Actualidad

Interpretación imposible por Lluís Fernández

La Razón
La RazónLa Razón

Por encima de cualquier otra consideración, Tom Cruise es una gran estrella. Solamente se le pide que sea él mismo encarnando a un héroe romántico de comedia o de cine de acción y cumpla su función estelar: procurar al público dulces sueños húmedos. Como Paul Newman, siempre resulta sexy, pese a sus esfuerzos por demostrar su valía con los trucos de Actor Studio o troquelado por el Método de Sanford Mesisner, culpable de los estragos que produjo en su patética interpretación de «Nacido el 4 de julio». Si es cierto que Cruise siempre quiso ser un actor dramático, cuenta en su haber con más fracasos que éxitos. Con un Kubrick terminal, resultaba patético en «Eyes Wide Shut». Pero no peor que en «Vanilla Sky» ni en «Entrevista con el vampiro». De «Cocktail» es preferible no acordarse y en «Legend» resultaba tan ridículo como Miguel Bosé en «El caballero del dragón». En la maravillosa «Magnolia» pudo ganar un Oscar por el papel de un predicador con más tics que un reloj de cuco. «Collateral» fue, además de un fiasco, un horror de cinta. Es la estrella con la sonrisa más sexy del cine. ¿Por qué se empeña en ser un actor serio cuando era un mito en calzoncillos en «Risky Business»?