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Historia
Esta es la fortaleza inexpugnable que desafió a la historia y cayó ante la ira del pueblo gallego
Dominando un valle abrupto y protegido por murallas imposibles, esta fortaleza medieval fue símbolo del poder feudal en Galicia
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Enclavado sobre un imponente peñasco de 177 metros y rodeado por la exuberante naturaleza del valle del río Castro, el Castillo de Naraío es uno de los vestigios más fascinantes del pasado feudal gallego. Esta fortaleza, situada en la parroquia de Naraío (San Sadurniño), no solo ofrece una panorámica de gran belleza, sino que encierra entre sus muros siglos de batallas, conspiraciones y la inquebrantable resistencia de los Irmandiños.
Un enclave estratégico y un pasado turbulento
Construido en el siglo XIV, el castillo perteneció inicialmente a la familia Piñeiro hasta que, en 1364, el rey Enrique II lo cedió a la poderosa casa de Andrade. Desde ese momento, la fortaleza se convirtió en un símbolo de poder feudal, ejerciendo un férreo control sobre la comarca. No solo servía como residencia señorial, sino también como prisión para aquellos que osaban desafiar la autoridad de los Andrade.
Sin embargo, la opresión nobiliaria generó un creciente descontento que culminó en la Segunda Revuelta Irmandiña (1467-1469), una insurrección protagonizada por campesinos y artesanos hartos del yugo feudal. Bajo el liderazgo de Alonso de Lanzós, los sublevados lograron tomar el castillo y lo destruyeron parcialmente en su afán de erradicar la tiranía de los señores feudales. No obstante, la nobleza recuperó el poder y obligó a los mismos Irmandiños a reconstruir las fortalezas derribadas como represalia.
De la decadencia al olvido
En el siglo XVI, con la unión de las casas de Andrade y Lemos, el castillo comenzó su progresivo abandono. La nobleza gallega dejó atrás las fortificaciones medievales en favor de los nuevos pazos renacentistas, más cómodos y acordes a los tiempos modernos. Con la extinción de la casa de los Castro en el siglo XVIII, la propiedad pasó a manos de la Casa de Alba, actual titular de la fortaleza.
A lo largo de los siglos, Naraío fue deteriorándose, con sus piedras reutilizadas como material de construcción en la comarca. En 2005, la Fundación Casa de Alba cedió el usufructo del castillo al Ayuntamiento de San Sadurniño, permitiendo su rehabilitación parcial y su apertura al público.
Un castillo devorado por la naturaleza
Hoy en día, Naraío es un ejemplo perfecto de castillo roquero o "nido de águilas", adaptado a la escarpada orografía del terreno. La fortaleza conserva parte de sus murallas perimetrales, accesibles a través de un empinado sendero y lo que antaño fue un puente levadizo. Su torre del homenaje, con tres pisos y 16 metros de altura, sigue siendo el elemento más destacado, ofreciendo unas vistas privilegiadas del valle.
A pesar de estar parcialmente en ruinas y cubierto por la vegetación, Naraío no ha perdido su esencia. En sus alrededores, los visitantes pueden disfrutar de la Fervenza do Río Castro, una cascada de 6 metros que añade un toque de magia al entorno.
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Llegar hasta este enclave histórico es sencillo: desde Ferrol, basta con tomar la AG-64 en dirección As Pontes y salir en el km 4 hacia la AC-125. Las señales guiarán a los viajeros hasta esta joya olvidada del medievo gallego.
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