borrador «tomó en consideración todos los requerimientos de Líbano, y podría suponer un acuerdo histórico». Para el presidente de Líbano, el paso supone una protección de sus recursos naturales. «La búsqueda de petróleo y gas ayudará a revivir la economía», destacó respecto a las deseadas exploraciones en la reserva de Qana, que darían oxígeno a un país en bancarrota.
El movimiento chií Hizbulá –«proxi» iraní con enorme poder de influencia–, alertó que la rúbrica con Israel supondría «cruzar una línea roja» pero extraoficialmente dio su visto bueno a las autoridades libanesas. Su líder, Hasan Nasrala, amenazó con bombardear Karish si los israelíes iniciaban las extracciones antes de cerrar un acuerdo.
Pese al optimismo desatado, todavía hay flecos importantes a resolver. Lapid, que lidera un Gobierno de transición hasta las elecciones del 1 de noviembre, llevará la propuesta al Gabinete de seguridad este miércoles. El borrador debe ser aprobado por unanimidad en el Gobierno, que incluye facciones con agendas muy diferenciadas. Luego será traspasado al plenario de la Knesset, donde se debatirá durante dos semanas, antes de recibir la luz verde definitiva del Ejecutivo. La ONU deberá refrendar la firma para dotarla de legitimidad internacional, que debería ocurrir antes de finalizar octubre, mes en que Aoun termina su mandato como presidente. Desde la oposición, el Likud de Benjamin Netanyahu tildó el acuerdo como «una rendición ante los chantajes de Hizbulá. Les están concediendo a precio de ganga bienes estratégicos nacionales». Organizaciones derechistas hebreas presentaron una queja formal al Tribunal Supremo, por considerar que se está gestando bajo un Gobierno de transición y sin la aprobación de un referéndum popular. Amos Hochstein, enviado especial de la Administración Biden para la sensible mediación, predijo la semana pasada que el entendimiento entre las partes era un hecho.
Flecos por resolver
Pero en el último minuto surgieron nuevas demandas libanesas, que rechazaban reconocer una línea de boyas colocadas por Israel en las aguas disputadas en el año 2000 –tras la retirada militar del sur de Líbano–, así como los derechos económicos que obtendría el Estado judío sobre la reserva de Qana, que en parte quedaría ubicada en su lado de la frontera. La ausencia de una frontera marítima definida no era un problema, hasta que hace una década se descubrieron las reservas naturales en el Mediterráneo. Benny Gantz, ministro de Defensa israelí, destacó que «seguiremos protegiendo las necesidades de seguridad ante cualquier escenario, y presentaremos el acuerdo con transparencia a la ciudadanía».
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