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Federico García Lorca inédito: «Ya sabes que siempre te quiero»

LA RAZÓN publica la correspondencia hasta hoy desconocida que el gran poeta granadino mantuvo con Isidoro de Blas durante los años treinta

Federico García Lorca fotografiado por Eduardo Blanco Amor
Federico García Lorca fotografiado por Eduardo Blanco AmorLa Razón

Poco antes de marcharse a Granada por última vez, Federico García Lorca se acercó a Cruz y Raya, al despacho de José Bergamín, para entregarle un sobre con los manuscritos que debían formar parte de «Poeta en Nueva York». Uno de ellos es el del poema titulado «Muerte» y que, en vez de copiar a mano, incluye para Bergamín a partir de un impreso, lo que ya había publicado en «Revista de Occidente» en enero de 1931. Solamente hizo un cambio para esa composición. Suprimió la dedicatoria inicial porque en un primer momento «Muerte» estaba destinada al médico Luis de la Serna, pero en el verano de 1936, el poeta tachó ese nombre y quiso que esos versos fueran para Isidoro de Blas, como así aparece en todas las ediciones que se han realizado de «Poeta en Nueva York».

Pero ¿quién era Isidoro de Blas? En la ingente bibliografía alrededor del autor de «Bodas de sangre» no hay ninguna mención a él. Es como si no hubiera existido en la vida del granadino. Sin embargo, ahora podemos saber algo más porque ven la luz por primera vez las cartas que Lorca le escribió y que hasta la fecha habían permanecido inéditas. Conservadas por la familia de Blas, gracias a José Ignacio Abeijón, responsable de la reconocida librería anticuaria Largine, podemos ahora adentrarnos en los documentos lorquianos que nos revelan una amistad hasta ahora desconocida entre un joven estudiante llamado Isidoro de Blas Gómez, hijo de un joyero madrileño, y uno de los poetas españoles más importantes de todos los tiempos. Resulta curioso que en el Centro Lorca de Granada, donde se custodian los papeles personales del autor de «Romancero gitano» no hay ni una sola carta de Isidoro a Federico mientras que en la otra dirección afortunadamente tenemos seis.

No sabemos cuándo Isidoro de Blas conoció a Lorca, pero debió ser alrededor de 1931 y 1932 cuando el poeta era, junto a Eduardo Ugarte, el responsable del teatro universitario la Barraca. Es lo que se pude deducir de la lectura de la primera carta conservada de este epistolario y que se transcribe por primera vez, un buen ejemplo de la confianza que Lorca tenía hacia Isidoro de Blas. Dice así:

«Queridísimo Isidoro: a las nueve me he levantado y me he ido a un imprevisto ensayo de la Barraca. Siento no verte pues tenía que hablar muchísimo contigo y demostrarte lo que yo te quiero y la estima que tengo de tu amistad y tu persona. Llevo una temporada de trabajo mala y no me siento bien espiritualmente. Te hecho [sic] enormemente de menos a ti que eres tan dulce y tan delicado. Ya sabes que siempre te quiero y en todo momento soy tu mejor amigo. Abrazos. Federico».

Una de las cartas inéditas de Lorca
Una de las cartas inéditas de LorcaLargine

Tras vivir una breve temporada en un ático de la calle Ayala de Madrid, Lorca acabó mudándose a un piso en el número 120 de Alcalá. Casi delante, en el número 105 vivía Isidoro de Blas con su familia. Gracias a las indagaciones de José Ignacio Abeijón sabemos que Lorca en ocasiones dejaba mensajes, breves notas para el joven en el buzón para comunicarle el momento en el que se podían ver, siempre en el domicilio del poeta. Afortunadamente se han conservado algunas de ellas, aunque resulta difícil concretar la fecha exacta. Un par de ejemplos: «Querido Isidoro: Tengo que salir urgentemente a la sociedad de autores. Mañana a las doce llámame por teléfono. Un abrazo de Federico. Te ruego me perdones».

