Barcelona

Mendoza un Planeta prodigioso

Uno de los autores más reconocidos en España, Eduardo Mendoza, gana el Premio Planeta con «Riña de gatos. Madrid, 1936», que nos traslada a los días previos a la guerra civil. Una historia contada a través de un inglés especializado en arte español

El escritor Eduardo Mendoza, poco antes del comienzo de la cena de la 59º edición del Premio Planeta de Novela
El escritor Eduardo Mendoza, poco antes del comienzo de la cena de la 59º edición del Premio Planeta de Novelalarazon

Un escritor polifacético, de vertientes opuestas. A un lado, la seria, la que se fragua sobre la geografía temporal de la historia, en la renovación de las estructuras literarias; enfrente, el lado humorístico, irónico, con los personajes desubicados que tanto caracterizan al escritor. Eduardo Mendoza nunca había sonado para el Premio Planeta. Era una ausencia llamativa de sus quinielas.

Escuchar su nombre resultó ayer una sorpresa. Uno de los más reconocidos autores españoles actuales recibía uno de los galardones más veteranos y prestigiosos de España de manos de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y del presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara. Mendoza es un novelista de una larga y extraordinaria carrera de éxitos reconocida por la crítica y el público.

Desde que apareció su primera novela en 1975, la aclamada «La verdad sobre el caso Savolta», su presencia ha sido requerida por los lectores de manera periódica. Con ese libro ya dejó entrever algunas de las líneas generales de su novelística, especialmente su habilidad para manejar diferentes lenguajes narrativos. Con un tratamiento serio, aunque sin dejar de lado su peculiar y fina ironía, «Riña de gatos. Madrid, 1936», que ayer ganó el Premio Planeta, es una búsqueda por los márgenes del pasado. «No sé qué pasa en mis libros. Los escribo para ver cómo acaban. El resultado de esta obra es una novela de intriga, misterio y aventuras. Es una reflexión sobre un momento histórico. No tiene que ver con la guerra civil. Es lo que ocurre unos meses antes, cuando el país está expectante y existen conjuras», comentó el ganador.

La obra traslada al lector hasta la primavera de ese año, momento en que se intuye la tragedia que estallará el 18 de julio. Justo cuando el Frente Popular gana las elecciones de la Segunda República, un joven inglés, Anthony Whitelands, especialista en pintura española antigua, llega a Madrid para tasar obras de arte, entre ellas, un probable óleo de Velázquez. Pero lo que encuentra es un país extraño, en tensión. Durante sus visitas a coleccionistas conocerá a personajes históricos, como José Antonio Primo de Rivera o Francisco Franco. «En esta obra –prosiguió el escritor– hay un personaje real, que no quiero desvelar, y otro ficticio». Sobre sus intenciones, señaló: «Quiero creer que es un libro serio que plantea dilemas morales al lector, que tiene que tomar posturas sobre muchas cosas». Sobre la vigencia de la contienda del 36, indicó: «Todavía interesa. Es algo que tenemos que asimilar de una vez. No sólo como una referencia, sino como algo histórico a encajar en nuestro pasado para entender nuestro presente».


Escenarios literarios
El jurado, formado por Alberto Blecua, Ángeles Caso, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y Carles Pujol, como secretario, habrá valorado también que en esta obra el autor haya recurrido a Madrid como escenario literario de la obra, algo que no resulta habitual en el universo del escritor, que siempre se ha centrado en Barcelona, su ciudad natal y su lugar de trabajo. Eduardo Mendoza, durante la rueda de prensa, agradeció el premio a José Manuel Lara: «Cuando publiqué mi primera novela era un principiante. José Manuel Lara me llamó; me dijo que le había gustado y me pidió que me presentará al Premio Planeta. Yo le indiqué que no estaba preparando nada. Al cabo de unos años, me volvió a llamar, y le contesté lo mismo. Hubo una tercera llamada y le respondí igual. Entonces me dijo: "No tienes lo que hay que tener para presentarse a este premio". Tenía razón. Hoy he cumplido esta deuda con él».

Mendoza se ha impuesto en la LIX edición del Planeta, dotado con 601.000 euros, a las 509 obras que habían optado a ganarlo. De esta manera, el autor de «El misterio de la cripta embrujada» toma el relevo de dos Nobel de Literatura –Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa–, que lo obtuvieron con anterioridad, y de prestigiosos nombres de las letras españolas como Gonzalo Torrente Ballester, Alfredo Bryce Echenique, Juan Marsé, Álvaro Pombo y Terenci Moix.

La tradicional velada también sirvió para conocer a la finalista del galardón,Carmen Amoraga, con la novela «El tiempo mientras tanto». La autora de Picanya (Valencia) se centra en la historia de una mujer cuya hija ha sido víctima de un accidente automovilístico y está en coma. A partir de ese momento, la protagonista comienza a recordar el pasado y lo complejas que fueron la relación que mantuvo con la joven. Con este argumento recupera las preocupaciones que han marcado su obra. La autora ya fue finalista en 2007 de otro gran premio literario, el Nadal. Amoraga ya había reflexionado en algunos de sus libros anteriores sobre las relaciones que se entablan entre las madres y los hijos, como en «Todo lo que no te contarán sobre la maternidad». Con su primera obra, titulada «Para que nada se pierda», Amoraga consiguió el II Premio Ateneo Joven.


Una generación premiada
La generación de autores barceloneses que surgió durante la década de los 60 y 70 ha sido una de las que más ha disfrutado del éxito que conlleva recoger un Premio Planeta. Mendoza sigue la estela que en 1978 inició Juan Marsé, cuando se reconoció su talento con la novela «La muchacha de las bragas de oro». Tras él vinieron otros, como Manuel Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Rosa Regàs y Maruja Torres. El caso de Moix es uno de los más destacados en la historia de este galardón porque la obra con la que ganó, «No digas que fue un sueño», acabó convirtiéndose en uno de los más espectaculares éxitos de ventas, con más de un millón de ejemplares vendidos desde 1986.
El Planeta vuelve a mirar hacia un grupo de escritores que siempre ha estado comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir y que ha creado buena parte de su obra desde la ciudad de Barcelona.