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Islas Canarias
Primer paso para un corredor de laurisilva
Los bosques de laurisilva en la Macaronesia son relictos de la vegetación que había en el Terciario. Brezo, tilo, palo blanco, follao, madroño, y saúco canario son algunas de las especies que dibujan este ecosistema «selvático». De las 90.000 hectáreas potenciales de laurisilva que algún día hubo en las Islas Canarias, ya sólo quedan 17.000, a pesar de sus notables beneficios hídricos. Porque si de los bosques se suele decir que son los verdaderos embalses naturales, en este caso, más si cabe, ya que capturan la lluvia horizontal y se encargan de regular los acuíferos. Por los múltiples beneficios que atesoran, la Fundación Banco Santander, la Fundación Global Nature (FGN), la Sociedad Ornitológica de Canarias y el Cabildo de Tenerife han restaurado 10 hectáreas de laurisilva, pinar y bosque termófilo en la isla.
En concreto, han plantado 9.500 pies de entre 15 y 25 especies endémicas y autóctonas de laurisilva en tres fincas de suelo público, de los que ha sobrevivido un 90 por ciento.
Esta iniciativa es el primer paso para lo que muchos expertos y amantes de la botánica querrían tener en esta isla: un corredor de biodiversidad de laurisilva que uniera en un futuro el macizo de Anaga con el de Teno, de punta a punta de Tenerife; es decir, devolver a la isla el aspecto que algún día tuvo antes de que por la saca de madera y después por la agricultura ésta se viera mermada. Una utopía quizá, de hecho con conseguir unir las zonas de laurisilva de Teno y los altos de Orotava sería ya digno de mención, puesto que se tardarían «unos 45 años en replantar estos 30 kilómetros que separan ambas zonas», explica José Luis Fernández, de FGN.
En cualquier caso, este proyecto, en el que la Fundación Banco Santander ha invertido 90.000 euros, permitirá que en diez años las zonas replantadas tengan árboles de gran porte. Todo un logro en el Año Internacional de los Bosques.
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