Beirut

La hora de la verdad para Hizbulá

Hoy, dos semanas después de la devastadora explosión en el puerto, se conocerá el veredicto del brutal asesinato de Hariri en 2005

El ex «premier» Hariri y otras 21 personas murieron el 14 de febrero de 2005, cuando un camión, con una tonelada de explosivos, estalló en el centro de Beirut
El ex «premier» Hariri y otras 21 personas murieron el 14 de febrero de 2005, cuando un camión, con una tonelada de explosivos, estalló en el centro de BeirutMOHAMED AZAKIRREUTERS

Mientras se asoman nubes de tormenta en el horizonte libanés, cuando hoy se dará a conocer el veredicto del Tribunal Especial para Líbano (STL) para juzgar a los responsables del magnicidio del ex primer ministro libanés, Rafiq Hariri, y una veintena de inocentes que murieron también a causa del estallido del coche-bomba el 14 de febrero de 2005, Líbano sigue luchando para sobreponerse por la tremenda explosión en el puerto de Beirut hace dos semanas.

Las miradas inquisidoras apuntan a Hizbulá como mentor y ejecutor del asesinato de magnate suní, y en momentos en que la popularidad de la milicia-partido proiraní está en sus horas más bajas. El dimisionario Gabinete libanés fue puesto y removido por Hizbulá y sus socios: el partido del presidente cristiano, Michel Aoun, la Corriente Patriótica Libre y el chií, Amal, de Nabih Berri, dinosaurio de la política libanesa y eterno presidente del Parlamento libanés. Ahora, un gran sector del pueblo libanés que no apoya a Hizbulá, les acusa de haber promovido la crisis económica ya que mientras la moneda nacional agonizaba, el grupo enviaba de contrabando los dólares que no podían tener los libaneses para no dejar caer también la libra siria.

Líbano ha caído en un abismo que necesita de un “milagro” más que de un rescate económico. Las pérdidas millonarias que ha dejado ahora la potente explosión, que se llevó por delante más de 8.000 viviendas y a 180 personas, han acabado de hundir al país del cedro, ya en bancarrota por no haber podido hacer frente a su deuda pública que supera los 90 mil millones de dólares.

Gobierne quien gobierne en Líbano tiene que “pagar el tributo de guerra” a Hizbulá para que se siga manteniendo como el único grupo armado no estatal en el país.

Lo que diferenciaba al Gobierno anterior del recientemente cesado es que Hizbulá controlaba el aparato militar y de seguridad, e iba a por el control de la economía y los bancos”, señala Jad Akhaoui, reputado periodista independiente. Akhaoui se refiere, con ello, a que durante el mandato de nueve meses del dimitido primer ministro Hasan Diab el partido proiraní “asumió la presidencia, el Gobierno y una mayoría parlamentaria”, por sus alianzas políticas.

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A pesar de la caída del ejecutivo de Diab, la supervivencia de Hizbulá está intacta, pues sus socios ya se han encargado de mostrarle lealtad en público. Gebran Bassil, yerno de Aoun y heredero de la Corriente Patriótica Libre, declaró este domingo que seguirá apoyando a su socio en “la lucha contra Israel y el terrorismo” pero no dudará en presionarlo para “impulsar reformas cruciales”. En otras palabras que Bassil seguirá pagando “un precio alto” por mantenerse en el poder.

El partido de Hasan Nasrala nunca ha sido de buen perder y lo demostró en mayo de 2008 cuando no pudo manejar a un Gobierno que le quería obligar a cumplir con la ley. Ante la decisión del Ejecutivo de entonces de eliminar a los corruptos funcionarios aeroportuarios -de Hizbulá- y desmantelar su sistema ilegal de telecomunicaciones, la milicia armada proiraní se apoderó por la fuerza de partes de Beirut, acercando al país a una nueva guerra civil.

La audiencia libanesa está a la espera de conocer la sentencia de los cuatro acusados in absentia, todos miembros de Hizbulá, en el Tribunal de La Haya por el magnicidio de Hariri. Inicialmente fueron cinco sospechosos los que fueron juzgados pero uno de los cabecillas, Mustafa Badredine, fue asesinado en Siria en 2016. Los otros acusados son Salim Ayash, alias Abu Salim; Asad Sabra, Hasan Oneissi, que cambió su nombre por Hasan Isa y Hasan Habib Merhi.

El esperado veredicto será algo más bien simbólico ya que no se anunciarán las sentencias hoy, sino que se determinarán en audiencias posteriores. De todas maneras, es poco probable que los cuatro acusados cumplan penas de prisión, ya que nunca han sido detenidos a pesar de las órdenes de arresto internacionales, y Hizbulá ha advertido que nunca entregará a ninguno de los sospechosos. Incluso si todos son condenados, no se culpará oficialmente a Hizbulá como grupo, ya que el Tribunal solo acusa a individuos, no a grupos o estados.

La acusación de La Haya coincide con la segunda semana de la explosión de Beirut y los libaneses siguen esperando tener noticias de la investigación en curso, que ha vuelto a pasar de mano. Las autoridades libanesas transfirieron la investigación al Tribunal de Justicia y ahora el juez la ha transferido a su vez a una corte militar. Tres altos funcionarios del puerto han sido detenidos como cabeza de turco y otros 20 están siendo investigados, pero muchos en Líbano no confían en la imparcialidad y justicia del proceso.

El líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, en su último discurso televisado
El líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, en su último discurso televisadoAL-MANAR TV / HANDOUTAgencia EFE

El hecho de que los principales actores políticos, el presidente Aoun, y el líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, siguen rechazando una investigación internacional, en la que participará un equipo del FBI, es que el asunto no es trigo limpio. Nasrala además advirtió al menos nueve veces en su último discurso de que la “injerencia externa en los asuntos nacionales podría reabrir las rivalidades sectarias”.