En otra de esas breves notas Lorca escribe de manera rápida buscando un momento para conversar con Isidoro de Blas: «Querido amigo Isidoro: Como mañana tengo que hacer por la mañana y te había dicho que fueras a casa, te ruego que lo hagas el viernes pues estaré fuera. Un saludo de Federico».

Una de las notas que Lorca dejaba en el buzón de Isidoro de Blas
Una de las notas que Lorca dejaba en el buzón de Isidoro de BlasLargine

Al igual que pasa en otras correspondencias lorquianas de la época, el poeta también se convierte en consejero, algo que encontramos, por ejemplo, en las misivas que envió em ese mismo tiempo al joven granadino Eduardo Rodríguez Valdivieso. Es el caso de esta carta de la que milagrosamente se conserva el sobre con un legible matasellos del 20 de julio de 1935:

«Querido amigo Isidoro: He tardado algunos días en contestarte pero más vale tarde que nunca que dice el viejo refrán español. He vivido unos días en la sierra y al volver a Granada lo primero que hago es saludar a mi simpático amigo Isidoro y lamentar su mala suerte, aunque a la edad tuya no es esta causa de tristezas sino abono para nuevas fuerzas y juveniles batallas. Vi a Blanco Amor y está encantado de su sortija; ya habrá escrito a tu padre comunicándoselo. Dentro de unos días iré a Madrid para dictar mis conferencias con América y espero verte ya tranquilo de exámenes y con mejor brújula en lo que respecta a la preocupación de tu porvenir. Así es que el día 22 te puedes llegar por mi casa a eso de las doce que seguramente me encontrarás. Estudia mucho, saluda a tu familia y recibe un cariñoso abrazo de tu verdadero amigo Federico».

Una misiva de julio de 1935
Una misiva de julio de 1935Largine

El gallego Eduardo Blanco Amor, quien tuvo un papel importante en la publicación de «Seis poemas gallegos», estuvo en Granada entre el 21 de junio y el 19 de julio donde visitó a Lorca de quien tomó una serie de imágenes legendarias en la Huerta de San Vicente. Fue en esos días cuando Lorca le entregó a Blanco Amor la sortija de la que se habla en la carta y que procedía del establecimiento del padre de Isidoro de Blas.

Una vez de vuelta en Madrid, Lorca no pudo cumplir su palabra y hubo que buscar otra fecha para el reencuentro, como se apunta en esta breve misiva inédita: «Querido amigo Isidoro: Como me entretuve unos días y te había dicho que fueras por casa el 22 por la mañana y no puedo estar allí te ruego que vayas el 24 a la misma hora. Estos días trabajo mucho. Con mil recuerdos de tu amigo Federico».

La amistad entre ambos se mantuvo intacta hasta 1936, como lo demuestra una dedicatoria consultada por este diario.

Un poema neoyorquino para un amigo

La más extensa de las cartas de Federico García Lorca a Isidoro de Blas es un poema del ciclo neoyorquino. Es el titulado «Oficina y denuncia», una copia mecanografiada de cinco páginas de las que por desgracia solo nos han llegados dos de ellas. No se sabe cuándo el poeta se la hizo llegar a Blas, aunque puestos a especular podría ser previo a la publicación del poema en «Revista de Occidente» en enero de 1931, lo que nos obligaría a fijar el inicio de la amistad entre ambos hombres en 1930. Lo que sí es seguro es que esa copia mecanografiada conserva numerosas correcciones a mano del propio Lorca, con variantes que difieren de la versión definitiva que recibió Bergamín en 1936.

Isidoro de Blas no se dedicó a las letras sino que se ganó la vida como ingeniero de caminos, canales y puertos. En noviembre de 1947 se casó con María Victoria Fernández Fontecha. Falleció el 9 de agosto de 1976, casi cuarenta años exactos después del asesinato de su querido amigo.