La angustia de las familias de los mineros atrapados en México

“Nunca es tarde, ¿verdad? Pero mi temor es que nos los vayan a dejar sepultados, que nos los entreguen vivos o muertos. Pero que no se vayan a quedar ahí”. Magdalena Montelongo es la hermana de Jaime Montelongo, uno de los 10 mineros atrapados desde el 3 de agosto en la mina de carbón “El Pinabete” en Coahuila, a poco más de 100 kilómetros de la frontera con Texas (EEUU).

Una fuga de agua sorprendió a las 13:35 de la tarde a Montelongo y otros 14 mineros. Cinco trabajadores, aquellos que se encontraban más lejos del boquete, lograron subir a tiempo a la superficie. Sus 10 compañeros quedaron atrapados a 60 metros de profundidad cerca de tres pozos que en la mañana del miércoles continuaban inundados hasta los “38,04 metros en el pozo 2, 40,59 metros en el pozo 3 y 37,68 metros en el pozo 4″, informaba este miércoles Laura Velázquez, coordinadora de Protección Civil.

Las familias denuncian que las autoridades “nos traen puras mentiras”.

Tras dos semanas atrapados, la esperanza y la angustia se mezclan a pocos metros de la mina donde los familiares mantienen un improvisado campamento. Sus seres queridos denuncian que la ayuda solicitada por el Gobierno de México a dos empresas de EE UU y Alemania “llega tarde”. Las dos compañías extranjeras se han incorporado este miércoles a las labores de rescate. Las familias recuerdan que desde que ocurrió la fuga de agua que les atrapó en una de las galerías pidieron la intervención de expertos del exterior para que ayudaran en el diseño del operativo. “

Nos sentimos muy desconsoladas. Si hubieran aceptado opiniones de otras partes desde el principio, a lo mejor ya no estaríamos aquí”, declara Magdalena a “El Universal”. La coordinadora de Protección Civil ha admitido que “es importante una segunda opinión”: “Atendiendo a una petición de los familiares, establecimos contacto con dos compañías de EE UU y Alemania para que validen que las decisiones tomadas son correctas y vamos por muy buen camino”.

A pocos metros de los militares, los funcionarios y las 20 bombas que trabajan para drenar el agua de los pozos Gabriel Rodríguez, hermano del minero atrapado Margarito Rodríguez, denunciaba que las autoridades “nos traen puras mentiras”: “Queremos ayuda, de aquí o extranjera”.

Las familias acusan al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) haber perdido tiempo, no escuchar a los mineros de la zona y desaprovechar la ocasión de rescatarlos el domingo, cuando el drenaje logró rebajar la inundación de los pozos a menos de un metro. Las intensas lluvias desde el lunes y una fuga en la mina vecina Concha Norte, abandonada hace 28 años, volvió a inundarlos y echó por tierra los avances de los días anteriores.

Los equipos de emergencia han preparado un nuevo plan para lograr sacar a lo superficie a los 10 mineros que llevan más de dos semanas atrapados: “Ayer realizaron vuelos de dron con la idea de obtener modelos digitales del terreno y fotografías de alta resolución para elaborar planos de ubicación general”, informaba este miércoles la directora de Protección Civil.

AMLO ha culpado de la tragedia a “las concesiones del periodo neoliberal”, mientras que el gobernador de Coahuila ha acusado a la Comisión Federal de la Electricidad de provocar el “coyotaje” del carbón por su decisión de comprar más a pequeños productores: “Provoca explotación de pozos sin seguridad”.

Los familiares critican al Gobierno mexicano y a la Fiscalía por no haber actuado “contra los dueños de la mina”. La Fiscalía confirmó que el propietario oficial de la mina, Cristian Solís, “dice que es el dueño”.

Un grupo local de defensa de los mineros afirma que “es un muchacho de 26 ó 27 años que no tiene propiedades”, informa Animal Político. El uso de testaferros para ocultar a los verdaderos propietarios es una práctica habitual en las minas del norte de México.

Los accidentes en las minas mexicanas han provocado la muerte de 3.103 mineros desde 1883. Cristina Auerbach, directora de la organización Familia Pasta de Conchos, ha pedido que termine “el pacto de impunidad” entre las autoridades y los dueños de las minas.

Pese a las escasas probabilidades de sobrevivir sin agua ni comida durante más de dos semanas, muchos familiares mantienen la esperanza de rescatarlos con vida. Mónica Lizeth es la esposa del minero de 46 años, José Luis Mireles, que quedó atrapado “en su segundo día trabajando en la mina” y no estaba dado de alta en la Seguridad Social: “No hay muchas esperanzas de que puedan sacarlos con vida. Pero aquí mantenemos la fe”, comentaba el martes en Radio Fórmula.

Sus seres queridos se agarran a la esperanza de casos como los 33 mineros en Chile en 2010 que sobrevivieron tras 17 días incomunicados hasta que pudieron establecer contacto a través de una sonda para enviarles agua y comida. Finalmente, fueron rescatados tras 69 días a 700 metros de profundidad. La esperanza en “un milagro” choca con el miedo a no poder velar sus cuerpos. Las familias de los 10 mineros atrapados temen que sean abandonados como sucedió con 65 mineros en el accidente de 2006 en la mina Pasta de Conchos de Coahuila. Tras rescatar solo dos cuerpos en un año, las labores de rescate se suspendieron por el riesgo de una explosión de gas metano. Magdalena lamenta la oportunidad perdida el domingo: “Iban al rescate, ahora es volver a empezar”.